Salir del apartamento de Adara para Karl fue la prueba de fuego más difícil de afrontar, si bien reconoce el riesgo de estar con ella solos en una misma habitación, acepta que cualquier cosa que quiera con ella por encima de una amistad, ha de ser consentido por ambos. Para él no es un secreto el deseo creciente que comenzó a sentir por ella al momento de besarla en Parikia. Lo que pensaba que sería solo un rato agradable, le está dando visos de algo más íntimo. La calidez e inocencia de Adara lo tienen cautivado, esa dulzura que se desprende de sus ojos no la ha visto en ninguna otra mujer. Pese a sus esfuerzos por demostrarle lo contrario, Karl sabe y siente que ella está pasando por sus mismas emociones. Sabe que debe poner todo de sí para demostrarse que tiene paciencia, para saber

