"¿Guiada por quién, por la puta luna?" murmuró Cicatriz, más para sí mismo que para los demás. "Por aquellos que aún creen en la luz, incluso en la oscuridad más profunda," respondió Luna de Plata, ignorando el sarcasmo. "He aprendido a **entrelazarme con las sombras**, a percibir los hilos de la desesperación que la putrefacción utiliza para tejer su influencia." Su pelaje plateado pareció ondear por un instante, y una tenue sombra se desprendió de ella, danzando en el aire antes de desvanecerse. "Puedo moverme sin ser vista, sin dejar rastro, y puedo discernir las debilidades de la corrupción." Rayo de Sol no podía creer lo que oía. Los espíritus les habían dado dones, pero Luna de Plata parecía haber regresado con los suyos, forjados en el fuego de su propia búsqueda. Su habilidad par

