Llama del Ocaso se adelantó, sus ojos acostumbrándose a la penumbra. "Adentro, la mierda se pone seria. Garras Rojas, tú y yo al frente. Amarok y Viento Veloz en la retaguardia. Aurora, tú en medio, cerca de mí. Cicatriz, mantente cerca." La entrada a las Profundidades Silenciosas era una boca de piedra que los engullía. La oscuridad era total, tan densa que podían sentirla como una capa sobre sus pelajes. Se movían despacio, guiándose por el olfato y el tacto, sus patas buscando agarre en el suelo irregular. De pronto, un sonido metálico y chirriante rompió el silencio. No era natural. Era el sonido de la roca raspando contra la roca, un sonido que te congelaba la sangre. "¡Quietos!", siseó Llama del Ocaso. "Hay algo aquí. Y no es una puta roca cayendo." Unas luces tenues y fluctuante

