La paz había regresado a su valle, pero era una paz frágil, teñida por la memoria de la oscuridad. Rayo de Sol sabía que el futuro traería más desafíos, más batallas. Pero ahora, con su manada a salvo en su hogar ancestral, sentía una nueva fuerza, una renovada determinación. La manada de Rayo de Sol había regresado, y estaban listos para defender su hogar hasta el último aliento. Los días que siguieron al regreso fueron un torbellino de actividad y curación. El valle de Rayo de Sol, antes un remanso de paz, se transformó en un campamento de recuperación y preparación. Las guaridas ancestrales se llenaron de los gemidos de los heridos y el murmullo tranquilizador de las lobas que los cuidaban. Los lobos más viejos, conocedores de las hierbas curativas, trabajaban sin descanso, sus hocicos

