AMAIA
Es tarde cuando regreso a mi pequeño alquiler de dos habitaciones al otro lado de la ciudad. La luz de la cocina está encendida cuando entro en el camino de acceso y apago el motor. Veo que las cortinas se mueven y mi madre me observa desde la ventana.
Camino por la acera, casi tropezando con una de las pelotas de béisbol de Frederick. Mi mente está dispersa, todavía en el sendero de los jardines con Tristan.
Había olvidado cómo se siente esto. La emoción de despertar el interés de alguien, la sensación de ser deseada por un hombre. Tal vez Hayden me hizo sentir así al principio, pero si fue así, eso se desvaneció rápidamente por algo más… cotidiano. Incluso las pocas citas que he tenido desde entonces nunca desataron este tipo de energía. La forma en que él me mira, el fuego de s
