Amaia El periódico de la mañana me mira desde la mesa de la cocina. La euforia que había estado sintiendo por cómo han ido las cosas con Tristán, incluido nuestro acuerdo de hacer pública nuestra relación ayer, se ha evaporado por completo. Mi labio tiembla mientras paso la página y, por centésima vez, leo los titulares uno al lado del otro. "El Alcalde Campbell está fuera del mercado" y "El Alcalde Campbell envuelto en un escándalo de aborto" me gritan en blanco y n***o. —¿Qué estás pensando? —pregunta Dalia, con su mano en mi hombro. —No lo sé. —Mi voz suena tan débil, incluso para mí, y Dalia aprieta mi brazo. Vino en cuanto la llamé antes, justo después de que mi madre me llamara con preguntas sobre los artículos. Por supuesto, no tenía idea de que algo estaba pasando y cuando

