—¿Cuánto tiempo más vas a deambular toda la noche? —preguntó Bastián y Thamara se sintió un poco mal por ese hombre que seguía despertándose por su culpa. —No lo sé —respondió Thamara, que no solo estaba cansada, sino que también se sentía demasiado desesperada. Era ya la quinta noche desde que todo aquello había pasado y, al parecer, la chica no lograba sacarlo de su cabeza pues, en cuanto cerraba los ojos en la oscuridad, a su mente regresaba una que otra imagen que despertaba la ansiedad en su cuerpo. Entonces el insomnio era seguido por la desesperación, al punto de que la morena se paseaba por toda la habitación intentando que ese desagradable cosquilleo en sus piernas desapareciera y le permitiera dormir. Thamara estaba sentada sobre un sillón, meciéndose hacía atrás y hacia

