2. Ojitos.

1487 Words
Cuando Raúl recibió el link del perfil de la muchacha también creyó que ella podría ser la indicada. Le mandó un mensaje y no tuvo que esperar mucho para que ella respondiera.  Raúl: ¡Hola! ¿Cómo estás? Soy manager de los chicos de Moonlight y necesito pedirte un favor. M.Méndez: Hola, sé quién es usted, y claro, dígame en que puedo ayudarle. Raúl: Necesitamos de tu ayuda por un año. M.Méndez: Es mucho tiempo, pero creo poder hacerlo. Raúl: ¡Perfecto! Necesito que seas la novia de Christopher Ventura. M.Méndez: ¿Qué? Es una buena broma. Raúl: Sé que suena como una broma, pero no lo es. ¿Podrías hacerlo, por favor? M.Méndez: ¿No es fácil que sea una modelo? Será más creíble. Raúl: Necesitamos que sea vea real, y con una modelo no funcionará. M.Méndez: ¿Una cantante, actriz, presentadora, Youtuber, influencer? Raúl: Te necesitamos a ti, por favor. M.Méndez: ¿Puedo pensarlo? Raúl: Sí. Tranquila te daremos ropa, maquillaje, lo que pidas con tal que nos ayudes. M.Méndez: Lo pensaré, mañana le digo. Buenas noches. Raúl: Buenas noches... ¿Me dices tu nombre? M.Méndez: Me llamo Mónica. Raúl: Buenas noches, Mónica. La castaña deja su celular debajo de la almohada y se recuesta boca arriba, pensando. Le parece que todo esto no es más que una jodida broma y mañana en la mañana le dirán: Caíste. Pero, por otro lado, ha visto a Raúl, sabe que él no se prestaría para una broma así. Además, él mismo le escribió, no fue un mensaje desde la cuenta de Moonlight o de Christopher. ¡Fue Raúl! Y la cosa es seria. Piensa en todas las ventajas y desventajas del asunto. Termina los ejercicios de matemática y guarda sus cosas, en un pedazo de papel, escribe Sí o No, luego los corta y envuelve, los mezcla y coloca en su mesita de noche, mañana el papel que escoja será su respuesta. Despierta con el sonido de su alarma, y la voz de su madre gritando mientras toca las puertas. Se quita las sábanas de su cuerpo y se dirige rápido a tomar un baño, al salir se seca el cuerpo y envuelve una toalla en su cabeza, se viste con la ropa que escogió la noche anterior, el clima es cálido hoy, así que cambia el suéter de lana por una camiseta de color vino con un estampado que dice: Enjoy your live.   Toma sus cosas y se regresa para escoger un papelito, se cuelga una correa de la mochila en el hombro derecho y baja corriendo por las escaleras, a mitad de estas se topa con su padre quien sube. —Buenos días, Mon. — saluda, la castaña sonríe y deja un beso en su mejilla. —Hola, papá. — sigue bajando y da vuelta a la derecha hallándose a su madre y hermano, el pequeño pelinegro come sus cereales con pereza, su madre fríe huevos. Mónica deja su mochila en la silla y se hace una taza de café con leche, también unta mantequilla en un pan y come. —Siéntate, me desesperas— comenta su hermano, la castaña no lo toma en cuenta y se mueve cuando su madre va a tomar un plato. —¿No tienes frío? —comenta su progenitora mientras mira con desaprobación la simple camiseta que usa su hija. La castaña mira los ojos negros de su madre y sabe que se llevará un regaño si dice no. —Ay, olvidé mi chamarra arriba. — se excusa, su madre asiente y sigue con su tarea. Su padre entra en la cocina y se sienta en la mesa, su esposa le sirve el desayuno y todos están sentados en la mesa. Mónica mira el papelito y mientras sus padres hablan sobre salir hoy en la tarde a la propiedad que tienen, ella abre el papelito. Un radiante NO se halla escrito, aliviada lanzó el papel a la basura. Todos rápido se levantaron de la mesa y dejaron los platos en el fregadero, la castaña junto a su hermano, Jacob corrieron para lavarse los dientes. Apenas terminaron Mónica entró a su habitación y tomó una chamarra. —Te llevas a tu hermano a la escuela. — pidió su madre, aunque sabía que eso era una orden. —Ya. —cedió y el mocoso le sonrió. — Ni pienses que pondrás música. —Amargada. — Jacob rodó los ojos. Se despidieron de sus padres y su madre les dio el dinero. —¿Hay gasolina? — exclamó su madre. La castaña dudó. —No sé. —su madre rodó los ojos y le dio dinero para la gasolina. Tenían dos carros, el segundo lo habían comprado hace dos años para que Mónica pudiera movilizarse más rápido y más seguro cuando le tocaban clases en la noche, ya que fueron varias veces las que le robaron en la salida de la universidad. Mónica quitó el seguro del auto y se montó, su hermano abrió la puerta del garaje, salió primero el carro de sus padres y luego el de su hermana, cerró de nuevo la puerta y se subió al auto. —Cinturón. — recordó la castaña. Se dirigieron hacía la escuela del pelinegro que quedaba a una media hora de la universidad. —Mamá no podrá recogerte, y yo tengo clases. ¿Podrás ir en bus? —Claro que puedo, tengo doce años. Así ya no me gritarás que me apure. — su hermano se burló. —Oh, cállate. Cuando llegaron a la escuela, el tráfico era terrible y el sonido de las bocinas de los otros autos era irritante. —Nos vemos en la casa. — se despidió la castaña. Jacob asintió y chocó los puños con su hermana para luego bajar del auto y entrar a la escuela. Odiaba que no hallaba estacionamiento a esta hora, siempre estaba medio vacío, pero justo hoy todos parecían que habían comprado carro. Tuvo que dar la vuelta hasta el otro campus, cogió sus cosas y corrió a clases, su pelinegra amiga esperaba cerca de la cafetería con sus auriculares puestos y un bonito conjunto. —Hey, hola. — saludó apenas llegó, la pelinegra le sonrió y desconectó los audífonos. —Hola, Mon. — la bonita pelinegra entrelazó sus brazos y caminaron hasta sus respectivos bloques, en el bloque de artes estaban las dos, solo que cada carrera estaba separada por el bloque de arquitectura, el bloque de artes se dividía en dos, Mónica estaba en el bloque E y Fernanda en el D. —Te tengo un chisme de los buenos. — anunció Fernanda, claro que ella siempre tenía la mala costumbre de decir las cosas interesantes cuando faltaban dos minutos para que las clases iniciarán. —adivina quién está interesado en quien. —Oh, eres una maldita, te veo en la hora libre. — la pelinegra vio cómo su castaña amiga corría y detrás de ella subía la profesora. En Miami, Christopher estaba desesperado, no había podido disfrutar de su delicioso desayuno, la presión del maldito castigo estaba sobre él. En cambio, Raúl y los chicos estaban tranquilos, solo él jugaba con el tenedor. —Creo que esta niña se olvidó. — masculló Raúl mientras revisaba el celular. —O solo te está ignorando. — canturreó Jay mientras ponía otra tortita en su plato. —Yo también hiciera lo mismo. — Christopher lo miró mal. — I´m just say… —Oye. —Es verdad, men, pobre chica. Christopher intentó un golpe en el brazo, pero el rizado lo hizo antes. —Sabes que es verdad, no hay razón para que te hagas el ofendido.   Raúl verificó su celular cuando este sonó, y sus planes se fueron a la borda cuando vio la negativa de la muchacha. M.Méndez: Lo siento, pero no puedo hacerlo, es algo que rebasa todos los límites que tengo y no me siento capaz. Raúl: Por favor, Mónica. De igual forma no es como que vayas a pasar todos los días con Chris sé que es desesperante pero no estarás mucho tiempo con él. Te ayudaré en lo que necesites. M.Méndez: No quiero sonar interesada. Raúl: No lo es, es como un intercambio, ayudas a Chris y te ayudo. Por favor, ¿qué necesitas que haga? M.Méndez: ¿Puedo pedírtelo después? Raúl: Claro, ¿Es un sí? M.Méndez: Sí. Raúl: ¡Gracias! Estaré con Chris en Ecuador este fin de semana. M.Méndez: Claro..., espera no. —Christopher, empaca tus maletas nos vamos a Ecuador. —¿Qué? ¿Todos? —cuestionó el ecuatoriano. —No, solo tú y yo. Los demás van a casa serán unas mini vacaciones. —anunció Raúl. —Yo quiero ir. —chilló Elián, su madre lo miró. —Yo también. —dijeron los demás, menos Jay, Zack golpeó su hombro y Jay asintió. —No, tendría que pagar de las habitaciones, comida… y no. —Oye, sería una forma creíble para que crean que conocemos a la novia de Chris desde hace tiempo, te conviene y a Chris también. El mánager suspiró rendido porque parte de su trabajo era cuidar de estos chicos. —Bien, empaquen y si piden comida de más les descuento el sueldo. —los chicos sonrieron y se levantaron rápido para arreglar las maletas. El ecuatoriano esperó a que los demás salgan y habló: —¿En verdad lo hará? —el manager asintió. —¿Cómo se llama? —Mónica, y casi no lo hace. Así que pórtate bien, ¿de acuerdo? —Claro. — el castaño salió y pulsó el botón del ascensor. —Mónica, … ojitos suena mejor.
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