AGNA Cristopher camina conmigo en sus hombros como si fuera un costal de papas, la sangre que me está yendo para la cabeza y mi mundo comienza a girar. -¿Me puedes bajar ya? - Le digo como por milésima vez. -¡Cuando lleguemos a un lugar donde podamos hablar tranquilos! – Dice. Sigue caminando, mira todos los salones, me imagino buscando alguno que esté vacío, mi cuerpo comienza a temblar, no quiero estar a solas con él, estoy en un punto donde, aunque nunca he tenido una relación s****l, mi cuerpo ha entrado en un estado de excitación, siento que no soy normal, porque no se puede ser normal, cuando te excita soñar que te persiguen, que te cortan la respiración, que te amordazan y te follan hasta perder el conocimiento. -¡Ya te dije que no tengo que hablar nada contigo! – Chillo.

