Sentía que mi cabeza iba a explotar.
No importaba cuantas veces me prometiera que no volvería a beber, parecía no tener ninguna clase de fuerza de voluntad para resistirme ante las tentaciones de aquel elixir diabólico. Pensar que hace unas horas había aterrizado en Nueva York para una entrevista de trabajo y ahora me encontraba quien sabe en qué lugar con el dolor de cabeza más grande que había tenido en mi vida.
Estire mi mano a través de la cama buscando…mi bolso o una mesa, sin ser consciente de que quería realmente, termine tocando algo que era suave y duro al mismo tiempo. Me basto un movimiento con las yemas de mis dedos para sentir la piel de alguien más, con el peor de los presentimientos, me senté muy rápido, tanto que las náuseas ascendieron por mi garganta amenazando con dejar salir lo que sea que haya ingerido la noche anterior y mi mundo giro radicalmente, puse una mano para detener aquel impulso, clave además mis dedos libres sobre la cama para recordarme que nada estaba girando, el mareo eventualmente desaparecería.
Hay un hombre desnudo en mi cama.
Bueno, tal vez no desnudo, pero sin camisa sin duda.
Es un error.
Pase saliva y me percate que estaba cubierta por una débil cobija blanca, me atreví a levantarla para darme cuenta que como sospechaba, estábamos desnudos. Banderas rojas comenzaron a sonar en mi cabeza ¡¿QUE DEMONIOS PASO ANOCHE?!
Mi cabeza comenzó a doler más, como si agujas se clavarán en ella, mientras trataba de recordar. Negué para mis adentros, sería inútil por ahora saber que había pasado con el dolor que sentía, para mi suerte medí cuenta que estábamos en una habitación de hotel o al menos eso parecía. El lugar era amplio con cortinas altas de un color oscuro para evitar que la luz las atravesara, con una pantalla gigantesca de televisión y no pude distinguir más cosas entre las sombras.
Pensé en el hombre que aguardaba a unos centímetros de mi posición. Su pecho subía y bajaba ajeno a los pensamientos que corrían por mi mente, se veía sumamente pacifico, ojalá yo pudiera verme de esa manera al dormir.
No soy buena en la charla de la humillación, ojalá no se despertara. Sentía que mi cara ardía de pensar en enfrentarlo. Nunca había tenido un momento así, no sabía cómo explicarle aún desconocido mi incomodidad. ¿Qué podía decir? Solo había visto esto en las películas.
“Hola, oye…no recuerdo nada de ayer, ¿Tienes alguna ETS? ¿Usamos protección...? ¿Inflamos globitos juntos?” seguro, eso saldría bien.
Nótese mi sarcasmo.
“Eh, disculpa, no recuerdo tu nombre, el mío es Joe, se lo que piensas… es nombre de chico, pero en realidad es el abreviativo de Joelin, mis padres se pusieron creativos juntando sus dos nombres para formar el mío” negué con mi cabeza por ese pensamiento, no había hablado con el tipo y ya estaba balbuceando.
Trate de deslizarme de la cama sin despertarlo y mi culo casi se estrella contra el suelo. Luego de algo parecido a un movimiento de Spiderman para no caerme fuerte y despertarlo, ni quedar desnuda me acerqué como pude al baño. Cerré la puerta y me recosté en ella.
En ese momento tuve un recuerdo bastante vivido.
“— …Tienes un acento diferente, me gusta como hablas…— era la voz de un hombre, sonaba varonil en mi cabeza, solo tenía ojos para su boca que estaba muy cerca de la mía.
— Viene en el mismo paquete que mi piel bronceada, son las ventajas de California…— acerque mi boca a la suya, rozándolo con mis palabras.
Estábamos sentados en los taburetes de la barra, note como sus piernas estaban abiertas rodeándome, tenía un brazo apoyado en la madera con los tragos y con sus dedos libres acerco mi nuca disminuyendo mi espacio hacia él, su loción era embriagadora. ¿Cómo alguien podía oler así? Almizcle con esencia masculina.
—¿Estas segura? ¿Quieres iniciar esto? Porque una vez nos besemos no abra vuelta atrás…- entonces sus ojos azules atrajeron los míos, era como si todo a nuestro alrededor hubiera desaparecido, sentía que estaba mirando algo increíblemente tentador pero peligroso.
Sin pensarme las consecuencias cerré la poca distancia que nos separaba…”
Demonios. Sin duda el alcohol me convertía en otra persona.
Active el interruptor. Me basto una mirada al espejo para sentirme como la mierda, mi maquillaje debía haberse corrido porque parecía tener huecos negros rodeando mis ojos haciendo que el azul que tenían se viera aún más claro, mi cabello rubio iba en todas las direcciones, trate de alisarlo con mi mano, pero sabía que necesitaría la ayuda de un cepillo si quería hacer un buen trabajo.
Abrí el grifo tratando de lavar algo de la vergüenza que sentía, esperaba que al final de aquel chorro encontrara algo de la dignidad que había perdido. Seguía sin entender como luego de una entrevista de trabajo dura, había perdido la cordura de esta manera.
Otro recuerdo cruzo por mi mente.
“…Rozó con la cara la parte inferior de los senos, besando cada una de las curvas, lamiendo suavemente los pezones, podía sentir su lengua áspera rozando mi piel, si seguía ese ritmo terminaría con la piel enrojecida, pero no podría importarme menos, me encontraba con los senos tan tensos, que ya no era posible que lo estuvieran más, era como si fuera una cuerda, completamente templada.
Rogaba en voz baja para que siguiera, pero él se tomaba su tiempo.
Cuando por fin cedió a mis suplicas, empezó a succionar ejerciendo una presión firme y lenta, a un ritmo enloquecedor, sentía como si estuviera en contacto con un cable eléctrico, mis terminaciones nerviosas, se encontraban como locas por sus acciones. No podía controlar mi cuerpo, me arqueaba violentamente en sus brazos; clavando mis uñas sobre su piel y apretando los dedos de mis pies, mi corazón me retumbaba en mi pecho opacando cualquier otro sonido, y tenía el pulso tan acelerado que empezaba a marearme, pero no quería que el parara.
Estaba segura que lo golpearía si él lo intentaba.
Me sentía impotente por no poder hacer lo mismo por él y complacerlo; habría hecho prácticamente cualquier cosa que deseara en este momento para que siguiera y aun así no estaba dentro de mí.
Sus besos comenzaron a bajar por la curva de mis senos en dirección a mi ombligo, mordisqueo lentamente después y paso su lengua por la línea que marcaba el hueso de mi cadera.
Cuando éste se detuvo, fue por su propia fuerza de voluntad, no por la de mía, estaba por deshacerme contra la pared como una gelatina.
Nuestros ojos se encontraron compartiendo un entendimiento profundo, como si las palabras ya no fueran necesarias.
Mi chico notó mi cuerpo temblar por el esfuerza que estaba haciendo al contenerme para no saltarle encima y gritas para pedir más. El chico tatuado me dio una tregua, me sentó erguida sobre su rodilla en la cama y apoyó su frente contra la mía, con los ojos fuertemente cerrados y las manos acariciando mis caderas y espalda desnuda.
—Si entro dentro de ti —dijo en tono ronco—No duraré mucho, me estas volviendo loco por completo, pero te garantizo que una vez superemos eso, no volverás a caminar mañana — parecía estar al borde como yo y eso hizo que mordiera mi labio.
Tal vez estaba loca, tenía que estarlo, porque cualquier tiempo con este hombre de misterio me ofrecía, me parecían mejores que ninguna otra cosa que pudiera imaginar en aquel momento…”