Capitulo 11

861 Words
Dhara POV S  El reloj marcaba las 7:35 de la noche y aún Alexander no llegaba. Todavía no me acostumbro a ser la reina del mafioso y al parecer es real ya que no hago nada.   No te quejes tanto Dhara, ya tienes a tu mejor amiga, tienes a un hombre que está dispuesto a darlo todo por ti y tu cómo que aún no estas conforme ¿Qué es lo que piensas?   Mi móvil suena sacándome de los pensamientos de mi conciencia y rápidamente lo saco de mi bolsillo trasero y veo que es un número desconocido, pero que aun así contesto.   - ¿Hola? – hablo al teléfono.   - Solo llamo para darte información de tu supuesto mafioso. En realidad, ¿crees que lo conoces y que él de verdad quiere algo contigo? ¿Acaso te ha contado de su pasado? ¿Ya te contó de Danna? Pregúntale si es ella que lo atormenta ¿Si quiere salvarse de la culpa de su muerte? Adiós reina, me lo agradecerás - dijo una voz muy gruesa y desconocida para mí, ahí estaba. En eso pensaba.   En que no lo conozco.   Aún seguía inmóvil, en shock, con el celular en la mano y con la mirada perdida en la ventana. Sentí que la puerta se abría, pero no me molesté en voltearme, sabía que era él. Sus brazos rodearon mi cintura y beso mi cuello haciéndome estremecer. Mi punto débil. Sin embargo, no me inmute, no le respondí a nada, había explicaciones que tenía que darme.   - ¿Quién es Danna? - solté de una sin aguantarme. Sus besos y caricias se detuvieron.   - ¿Que? ¿Quién te habló de ella? – me preguntó abriendo los ojos como dos huevos fritos, aún no había empezado a contar absolutamente nada y ya se veía muy enojado.   - Lo sabía. No puedo confiar en ti. Vamos, ¿quieres hacerte creer que puedes salvarte conmigo? Explícame por qué no entiendo. Dices que soy tu novia ¡Si, pero falsa! - dije muy enojada también, un poco alterada.   - ¿Quién te dijo eso? ¿Quién te hablo de ella? -me alzó la voz muy fuerte.   - ¡Qué diablos te importa eso! - le grité furiosa.   Me miró, pasó sus manos por su cabello y lo despeinó, para luego avanzar hacia mí y detenerse a tan solo unos pocos centímetros de rozar nuestros cuerpos.   - ¿Quién te dijo eso? - me repitió, dándome escalofríos por la forma en que su voz se había agudizado y se había puesto ronca y temerosa.   -  Un ángel del cielo, ¿no sabes? – le conteste sarcástica.   - No juegues conmigo Dhara - me advirtió con una pronunciación lenta mientras me apuntaba con su dedo índice.   - Veo que te importó mucho, ¿la amaste de verdad? ¿Pero por qué la mataste? – lo cuestione con un nudo en la garganta. Su mirada se puso aún más fría, retrocedió y se paró en frente del espejo y estampó sus puños en el rompiendo el cristal en miles de pedazos. Me quedé estupefacta, puño tras puño golpeaba el cristal sin parar.   Yo solo cerré mis ojos y esperé que el ruido cesara y cuando así sucedió, su mirada estaba sobre mí, era furiosa.   - Tú no sabes nada de esta mierda! No sabes nada de mi pasado ni lo quieres saber, solo eres una Barbie más que todo te lo dieron y nunca pasó por el dolor ni el sufrimiento. ¡No sabes nada de la vida ni de lo que hay allá fuera ! - me gritó. Sus palabras fueron un vuelco para mi corazón. Estaba destrozada, acababa de destrozarlo.   - Tu si no sabes nada de mí, mafioso. Tu solo eres un maldito que acaba con la vida de los demás por dinero y cocaína, prostituyes mujeres y hasta eres capaz de asesinar niños. Yo puedo ser una Barbie más para ti y no me importa, tu si no tienes idea de quién soy ni de lo que pasé, y si a que tu madre te abandone, te hagan bullying en la escuela y por tal razón te cambies tres veces en un año para otra y te consideres fea e insegura de ti misma y poca cosa y te pongan en manos de psicólogos le llamas no saber que es el dolor, ni el sufrimiento, entonces quiero que me expliques que es y que se siente. Explícame maldito desquiciado, explícame - dije gritándole mientras mis lágrimas caían por mi rostro. Lo empujé, pero él fue más ágil que yo y me terminó abrazando.  Me abrazó fuertemente entre sus brazos.   Dios mío este hombre me va a volver loca.   - Perdóname, sabes que cuando estamos enojados las personas sufrimos de decir cosas que no pensamos, estaba segado por la rabia y la ira- dijo mirándome a los ojos, mostraba tristeza y arrepentimiento, pero no iba a decir que lo perdonaba.   Me sentó en uno de los sofás pequeños que adornaban la gran habitación y se sentó frente a mí. Me miro y luego bajó la mirada.   -Escucha lo que te voy a decir, Dhara- 
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