LA FAMILIA QUE NUNCA FUE

1410 Words
NARRA CAÍN Desperté de golpe, la alarma que indicaba un nuevo día, sonó y me hizo abrir los ojos. Me levante con pereza y me dirigí hasta el ventanal a recorrer las cortinas para que el sol de la mañana iluminara mi habitación. Luego tendí la cama y cuando terminé me dirigí al baño a tomar una ducha. —Caín, es hora del desayuno— como siempre, madame toco la puerta de mi habitación. —Ya voy, bajo en un minuto— estaba acabando de vestirme y cuando termine salí de mi habitación y baje hasta el comedor. Al llegar ahí, madame y Greta se encontraban sentadas a la mesa —Tardaste mucho en bajar— como siempre, Greta se quejó con todo el ánimo. —Cállate, loca— me siento en mi lugar y comienzo a desayunar. —Estúpido niño— vi que levanto su mano para soltarme un golpe, pero madame la detuvo. —Suficiente los dos— alzó la voz y Greta no tuvo otra opción más que resignarse y comenzar a comer. —Me las pagaras— susurro. —Madame, ¿Qué haremos el día de hoy?— la mire y ella a su vez me miro. —Iremos al mercado a comprar la comida y también haremos lo mismo de siempre— come un bocado de su almuerzo. —Genial— me levanté de mi lugar y fui a lavar mi plato. Oh, claro. Creo que no me he presentado, mi nombre es Caín Wilson. Soy el primogénito de Cori Wilson, pero lamentablemente ella murió cuando yo era un niño. Madame era su amiga o algo por el estilo y mi madre le pidió que cuidara de mí y de Greta. Luego tenemos a Greta, ella es mi hermana gemela, pero acá entre nos ya soy más guapo que ella. Madame se volvió un tanto reservada respecto a mi madre, ella nos arrebato toda fotografía de mi madre y nunca nos ha hablado de cómo era o que es a lo que se dedicaba. Hoy, por ejemplo, es uno de esos únicos días en los que puedo disfrutar de salir, aunque sea por un par de horas. Bueno, no digo que no salga para nada de la casa, pero solo me permito salir al jardín y nada más. —Caín, es hora de irnos— madame gritó desde la entrada de la casa. —Ya voy— baje corriendo las escaleras. Mi cara irradiaba felicidad y podía notarse con solo mirarla. —Guarda esa felicidad, solo iremos al supermercado— exclama Greta. Tengo que aceptar que a aunque tengamos la misma edad ella actúa como una niña pequeña e inmadura —Nadie te pidió que me miraras— la mire y le saque la lengua —A parte, tú no tienes p*******o salir y no sabes la emoción que siento al rodearme de más personas que no sean Greta y Greta. —Compórtense o no llevare a ninguno de los dos— madame se veía molesta y créeme, no querrás verla molesta. Todos subimos al auto, Greta tomo el lugar del copiloto y yo tuve que subir en la parte de atrás —Madame— Greta la llama. —¿Qué sucede? —¿Cuándo nos dirá como era nuestra madre?— cuestiona y la mira. —No ganaras nada si te lo digo, ella esta muerta y decirte que hacia o como era no la traerá de vuelta. —Eso lo se perfectamente, pero ni siquiera nos dejó conservar una fotografía suya. —Claro que la hay, ¿Acaso olvidaste la pintura de la sala? Era verdad, la única fotografía que tenemos, si se le puede llamar así, es el retrato que madame pintó cuando era joven. —Eso no cuenta como fotografía, ¿Cómo sabemos que esa hermosa mujer era nuestra madre? —¡SUFICIENTE!, si no quieres que te castigue tienes que parar con eso— su rostro reflejaba enfado —Si les oculte la verdad sobre su madre fue porque ella me lo pidió— mira a Greta —Confórmate con saber su nombre y también confórmate que no terminaron en un orfanato como ella. —Esta bien— Greta se cruza de brazos y se mantiene así hasta llegar al supermercado. —Ahora bajen y no me hagan enojar más— madame bajo del auto y azoto a puerta. Me libere del cinturón de seguridad y baje del auto, comencé a caminar detrás de Greta y luego los tres entramos al super. Madame nos estiro una lista —Divídanse y encuentren todo lo que dice ahí— da la vuelta —nos vemos en media hora en la caja numero tres y pobre del que se demore en llegar— comienza a caminar y se pierde entre los corredores. —Oye hermana— la llame, pero ella simplemente me ignoro y comenzó a buscar las cosas de su lista —Ash— me queje y mire la lista. Comencé a buscar, las cosas que marcaba la lista eran fáciles de conseguir, en primer lugar, tenía que llevar carne roja y carne de pollo. La lista también marcaba algunas cosas como pastas y comida enlatada, me dirigí a esa sección y comencé a buscar minuciosamente el tipo de pasta que le llevaría a madame. Cuando termine de poner todas las cosas de la lista en la canasta, camine hasta la caja en la que vería a madame y a Greta. En un descuido me tope con una persona —Lo siento— me disculpe y seguí caminando. Al llegar al punto de reunión, mi queridísima hermana ya se encontraba reunida con madame y al verme se burló —Que lento eres, Caín— comenzó a reír. Madame pago todas las cosas y luego salimos con las bolsas en las manos, las metimos al auto y regresamos a casa —Gracias por traernos— agradecí y luego me quite el cinturón de seguridad. Me salte un punto importante, el ¿Por qué tengo prohibió salir más allá del jardín? La respuesta es simple, mi madre murió por mi culpa. La cosa es que cuando era niño hui de casa y mi madre me busco desesperadamente, cuando me encontró me regreso a casa, pero durante el camino nos accidentamos y ella murió. Yo mismo me prohibí volver a salir solo de la casa para impedir otro accidente como el de mi madre. —Sabes que no tienes que hacer esto, nadie te prohibió salir. Tu puedes salir cuando lo desees. —No quiero cometer el mismo error de antes. —Pero eras un niño y no tuviste nada que ver con el que tu madre muriera. —Tal vez no, pero si nunca hubiera huido de casa mi madre jamás habría muerto— contuve las lágrimas, a pesar de que habían pasado muchos años aun me pesaba la muerte de mi madre. Cuando llegamos a la casa bajamos las cosas de la cajuela y entramos a la casa. —Vengan a ayudarme a preparar la comida— madame se encontraba en la cocina y estaba comenzando a lavar los vegetales. Fui hasta donde se encontraba y le ayudé a preparar la pasta. Cuando terminamos fuimos a comer y luego ella salió a trabajar. —Ya me voy al trabajo— se acerca al llavero y toma las llaves de su motocicleta —Recuerden las reglas, nada de abrir la puerta a desconocidos y tampoco tienen permitido encender la TV— abre la puerta de la casa —Quiero que se duerman temprano. —Ten un buen viaje— agregue antes de que se fuera. Greta fue a encerrarse a su habitación a hacer lo que sea que hiciera y yo por fin pude hacer lo que mas amaba. Bajé al sótano y fui a donde se encontraba el tocadiscos a reproducir mi canción favorita "Cant help falling in love". Luego me dirigí a terminar el cuadro al óleo que había comenzado a hacer hace algunos meses. La canción se repitió unas quince veces y cuando me dio sueño dejé todo como estaba y subí a dormir. El timbre de la casa sonó y me sorprendí. Fui hasta la puerta y la abrí, creí que era madame así que no dude en abrir. Me sorprendió ver que la persona que se encontraba del otro lado de la puerta era un hombre malherido. —Cori— susurro antes de desvanecerse frente a mí.
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