Mi amor Nórdico

Segundo encuentro: Señorita Perfecta.

❃Rowan❃

Miro dentro de aquel restaurante, donde me habían citado.

Realmente no me apetecía aquella reunión, pero no me quedaba más remedio que asistir.

El Sr. Berlucchi me había advertido de cuán importante era mantener a esta clienta satisfecha, aunque no me queda claro del todo si hablaba puramente del ámbito profesional, ya que, la Sra. Francesca Petit, me daba a entender, con cada encuentro, que quería más que un mantenimiento y renovación de su casa.

-Por aquí querido- La veo alzando la mano en mi dirección, llamando mi atención.

Debo aclarar que la señora Petit, aunque me dobla la edad, gracias a todas las cirugías que de seguro tiene, no está para nada mal, una lastima que no me vayan los rollos con clientas.

–Que suerte que pudiste venir, quise que nos encontráramos en este sitio para que fuera todo más… Intimo.- Susurra lo último, cuando ya estoy junto a ella y menea su cabello hacia un lado, al tiempo que posa su mano en mi antebrazo.

Delicadamente quito su mano de mí y corro la silla para que tome asiento nuevamente.

No lo hace enseguida, se toma su tiempo para bajar y dejar muy a mi vista sus pechos.

Su insistencia es tanta, que ya me hace sentir un poco incómodo, sobre todo, cuando el mozo llega junto a nosotros y ella no hace nada para disimular o al menos recatarse un poco.

-Pedí un poco de vino por adelantado, espero que no te moleste- Dice con inocencia. A lo que respondo con un simple asentimiento de cabeza.

Ambos le pedimos la especialidad del chef, que fue lo que nos recomendó en un principio y esperamos que vuelva con nuestra orden.

Llevamos más de media hora de “almuerzo” y de lo que menos hemos hablado es referente a la casa, sus preguntas se basan únicamente en temas personales.

Estoy teniendo pensamientos asesinos en este momento, y todos la incluyen a ella siendo la víctima; ¡Es insufrible!

-Disculpe señora Petit, iré un momento a los servicios- Me da una mala mirada y, entiendo que es porque nuevamente la traté de señora –Francesca- Corrijo y sonríe satisfecha.

Salgo despavorido, necesitado de esta lejanía, harto de sus toqueteos incesantes.

Por todos los cielos, literalmente me está acosando.

Salpico un poco agua en mis mejillas y me miro en el espejo una vez más, antes de decidir que ya es tiempo de darle la cara nuevamente a la situación.

Cuando voy caminando por el pasillo que va al salón, quedo en trance cuando veo a la castaña de ojos azules que atormenta mi sueño por las noches desde la fiesta de Justin.

Es ella.

Atraviesa el pasillo por enfrente de mí, sin inmutarse, y sale por una puerta.

Sin dudarlo la sigo, no se me va a perder de nuevo.

Salgo al exterior y lo primero que veo es una pared de ladrillos gastados, me doy cuenta de que estoy en el callejón al costado del restaurante.

Observo alrededor para encontrarla y la pillo mirándome fijamente, estática, de pie y con un cigarrillo entre sus dedos.

Se recompone enseguida y lleva con gracia y elegancia, ese asqueroso hábito hacia sus carnosos y apetecibles labios, donde le da una calada profunda, para luego, largar el humo.

-Aunque es un hábito horrible, debo admitir que te ves sexy haciéndolo- Dejo salir las palabras sin pensar y, me siento un poco estúpido.

-Supongo que… ¿Gracias?- Sonríe y niega con la cabeza.

-Solo digo lo que pienso- Muerde su labio inferior.

- Puedo notarlo- Le da un par de caladas más, lo apaga y tira la colilla al bote de basura.

No me pierdo ni un solo segundo de todo el proceso, realmente se ve sexy… Salgo de mis pensamientos cuando veo que está hablando, pero no oigo nada.

-¿Estás bien?- Ríe. Mi nuevo sonido favorito.

-Lo estoy, lo siento- Por favor idiota, no hagas lo mismo que la última vez.

-De acuerdo- Asiente y patea una piedrita.

-¿Trabajas acá?- Señalo el restaurante.

-Sí- mira el reloj que hay en su muñeca– Y por cierto, ya debo irme.

Vacila un poco antes de ponerse en marcha, y cuando pasa por mi lado rápidamente suelta un "Que disfrutes la comida."

Pero antes de que atraviese esa puerta y se desaparezca de nuevo, la detengo. Sostengo con una mano su cintura, lo que nos deja muy cerca el uno de la otra.

-Me gustaría verte de nuevo- Su ceño se frunce –Oh vamos, dime al menos tu nombre.

Abren la puerta desde adentro y por ella se asoma una chica. Nos mira a ambos y levanta las cejas, sonriendo pícaramente, seguro por la posición en la cual estamos.

–Maddie te necesitan en la cocina, pero supongo que pueden esperar.

《Maddie》

《Maddie》

《Maddie》

Su nombre se repite en mi mente como un eco.

-Nada de eso, ya me estaba yendo -Me quita la mano de su cuerpo, mientras habla.

Luego, desaparece con la otra chica, no sin darme una última mirada, antes de que la puerta se vuelva a cerrar.

Lo que me deja nuevamente; parado y solo, mientras la observo huir, con la diferencia de que al menos ahora, sé su nombre y donde puedo encontrarla.

No puedo creerlo, la volví a ver…

Mi teléfono suena en mi bolsillo, trayéndome a la realidad.

-Mierda, me olvidé de la señora Petit- Exclamo al ver su nombre en la pantalla.

...

Luego de disculparme algunas veces y quedar para ultimar detalles de la renovación, acompaño a la señora Petit a su auto.

Me quedo mirando el restaurante un momento, antes de tomar la decisión de irme también.

Aunque me encantaría quedarme y saber más sobre Maddie, tengo una cita con el señor Berlucchi, a la que no puedo faltar.

-❃-❃-❃-❃-❃-❃-❃-❃-❃-❃-❃-

Estoy en la oficina con mi jefe, cuando se disculpa conmigo, para atender una llamada de su hija.

-Ciao piccola farfalla (Hola mariposita) -Escucho que dice, antes de desaparecer por la puerta corrediza de su balcón.

¿Mariposita? Le habla como si tuviera tres años, y por lo que sé, es una mujer adulta.

¿Pero que digo? Ella es una mimada que siempre está llamando a su padre por cualquier cosa…

Por eso él la trata de esa forma.

Llega Anthony y me saluda antes de preguntar por su padre.

-Al teléfono- Señalo con la cabeza hacia las ventanas donde está.

-¿El cliente?

-No lo creo, respondió con un “Farfalla” al final.

-Ya veo… Mi hermana -Una sonrisa de dientes completos adorna su rostro al hablar de ella.

¿Qué la hace tan especial para estos hombres?

Peor aún… Me lleva a cuestionarme si estoy equivocado por opinar que la tratan como una pequeña.

-Te iluminaste- Digo de forma acusadora, tomando el riesgo de sonar como una chica.

Suelta una carcajada.

-Es que…, mi hermana es lo mejor del mundo -Se pierde unos segundos en sus pensamientos -Digamos que… Entre todas las personas del mundo, ella es mi favorita, la de mis padres, aunque digan que no tienen preferencia entre sus hijos, e inclusive hasta la de mi hermana menor, que la ve como si fuera una heroína o algo así. Siempre la anda siguiendo a todas partes.

-¿Qué la hace tan especial?- Formulo la pregunta que tanto me hacia, tratando de indagar un poco más, al respecto.

Chasquea la lengua pensativo.

-En el fondo, creo que es, porque de carácter, es la que más se parece a nuestra madre y todos amamos a mamá – Sonríe -Pero, mi hermana brilla con luz propia, es la persona más compresiva, dulce, un poco loca, pero lo compensa siendo la compañera más fiel del mundo… No lo sé, lo entenderías si la conocieras. Es un ser muy especial.

Otra vez quedó escéptico. ¿Qué tipo de familia son? Mi familia es un asco en comparación, al parecer…

El señor Berlucchi entra nuevamente a la oficina, dando por terminada nuestra charla.

Saluda a su hijo, y luego toma asiento para que sigamos repasando el contrato que le presentaremos al nuevo cliente.

…

-Bueno chicos, me iré… ¿Hoy cenas en casa Tony? -Anthony afirma con la cabeza mientras recoge su portafolio -¿No quieres unirte Keith?

Ahora tengo dos pares de ojos observándome.

-Debo disculparme esta vez- Me pongo de pie, recogiendo mis cosas -Ya tengo un compromiso. Pero le agradezco la invitación.

-No te preocupes… Aunque el que se pierde la deliciosa comida de mi hija eres tú -Responde entre risas, yo solo quiero voltear los ojos.

-Uff, lo que te pierdes… -Dice Anthony -Mi hermana es sin dudas la mejor chef del mundo.

Sonrío por compromiso antes de dirigirme a la puerta y desaparecer de la vista mis jefes.

Suficiente de la señorita perfecta por hoy.