Tristán
El dolor en mi rostro se debe a la falsa sonrisa que mantengo pegada en las mejillas. No dejo que se desvanezca a pesar de la incomodidad, porque si permito que se quiebre el barniz, sé que no podré recuperarlo. Aunque he tenido que fingir un millón de veces antes, nunca he tenido que hacerlo de esta manera.
Un hombre que ha estado esperando más de una hora para hablar conmigo finalmente se acerca a mi mesa. Mi comida está intacta, mi copa de vino aún llena, mientras reúno fuerzas para entretener a otro posible votante.
Cada parte de mí quiere irse, no hay ni un ápice de diversión o deseo de estar aquí. Normalmente disfruto de estos pequeños eventos. Pero no esta noche.
Esta noche quiero estar en una casita al otro lado de la ciudad, sentado en un sofá desgastado en pantalones
