Mi corazón latía con fuerza, tenía miedo de lo que ella pudiera decirme.
—Esa era justo la actitud que esperaba de ti, sin duda no me equivocaba cuando te elegí, pero basta de tonterías ven aquí y acompaña a tu abuela— dio un par de golpecitos en uno de los sofás cerca de donde estaba sentada.
Me acerque con premura, pero al mismo tiempo tomándome mi tiempo.
—¿Qué te gustaría preguntarme? — tenía la sensación de que quería algo de mí, pero no estaba segura que podría ser, trate de ser directa, no tener muchos rodeos y hacer las cosas de forma tranquila.
—¿Una abuela ya no puede conversar con su nieta? — saco una frase de cajón, pero sus ojos astutos parecían estarse burlando de mi inteligencia, sin duda parecía estar ocultándome algo.— muy bien, me atrapaste, estoy ansiosa porque me ha
