Punto vista de Giovanni Estaba en mi despacho, inclinado sobre el escritorio mientras revisaba las rutas para el próximo envío: cocaína y mescalina destinadas a nuestros socios en Latinoamérica. El mapa digital brillaba frente a mí, líneas rojas marcando las rutas marítimas y puntos azules indicando los contactos seguros. Todo debía ser perfecto. Sin errores. Sin huecos. Estaba tan concentrado que casi no escuché la puerta abrirse. Pero reconocí enseguida ese paso firme, autoritario, que nunca necesitaba anunciase. Mi padre entró acompañado de su hombre de confianza, Rossi, quien cerró la puerta detrás de ellos con un clic seco. Me enderecé en la silla. —¿Qué ocurre, padre? ¿Por qué estás aquí tan temprano?. Pensé que estarías con la señora Jefferson revisando los detalles de la bod

