Sintiéndose totalmente extraña, Adara entró a la casa de sus padres. Todo estaba en absoluto silencio. Parecía como si no hubiese nadie en casa. Revisó en la cocina, el jardín, y en la habitación de sus padres y no los encontró en ninguno de los lugares donde los buscó. Suspirando profundamente al tiempo que llevó una mano a su cabello para soltarse la cola de caballo, se dirigió a su habitación, cerró la puerta, se sentó en el borde de su cama para quitarse los zapatos y el resto de la ropa. Mentalmente agradeció la ausencia de sus padres, en este momento no se siente la persona más indicada para compartir con ellos. Seguramente querrán saber de Karl, y ahora, justo en este instante, es cuando menos capacidad tiene para emitir un juicio con objetividad, una opinión de él que no ponga

