La expulsión de Lucía había dejado un vacío que Isabella y Julian estaban más que dispuestos a llenar con sus propias intrigas. Con Lucía fuera del juego, Julian decidió que era momento de actuar.
Una tarde, mientras Gabriel estaba en su estudio revisando documentos, Julian entró sin previo aviso. Su expresión era seria, pero sus ojos brillaban con una malicia apenas contenida.
"Gabriel, necesito hablar contigo," dijo Julian, cerrando la puerta detrás de él.
Gabriel levantó la vista, frunciendo el ceño. "¿Qué quieres, Julian?"
Julian se sentó en una silla frente al escritorio de Gabriel, su tono se volvió más suave pero con un filo venenoso. "Me preocupa esta chica, Vanessa. ¿Qué tanto sabes realmente de ella?"
Gabriel mantuvo la compostura, pero su irritación era palpable. "Sé lo suficiente. Y lo que sé es suficiente para confiar en ella."
Julian sonrió, como si hubiera estado esperando esa respuesta. "¿Confías en ella tanto como confiaste en Lucía? Porque mira cómo terminó eso."
Gabriel sintió un golpe en el estómago ante la mención de Lucía. Se mantuvo firme, sin embargo. "Vanessa no es Lucía. No cometí el error de idealizarla."
Julian inclinó la cabeza, fingiendo comprensión. "¿Y qué le hace diferente? ¿Qué te hace creer que ella no te dejará en cuanto las cosas se pongan difíciles? ¿Realmente conoces sus intenciones?"
Gabriel se reclinó en su silla, cruzando los brazos. "Lo que haga Vanessa es asunto nuestro. No tuyo. Además, ella no me ha dado motivos para dudar de su sinceridad."
Julian se rió, una risa sin humor. "Oh, Gabriel. Siempre tan confiado, siempre tan ciego. Todos tienen un precio. ¿Estás seguro de que ella no te está usando? Después de todo, ella sabe de tu fortuna."
Gabriel apretó los puños, su paciencia desgastándose. "Vanessa no es así. Y si intentas sembrar más dudas en mi mente, te aseguro que no terminará bien para ti."
Julian se levantó, alzando las manos en señal de paz. "Solo estoy diciendo lo que pienso, hermano. No quiero verte herido otra vez. Pero recuerda mis palabras. No todos son lo que parecen."
Mientras tanto, Vanessa estaba en la biblioteca, inmersa en sus estudios. Sin embargo, las palabras de Julian resonaban en sus oídos, pues había escuchado parte de la conversación por casualidad mientras pasaba por el estudio.
Esa noche, mientras cenaban, Vanessa notó que Gabriel estaba más callado de lo habitual. Decidió abordar el tema con delicadeza.
"Gabriel, he notado que algo te preocupa. ¿Hay algo de lo que quieras hablar?" preguntó Vanessa suavemente.
Gabriel la miró, dudando por un momento. Finalmente, suspiró. "Julian vino a verme hoy. Intentó sembrar dudas sobre ti, comparándote con Lucía."
Vanessa sintió un nudo en el estómago, pero mantuvo su voz tranquila. "¿Y tú qué piensas?"
Gabriel tomó su mano sobre la mesa, sus ojos fijos en los de ella. "Pienso que Julian es un envidioso que hará cualquier cosa para desestabilizarme. Pero también pienso que nuestra relación es fuerte y basada en la verdad. Y confío en ti."
Vanessa sonrió, sintiendo un alivio enorme. "Gracias por confiar en mí, Gabriel. No dejaré que Julian o Isabella destruyan lo que tenemos."
Esa noche, mientras Gabriel se sumía en un sueño inquieto, las palabras de Julian seguían retumbando en su mente. ¿Realmente conocía a Vanessa tanto como pensaba? ¿Podría confiar completamente en ella?
Vanessa, por su parte, sabía que tendría que demostrar con acciones que no era como Lucía. Y aunque los desafíos seguían multiplicándose, estaba decidida a permanecer a su lado, sin importar lo que sucediera.
La lucha por la confianza y el amor verdadero en la mansión Rothschild estaba lejos de terminar. Y las sombras de la traición seguían al acecho, esperando el momento adecuado para atacar.
La mañana siguiente, el sol apenas se había levantado cuando Gabriel despertó. Había pasado la noche en un sueño inquieto, lleno de sombras y susurros. Sentado en su silla de ruedas, se dirigió hacia la ventana de su dormitorio, observando el amanecer con una mezcla de esperanza y duda.
Mientras tanto, Vanessa estaba en la cocina, preparando el desayuno. Aunque intentaba concentrarse en la tarea, su mente no dejaba de repasar la conversación que había tenido con Gabriel la noche anterior. Sabía que debía encontrar una manera de disipar las dudas que Julian había sembrado.
A media mañana, Vanessa se dirigió a la universidad para sus clases de periodismo. Gabriel, aún sintiéndose inquieto, decidió salir a dar un paseo por los jardines de la mansión. Mientras avanzaba, se encontró con Isabella y Julian, que parecían estar enfrascados en una conversación seria.
"¡Ah, Gabriel! ¡Qué sorpresa verte por aquí tan temprano!" dijo Isabella con una sonrisa forzada.
Gabriel frunció el ceño. "Solo estaba tomando un poco de aire fresco. ¿De qué hablaban tan temprano?"
Julian dio un paso adelante, su expresión neutra. "Solo estábamos discutiendo algunos asuntos familiares. Nada que deba preocuparte."
Gabriel no se dejó engañar por la respuesta evasiva. "¿Asuntos familiares? ¿O más bien, intentando urdir más intrigas?"
Isabella rió nerviosamente. "No seas tan paranoico, Gabriel. Julian y yo solo queremos lo mejor para ti."
Gabriel miró a sus hermanos con desconfianza. "Si realmente quisieran lo mejor para mí, dejarían de intentar manipularme. Y, Isabella, te sugiero que dejes de invitar a personas como Lucía a mi casa sin consultarme."
Mientras Gabriel enfrentaba a sus hermanos, Vanessa estaba en una de sus clases, tratando de concentrarse en la lección. Sin embargo, sus pensamientos seguían regresando a Gabriel. Al final de la clase, decidió hacer una visita a la biblioteca para buscar información sobre terapias experimentales y tratamientos que pudieran ayudar a Gabriel a recuperar la movilidad.
Pasó horas sumergida en libros y artículos, tomando notas y planeando cómo presentar sus hallazgos a Gabriel. Sabía que él podría ser escéptico, pero estaba determinada a encontrar una solución.
De vuelta en la mansión, Gabriel había regresado a su estudio. Thomas, el leal mayordomo, entró con una bandeja de té.
"¿Algo más que necesite, señor?" preguntó Thomas con su habitual formalidad.
Gabriel tomó la taza de té, pero antes de que Thomas pudiera irse, lo detuvo. "Thomas, has estado conmigo desde antes del accidente. ¿Crees que estoy cometiendo un error al confiar en Vanessa?"
Thomas se quedó en silencio por un momento, reflexionando antes de responder. "Señor, he visto a muchas personas ir y venir en esta casa, pero ninguna ha demostrado tanta dedicación y afecto genuino como la señorita Vanessa. Creo que ella realmente se preocupa por usted."
Gabriel asintió, agradecido por las palabras de Thomas. "Gracias, Thomas. Tu opinión significa mucho para mí."
Esa noche, Vanessa regresó a la mansión con un montón de notas y libros. Encontró a Gabriel en su estudio, revisando algunos documentos. Tocó suavemente la puerta antes de entrar.
"Gabriel, tengo algo que quiero mostrarte," dijo Vanessa, sosteniendo sus notas.
Gabriel levantó la vista y asintió. "Adelante, Vanessa."
Vanessa se sentó frente a él y comenzó a explicarle los tratamientos que había encontrado. Habló con pasión y esperanza, describiendo cada detalle con precisión. Gabriel la escuchaba atentamente, viendo la determinación en sus ojos.
"Esto es increíble, Vanessa," dijo finalmente. "No sabía que existían tantas opciones."
Vanessa sonrió, sintiéndose aliviada. "Quiero que consideres algunas de estas opciones. Estoy dispuesta a ayudarte en todo lo que necesites."
Gabriel la miró con gratitud. "Gracias, Vanessa. Aprecio todo lo que estás haciendo por mí. Y quiero que sepas que, a pesar de lo que Julian dice, confío en ti."
Vanessa tomó la mano de Gabriel, sintiendo una conexión profunda. "Juntos, Gabriel. Podemos superar cualquier cosa juntos."
La noche avanzaba y, mientras Gabriel y Vanessa compartían sus sueños y esperanzas, Julian e Isabella seguían tramando en las sombras. Pero Gabriel sabía que mientras tuviera a Vanessa a su lado, podrían enfrentarse a cualquier adversidad.
El amanecer de un nuevo día traería consigo nuevos desafíos, pero también nuevas oportunidades para fortalecer el vínculo que los unía. Y mientras los Rothschild se preparaban para lo que estaba por venir, sabían que la verdadera prueba de su amor y lealtad aún estaba por llegar.
La noche avanzaba lentamente. Vanessa y Gabriel, sentados en el estudio, se encontraban en un raro momento de paz. Gabriel, aún impresionado por la dedicación de Vanessa en encontrar tratamientos para su condición, decidió que era momento de conocer más sobre su pasado.
"Vanessa," comenzó Gabriel, su tono suave pero inquisitivo, "¿cómo terminaste siendo bailarina de cabaret? Siempre me he preguntado qué te llevó a ese mundo."
Vanessa suspiró, sabiendo que eventualmente tendría que contarle la verdad. Tomó un sorbo de su té antes de empezar.
"Mi familia era dueña de un próspero viñedo en California. Crecí rodeada de viñedos y aprendí a amar la tierra y el trabajo duro. Mi padre, que me adoraba, se aseguró de que recibiera la mejor educación posible. Estudié en los mejores colegios, y nuestra vida parecía perfecta."
Gabriel asintió, escuchando atentamente mientras Vanessa continuaba.
"Pero un día, todo cambió. Descubrí a mi madre, siempre autoritaria y moralista, con su amante. Fue un golpe devastador. Salí al viñedo para tratar de despejar mi mente, esperando que el aire fresco y el trabajo manual me ayudarían a procesar lo que había visto."
Vanessa hizo una pausa, sus ojos reflejando el dolor de aquellos recuerdos.
"Cuando volví a casa, encontré a mi padre llorando amargamente frente a una carta. Era de mi madre. En ella, decía que se iba con su amante, que ya no podía soportar vivir con nosotros. Mi padre estaba destrozado. Intenté consolarlo, hacerle ver que podíamos superar esto juntos. Salí a comprar la cena, con la esperanza de que una comida caliente lo calmara."
Gabriel vio cómo los ojos de Vanessa se llenaban de lágrimas.
"Cuando regresé, la casa estaba envuelta en llamas. Mi padre... había causado el incendio. No pude salvarlo. Perdí a ambos padres esa noche. Desde entonces, el dolor fue mi única compañía. Dejé California, sin nada más que recuerdos y cicatrices."
El silencio llenó la habitación. Gabriel tomó la mano de Vanessa, apretándola suavemente.
"Lamento mucho lo que pasaste, Vanessa. No puedo imaginar el dolor que has llevado contigo."
Vanessa asintió, tratando de mantener la compostura. "El cabaret fue un refugio. Me dio una manera de sobrevivir, aunque no era lo que había soñado para mi vida."
Gabriel, conmovido por su historia, sintió una mezcla de admiración y tristeza. "Eres más fuerte de lo que crees, Vanessa. Y aunque el destino nos haya llevado por caminos difíciles, estoy agradecido de que nuestros caminos se hayan cruzado."
Vanessa sonrió, sus ojos encontrando consuelo en los de Gabriel. "Gracias, Gabriel. No sabía cuánto necesitaba hablar de esto hasta ahora."
Afuera, la mansión seguía envuelta en la quietud de la noche. Pero en el interior, dos almas dañadas habían encontrado un momento de conexión, un atisbo de esperanza en medio de la oscuridad.
Los días por venir traerían nuevos desafíos y pruebas, pero tanto Gabriel como Vanessa sabían que juntos, podían enfrentar cualquier cosa. Y mientras la luna brillaba sobre la mansión Rothschild, una nueva promesa se formaba en silencio, forjada en el dolor y la esperanza compartidos.