6 Dax Aguardé; nuestras respiraciones se entremezclaban, sus exuberantes piernas estrujaban las mías. En vez de responder, ladeó su mentón y su boca conectó con la mía. En aquel momento, en ese instante, la bestia se asomó. Se apoderó del beso, enredando una mano en sus cabellos, tomando su cabeza e inclinándola de la manera perfecta para poder besarla profundamente. Mi lengua invadió su boca, hallando la suya y enredándose en ella, degustándola, lamiéndola. Su sabor solo intensificó mi deseo y presioné mi muslo contra ella, esperando que lo usara, que lo cabalgara y encontrara su propio placer. No me negó esto, pues se revolvió y se impulsó con los dedos de sus pies para moverse sobre mí mientras la seguía besando. Su labio inferior era tan suave y mortal como lo había sospechado. Su

