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¡Maldición! ¡Sus ronquidos iban a volverme loca!
Tomé una almohada y cubrí mis oídos, me di la vuelta sobre la cama y ni aún así me libraba de ellos. Se seguían escuchando igual de fuertes.
Probé con unos tapones para los oídos, pero, o eran de mala calidad, o los ronquidos de Patrick eran radioactivos, alguna clase de súper poder que tenían como objetivo desintegrar los tímpanos de las personas. Aún con la tormenta que caía afuera, el retumbo de un trueno no se comparaba a sus ruidos.
¡Cielos! ¡Qué horror!
Le lancé una patada doble, lo boté de la cama y me asomé a la orilla al no escuchar ningún nuevo sonido de ultratumba salir de su boca. Pensé que se había despertado, pero no, de alguna manera el golpe no le había afectado en nada, y para cuando canté victoria y me dispuse a
