El sol de la mañana se filtraba suavemente a través de las copas de los árboles, bañando el valle de Rayo de Sol con una luz cálida y reconfortante. El aire estaba fresco y puro, libre del hedor a miedo y malicia que había impregnado los días anteriores. La manada, aunque aún con las cicatrices de la batalla, se movía con un nuevo propósito, una quietud de paz ganada. Rayo de Sol, Llama del Ocaso, Amarok, Garras Rojas y Viento Veloz habían regresado a casa, agotados pero victoriosos. Su llegada fue recibida con aullidos de alegría y alivio, un coro de bienvenida que resonó por todo el valle. Aurora fue la primera en correr hacia su hermano, sus ojos llenos de lágrimas de gratitud mientras lo abrazaba. "Lo lograste, Rayo de Sol", susurró, su voz temblaba. "Realmente lo hiciste." Rayo de

