Amaia El sol de la tarde ha perdido su calidez cuando entro al estacionamiento del lugar donde será el trabajo de catering de esta noche. Las camionetas de Luxor están estacionadas junto a la acera y veo el auto de Dalia en la parte trasera del lote junto al de Isaac. Me estaciono a su lado, salgo y camino rápido hacia la puerta trasera. Esta tarde me ha descolocado. Odio esta sensación molesta en la boca del estómago de que todo se está desmoronando, de que las cosas no son capaces de terminar bien. Solo despierta tantos malos sentimientos que me encuentro queriendo vomitar cada pocos minutos. —Señora Gardner, ¿viste las fotos en el sitio web de Malarky? ¿Viste a tu esposo esnifando cocaína de los pechos de una prostituta? —Mami, ¿por qué nos dejó papá? ¿Ya no me quiere? —Eres una m

