Habían pasado varias lunas desde la ceremonia en honor a Luna Plateada. La manada de Rayo de Sol prosperaba bajo un manto de unidad renovada. Los rituales que establecieron se convirtieron en el corazón palpitante de su comunidad, fortaleciendo los lazos con cada aullido compartido bajo el cielo estrellado. Las patrullas en las fronteras de su territorio ya no eran solo un deber, sino una afirmación de su dominio, un baile coordinado de fuerza y confianza. Rayo de Sol, ahora más seguro en su rol de líder, guiaba con una mezcla de la fiereza de su juventud y la sabiduría heredada de su mentora. Sin embargo, la naturaleza es un tapiz de calma y caos, y la paz de la manada estaba a punto de ser puesta a prueba de una forma que nadie anticipaba. Fue durante una patrulla al atardecer, cuando

