Capítulo 20: El Renacer de Gabriel

1919 Words
Cuatro años después del fatídico accidente que cambió su vida para siempre, Gabriel Rothschild finalmente hizo su reaparición pública. Acompañado por Vanessa, cuya presencia irradiaba gracia y determinación, Gabriel estaba decidido a recuperar su lugar en la alta sociedad de Nueva York. El evento elegido para su reaparición era una exclusiva gala de caridad en el Metropolitan Museum of Art. La velada prometía reunir a la élite de la ciudad, y todos esperaban con ansias ver al legendario Gabriel Rothschild una vez más. Mientras se preparaban en la mansión, Vanessa ayudaba a Gabriel a ajustar su traje. "Gabriel, esta noche es importante para ambos. Todo va a salir bien," dijo Vanessa, intentando infundirle confianza. Gabriel, mirándola con una mezcla de gratitud y amor, asintió. "Gracias, Vanessa. No sé qué haría sin ti." Al llegar al evento, la entrada del museo estaba llena de fotógrafos y reporteros. Las cámaras destellaron al ver a Gabriel en su silla de ruedas, acompañado por Vanessa, que lucía un elegante vestido de satén azul. La pareja avanzó por la alfombra roja con dignidad, a pesar de los susurros y miradas curiosas. En el interior, fueron recibidos por un torrente de conocidos y viejos amigos. Algunos se mostraban genuinamente felices de ver a Gabriel, mientras que otros no podían ocultar su sorpresa al verlo después de tanto tiempo. Entre ellos estaba Julian, con una sonrisa sardónica en el rostro, e Isabella, que observaba con una mezcla de curiosidad y envidia. Durante la cena, Gabriel y Vanessa se sentaron en la mesa principal, junto a los anfitriones de la gala. Las conversaciones giraban en torno a temas triviales, pero todos los ojos estaban puestos en Gabriel, esperando cualquier señal de debilidad o incertidumbre. "Gabriel, es un placer verte de nuevo en sociedad," dijo uno de los invitados, un influyente empresario. "Nos preguntábamos cuándo decidirías regresar." Gabriel, con una sonrisa controlada, respondió: "Era cuestión de tiempo. Hay momentos en la vida que te hacen más fuerte, y estoy aquí para demostrarlo." Vanessa, sintiendo la tensión en el aire, intercaló: "Gabriel ha trabajado mucho para llegar hasta aquí, y estoy orgullosa de estar a su lado." La velada transcurrió con normalidad hasta que llegó el momento de los discursos. Gabriel fue invitado a hablar sobre su experiencia y su recuperación. Con un esfuerzo visible, se dirigió al podio, donde Vanessa lo ayudó a situarse. "Buenas noches a todos. Es un honor estar aquí hoy, después de lo que ha sido un viaje largo y arduo. Hace cuatro años, un accidente cambió mi vida para siempre. Perdí la capacidad de caminar, pero gané algo mucho más valioso: la fortaleza interna y el apoyo incondicional de mi prometida, Vanessa." Vanessa, sentada entre la audiencia, sentía el orgullo y la emoción al escuchar las palabras de Gabriel. Sabía lo difícil que había sido para él llegar a este punto, y verla allí, tan fuerte y decidido, la llenaba de una alegría indescriptible. "Hoy, no solo celebro mi regreso, sino también la resiliencia del espíritu humano. A todos los que enfrentan desafíos similares, les digo: nunca se rindan. Con determinación y apoyo, todo es posible." El público estalló en aplausos, reconociendo la valentía y el espíritu indomable de Gabriel. Vanessa se unió a él en el podio, y juntos recibieron la ovación, una clara señal de que su regreso había sido un éxito rotundo. Al final de la noche, mientras se dirigían de vuelta a la mansión, Gabriel se sintió más ligero, como si una carga hubiera sido levantada de sus hombros. "Lo hicimos, Vanessa. Estamos de vuelta," dijo con una sonrisa genuina. Vanessa, apretando suavemente su mano, respondió: "Siempre estuvimos aquí, Gabriel. Solo necesitábamos recordarle al mundo quiénes somos." A partir de esa noche, la vida de Gabriel y Vanessa comenzó a cambiar. Las apariciones públicas se volvieron más frecuentes, y la sociedad empezó a aceptar a la pareja con una nueva perspectiva. Gabriel, con Vanessa a su lado, estaba decidido a no solo recuperar su posición, sino a redefinir lo que significaba ser un Rothschild en el mundo moderno. A medida que Gabriel y Vanessa empezaron a hacer más apariciones públicas, la atención se centró cada vez más en Vanessa. Su belleza, elegancia y misterio capturaron la imaginación de todos los que la conocían. Las revistas de sociedad no tardaron en dedicarle portadas, y su historia de apoyo incondicional a Gabriel la convirtió en una figura admirada y envidiada. En una elegante recepción en el Waldorf Astoria, Vanessa fue el centro de atención. Los reporteros no dejaban de hacerle preguntas sobre su relación con Gabriel y sobre cómo había influido en su recuperación. Vanessa respondió con gracia y modestia, siempre destacando la fortaleza de Gabriel y minimizando su propio papel. "Vanessa, ¿cómo ha sido su vida desde que conoció a Gabriel?" preguntó una reportera del New York Times. "Ha sido un viaje increíble. Gabriel es un hombre extraordinario, y cada día a su lado es una lección de resiliencia y amor," respondió Vanessa con una sonrisa cálida. Las damas de la alta sociedad, sin embargo, no podían evitar susurrar entre ellas. "¿De dónde habrá salido esta chica?" "¿Qué sabe ella del mundo de los Rothschild?" "¿Es realmente digna de Gabriel?" Isabella, siempre celosa de la atención que Vanessa recibía, no perdía oportunidad para lanzar comentarios despectivos. "No entiendo cómo Gabriel puede estar tan ciego. Vanessa no pertenece a nuestro mundo," decía a sus amigas en voz baja, pero lo suficientemente alto para que Vanessa pudiera oír. Vanessa, consciente de los murmullos y miradas, mantenía su compostura. Había aprendido a lidiar con la crítica y el juicio, pero cada palabra hiriente alimentaba su determinación de demostrar su valía. Una tarde, mientras Vanessa practicaba ballet en una sala de la mansión, Beatrice, la madre de Gabriel, la observó en silencio. Intrigada por la gracia y dedicación de Vanessa, decidió acercarse. "Vanessa, debo admitir que me sorprendiste. No esperaba ver a alguien tan joven y hermosa tan dedicada a mi hijo," dijo Beatrice, con una mezcla de admiración y reserva. Vanessa se detuvo y se volvió hacia ella, con una sonrisa tranquila. "Señora Rothschild, Gabriel es mi todo. Haré lo que sea necesario para verlo feliz y recuperado." Beatrice asintió, un atisbo de aprobación en sus ojos. "Espero que puedas cumplir tus promesas, querida. Gabriel merece lo mejor, y él parece pensar que tú eres eso." Los días siguientes trajeron más desafíos. Las apariciones de Vanessa en eventos de caridad y recepciones se volvieron rutina, y con cada una, la curiosidad y las especulaciones sobre su pasado crecían. Sin embargo, Vanessa se mantenía firme, siempre al lado de Gabriel, siendo su pilar y su escudo. Un día, mientras Gabriel revisaba unos documentos en su estudio, Vanessa entró con una sonrisa y una pila de recortes de periódicos. "Mira, Gabriel, parece que estoy en todas partes," dijo, riendo suavemente. Gabriel alzó la vista y le devolvió la sonrisa. "Eres un fenómeno, Vanessa. Has traído luz a mi vida y ahora a la de todos los demás." Vanessa se acercó y le dio un beso en la frente. "Todo por ti, Gabriel. Siempre." Con el tiempo, incluso los más escépticos comenzaron a aceptar a Vanessa. Su dedicación, inteligencia y amabilidad ganaron los corazones de muchos, y su relación con Gabriel se fortaleció, convirtiéndose en un ejemplo de amor verdadero y superación. A medida que la sociedad neoyorquina se adaptaba a la presencia de Vanessa, los Rothschild se dieron cuenta de que ella no solo era digna de su apellido, sino que también estaba destinada a dejar una huella indeleble en la historia de su familia. En la tranquilidad de la mansión Rothschild, Isabella no podía ocultar su creciente resentimiento. Cada día, Vanessa parecía ganar más notoriedad, robando la atención que Isabella siempre había considerado suya por derecho. Una tarde, en el salón principal, Isabella confrontó a su madre, Beatrice, sobre la situación. "Madre, no entiendo por qué esta extraña está recibiendo más atención que tú y yo. ¿Qué tiene Vanessa que nosotros no tengamos?" preguntó Isabella, su voz cargada de frustración. Beatrice, quien estaba sentada en un elegante sillón, observó a su hija con una expresión calculada. "Isabella, aunque no me agrade admitirlo, Vanessa es una belleza incomparable. Tiene una gracia natural que la hace destacar. Es como si estuviera hecha para este mundo." Isabella frunció el ceño. "¿Comparada con quién, madre? ¿Grace Kelly? ¿Audrey Hepburn? ¿Elizabeth Taylor?" Beatrice asintió lentamente. "Sí, comparada con ellas. Vanessa tiene esa cualidad intemporal que la hace brillar. Y aunque no lo quieras aceptar, eso es algo que ni tú ni yo podemos cambiar." Isabella, claramente molesta, se levantó y comenzó a pasearse por la habitación. "No puedo soportar verla recibir toda la atención. Esto no es justo." Beatrice suspiró. "Querida, la vida rara vez es justa. Lo importante es cómo manejamos las situaciones. Vanessa ha demostrado ser una aliada valiosa para Gabriel. Debemos aceptarla, al menos públicamente." Mientras tanto, Vanessa continuaba dedicándose a sus estudios de periodismo y a su relación con Gabriel. A pesar de las tensiones internas en la familia Rothschild, ella se mantenía enfocada en su objetivo de apoyar a Gabriel y construir una vida juntos. Una noche, mientras Vanessa practicaba ballet en el estudio de la mansión, Beatrice la observó una vez más. Esta vez, en lugar de acercarse, simplemente la miró desde la distancia. Observó cómo Vanessa se movía con una gracia y elegancia que recordaban a las más grandes bailarinas de su tiempo. Había algo innegablemente cautivador en ella. Gabriel, quien también había estado observando, se acercó a su madre. "¿Qué opinas, madre?" Beatrice, con una sonrisa leve, respondió: "Debo admitir que Vanessa tiene una presencia impresionante. Ella podría haber sido una estrella en cualquier escenario del mundo." Gabriel asintió. "Lo sé. Y es por eso que no permitiré que nadie la subestime." A medida que la familia Rothschild se adaptaba a la nueva dinámica, Vanessa y Gabriel continuaron enfrentando desafíos juntos. Aunque su relación aún no había florecido en amor, había una creciente cercanía entre ellos. Gabriel comenzó a notar pequeños detalles sobre Vanessa que antes pasaban desapercibidos. La manera en que su rostro se iluminaba al hablar de periodismo, la determinación en sus ojos cuando enfrentaba dificultades, y la calidez de su sonrisa cuando pensaba que nadie la observaba. Vanessa, por su parte, empezó a ver más allá de la fachada amarga de Gabriel. Aunque seguía siendo un hombre duro e irritable, había momentos en los que dejaba entrever una vulnerabilidad que ella encontraba conmovedora. La noche en que compartieron cama por primera vez, sintió una conexión que iba más allá de las palabras, un entendimiento tácito que solo crecía con el tiempo. En la siguiente gala benéfica, Vanessa y Gabriel hicieron una entrada espectacular. Vanessa, vestida con un elegante vestido de seda azul, capturó la atención de todos los presentes. Gabriel, a su lado, irradiaba una presencia imponente desde su silla de ruedas. Mientras los flashes de las cámaras los rodeaban, Isabella observaba desde la distancia, su envidia cada vez más palpable. No podía entender cómo una mujer sin apellido ilustre había logrado conquistar a la alta sociedad. "¿Cómo puede alguien como ella, de origen tan dudoso, robar toda la atención?" murmuró Isabella a una de sus amigas cercanas. "Isabella, querida, deberías aprender a aceptar la realidad. Vanessa tiene un encanto que pocos pueden igualar," respondió su amiga, sin intención de consolarla.
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