TRISTÁN Las palabras comienzan a nadar en la página de la propuesta frente a mí. He estado trabajando sin parar desde antes del amanecer y no puedo leer ni una frase más. Me recuesto, intentando decidir entre café o una bebida energética, cuando un golpe brusco suena y la puerta se abre de golpe. —Oye, Tristán —dice Benedict, con Arthur pisándole los talones. —Pensé que te ibas hoy —digo. —No, creo que me quedaré un tiempo. Mi hombro está bastante dolorido, y si vuelvo a Tennessee, intentaré entrenar con los chicos y eso lo joderá aún más —se queja, moviendo el hombro. Me levanto, haciendo un poco de estiramiento por mi cuenta. Se siente bien moverme, hacer que la sangre fluya. No dormí nada anoche, mi mente yendo de la elección a Amaia y de vuelta otra vez. A las tres de la mañana,

