—Puedes tener más dinero de mí que de alguien más —aseguró Renata, fingiéndose confiada porque, a decir verdad, la sola presencia de ese hombre le provocaba temblar hasta la médula—. Mi papá es asquerosamente rico, y hará lo que sea por recuperarme. El hombre le miró fijamente, interesado en lo que ella mencionaba. Si ganaría más devolviéndola, que, vendiéndola, entonces tal vez valdría la pena intentarlo. —¿Cuánto me ofrecerá por ti? —preguntó el calvo cayendo directito en las redes de esa chica, que no pudo evitar respirar un poco al verlo optar por lo que ella sugería. —Todo lo que quieras —aseguró la rubia—, y será doble si incluyes al escuincle. El hombre de mirada aterradora fijó la vista en el mocoso que sostenía con una mano, y que no le parecía valiera la mitad que la chic

