Cerré mis ojos con fuerza.
Mi aliento, que no sabía estaba conteniendo.
Bien, sin duda nos habíamos acostado esta noche, tendría que comprar la pastilla del día después. Dejé caer la sabana que envolvía mi cuerpo, dispuesta a darme una ducha cuando los vi en el espejo, un recorrido de chupones desde mis cejos hasta el inicio de mi tatuaje en el hueso de mi cadera.
¡Maldición!
Sonreí torcidamente. Bueno, sin duda esto no lo olvidaría.
La ducha en mármol con puertas de vidrio me sorprendió, tenía dos toallas mullidas tipo bata con una inscripción bordada en letra cursiva que no entendía. Busque en un estante debajo del lavado algún jabón e incluso un tarro de shampoo. Decidí bañar mi cabello para desenredar el enjambre que tenía. Parecía haber tenido una noche movida, lo más loco es que no recordaba nada, eso me hacía sentir algo decepcionada.
Termine de enjuagarme, me tome mi tiempo entre el agua caliente para relajarme. Tome valor envuelta entre la toalla para adentrarme nuevamente en el cuarto, para el momento en que salgo el individuo en cuestión aún se encuentra en un profundo sueño, lo cual agradecí.
Me sentía como Katty Perry en aquel video musical que despierta con aquel chico lindo en su cama, pero no recordaba nada, solo que yo no sabía si era un galán, pero podía apreciar dos cosas de él desde mi posición, la primera, es que le gusta ir al gimnasio porque su espalda se encuentra trabajada y la segunda, que le gustan los tatuajes, tenía uno particularmente trabajado en el brazo derecho, era una especie de banda rodeando su piel, llena de detalles en la escala de grises.
Me dispuse a buscar mi ropa que estaba regada por el suelo, ¿Dónde estaban mis bragas? Revolví el mar de cobijas y almohadas que botamos para finalmente verlas debajo de la cama, casi llegando al lado en que estaba el susodicho, ¿Cómo llegarían ahí? Gire mis ojos sorprendida de como reptaba ahora la ropa.
Las subí por mis piernas para ponerme encima el vestido de coctel que traía aparentemente porque era la única cosa de mi tamaño. Mi celular se encontraba en el mostrador al lado de la puerta del cuarto, lo cual medio una sensación de alivio.
Para mi suerte aún tenía algo de carga. 13%.
Había una lista considerable de mensajes cuando desbloquee el aparato, el cual parecía tener vida propia porque comenzó a sonar en mis manos, mis ojos volaron al hombre que comenzó a removerse en la cama, como pude silencie mi aparato hasta el punto en que casi se cae al suelo.
Tenía que irme si no quería tener aquella humillante charla.
Cuando estaba por irme vi unos tacones de aguja al lado de la puerta, solo eso me faltaba.
Los recogí saliendo del cuarto en las puntas de mis pies, pude ver mientras cerraba la puerta como el pecho de mi chico tatuado se levantaba de su posición, sus fuertes tríceps se contraían para ponerlo boca arriba, antes que terminara el movimiento ya había salido.
La luz natural le hizo algo de daño a mis ojos, el corredor era amplio, me las arregle para conseguir un elevador, marque el piso de la recepción, rezando porque esto acabara pronto. La alfombra bajo mis pies era muy suave, tenía suerte que el lugar contara con una, no era muy buena caminando a pie descalzo sobre cualquier superficie, tenía pies bastante sensibles.
En el último momento una mano detuvo las puertas cuando estaban a punto de cerrarse. Mi corazón se desbordo en mi pecho, ¿Seria…? ¿Podría ser él? ¿Si era el?, ¿Qué le digo?
Mi respiración se detuvo. Un cabello castaño claro se asomó, la sonrisa de un hombre joven con una playera verde me dejo en schok, ¿Era él? Como no recordaba su cara no podía decirlo, pero por su actitud despreocupada parecía estar ajeno a mis pensamientos, rápidamente entro al elevador con otro joven de una edad similar a la suya, parecían enfrascados en una conversación, parecía ser… ¿Frances? Bueno, eso me hizo sentirme aliviada. Cerré mis ojos recostando mi cabeza y poniendo mis manos en mi celular.
Los dos jóvenes no tenían nada que ver conmigo, el descenso del elevador comenzó.
Apoye mi cabeza y otro recuerdo vino a mi mente haciendo que mordiera mi labio.
“…sus dedos van a mi cuero cabelludo obligándome a mirarlo —Espero que sepas lo que estamos haciendo, porque ahora eres mía.
Placer se dispara a través de mis terminaciones nerviosas cuando él pellizca y retuerce. Sus dientes raspan la piel debajo de mi mandíbula, expuesta cuando me arqueo hacia su cuerpo.
Sus músculos me rodean, duros y fuertes, apretando y flexionando, su polla dolorosamente dura y sexy, frotándose por todo mi cuerpo y esparciendo su semen sobre mí. Estoy tan delirante, que quiero tener a este hombre dentro de mi sexo, mi boca y en mis manos, todo a la vez.
Se sumerge repentinamente de nuevo en mi funda, más duro y más profundo, sus dedos clavándose en mis caderas, y yo estoy mojada e hinchada todavía. Salgo al encuentro en cada uno de sus empujes, gimiendo desesperadamente su nombre. —Por favor.
Una risa masculina emerge de su garganta.
—Por favor… ¿Qué?
Esto no se trata de juegos previos. Es sobre reclamar y tomar, sobre liberar este pulsante y dañino dolor físico que es tan poderoso que hace que me duela el alma. Pero ahora estoy cantando por dentro. No puedo ni siquiera creer el modo en que él huele, la forma en que se siente. Más que todas mis fantasías.
Y me doy cuenta mientras estoy jadeando…”
Nunca había vivido una noche así con nadie, si fuera más aventurera podría subir ahora y enfrentarlo, pase saliva de pensar en que podíamos repetir lo que pasaba por mi mente, si esto era solo fragmentos quien sabe que más habíamos hecho.
Mordí mis labios pensando en que hacer.
El celular en mis manos comenzó a vibrar nuevamente. Lo puse rápidamente en mi oído luego de contestar, noté que ni siquiera me tomé el trabajo de ver el identificador de llamadas, me sentía distraída.
—¿Cómo te fue con el adonis de anoche? — me pregunto una alegre voz dentro del aparato, pude distinguir la voz de Zoé en la línea. Habíamos compartido algunos cursos de niñas durante los veranos y llegamos hacer muy cercanas, aunque me halla mudado al otro lado del país por el trabajo de mi padre.