Me quedé totalmente inmóvil en mi silla, no daba crédito a lo que había escuchado. ¡¿Ese hombre había dicho mi nombre?! ¡¿Mi verdadero nombre?! Sí, sí lo había hecho pero ¿cómo? ¿Cómo sabía que no era Jessica? Comencé a rememorar todos los pocos momentos que compartí con Sebastian y en ninguno de ellos había cometido ninguna imprudencia.
Mi cara debía de ser todo un poema, y la estupefacción se debía de reflejar en ella. Sabía que por cada segundo que pasaba sin hablar le confirmaba sus palabras, así que recuperándome de la impresión y plantando la más falsa de las sonrisas en mi rostro me dispuse a negar lo que había dicho.
—Y al parecer tú eres un excelente comediante.¿Rosa Díaz?—fingí una pequeña risa como si sus palabras en verdad fueran un completo absurdo—¿Quién se supone que es e
