Capítulo 1

1110 Words
La casa era enorme, se ingresaba a ella luego de atravesar un portón n***o que no permitía ver dentro del terreno. Todo el perímetro de la casa y sus jardines estaban rodeados por un enorme muro de color blanco con sus extremos más altos de color ladrillo, por encima de éstos unos alambres electrificados daban la sensación de seguridad. Todo un borde del terreno daba a un pequeño acantilado y se podía bajar a la playa privada de la propiedad por unas escaleras de madera. Apenas se atravesaba el portón un corto camino llegaba a una fuente circular en donde los vehículos podían girar para volver a salir, o bien continuar cuesta abajo para ser guardados en el garage de la casa que se encontraba debajo de la misma y tenía espacio para albergar unos trece autos dejando un considerable espacio entre ellos. La casa, de dos pisos, era completamente blanca por fuera, su frente daba al acantilado ubicado a unos 80 metros del ingreso. La puerta de entrada consistía en dos grandes aberturas de metal negra con vidrios que permitían observar la sala de ingreso, espacio que contaba con algunos pequeños sillones. A la derecha del ingreso una gran escalera con barandales negros permitían el acceso al segundo piso donde se ubicaban las habitaciones, oficina y sala de juego, junto con una terraza que permitía la visión de todo el patio trasero del lugar. Al final de la sala una pared pintada de bordó separaba este espacio de la cocina, y atravesando todo se accedía a un salón abierto con sillones blancos frente a un enorme televisor. Detrás de los sillones una mesa para 14 comensales con sus sillas de madera dejaba espacio suficiente para recibir visitas. También se podía acceder a un espacio de descanso a la izquierda de la sala de ingreso, en donde la familia recibía a los invitados que no necesitaban pasar más allá de ese lugar. Todo el costado izquierdo de la vivienda poseía grandes ventanales que permitían ver al enorme patio cubierto de césped con una piscina en el centro de éste. Lo que era constante en la casa, más allá del lujo, eran las paredes blancas y los detalles de metal en color n***o. Olivia subió a su cuarto que contaba con un enorme vestidor, del cual no usaría más que el treinta por ciento con su ropa, un baño con ducha y bañera. Su cama era de dimensiones exageradas, podía dormir toda una familia en ella, pero la comodidad que le brindaba la dejó más que feliz. El día era caluroso, su turno en el café no empezaba hasta dentro de 4 horas y la casa estaba a su entera disposición. Decidió tomar sus cosas y bajar a disfrutar de la playa privada. Luego de una hora volvió a subir para ir a la cocina a tomar ese pote de helado de chocolate que había comprado el día anterior. Se apoyó sobre la mesada para comer directamente del envase cuando a su espalda alguien aclaró su garganta. Olivia giró su cabeza por encima de su hombro para mirar a la persona que estaba allí parada. Era un chico alto como Charles, los ojos eran idénticos a los de ese hombre con un celeste profundo, su cabello n***o lo llevaba desordenado y claramente le encantaba cuidar de su cuerpo. La miraba fijamente mientras ella terminaba de girarse quitando despacio la cuchara de su boca. - Supongo que eres la zorra de la esposa de mi padre - dijo él entonces con una voz grave mientras sus puños se apretaban. Olivia no tomó demasiado bien que llamaran así a su madre. - Un gusto - dijo ella con una sonrisa socarrona en sus labios mientras le extendía la mano y caminaba hacia él - Madeline Sanders - agregó aumentando la sonrisa. El chico la escaneaba, ella llevaba un vestido que apenas cubría a la mitad de sus muslos, la bikini mojada se había marcado en él y el pelo atado en un rodete apurado demostraba que había estado disfrutando la estadía en la casa. Sus pies descalzos aún tenían algo de arena pegada y su sonrisa irónica lo estaban sacando de quicio. - Evan - dijo él despectivamente mientras se cruzaba de brazos -. Que quede claro que me importa una mierda tu vida y mientras antes salgas de la nuestra mejor. - Oh querido... - añadió ella con un tono cariñoso fingido mientras se llevaba ambas manos al corazón -. Me tendrás que ver la cara el resto de tu infeliz vida - clavó una mirada llena de odio en los ojos de él. - ¡Señorita Olivia! - gritó una de las empleadas y Evan levantó las cejas en señal de sorpresa, alternando entre la empleada que ingresaba a la cocina y la mujer frente a él -. Su madre me ha dicho que recuerde la cena de esta noche - La empleada notó la presencia del joven -. Señorito Evans - exclamó feliz -, ha regresado a casa al fin - Caminaba hacia él y ambos se fundieron en un tierno abrazo. - Llegué a casa - dijo él con un tono cálido mirando a la mujer -. ¿Cómo han estado Molly? - preguntó. - Muy bien, ahora que seremos más personas - La mujer estaba entusiasmada -. La señorita Olivia y la Señora Madison son muy amables - dijo mirando a la chica que seguía, con clara diversión, la conversación de ambos y disfrutaba ver que el chico no entendía mucho de qué iba todo el asunto. - Molly querida - dijo el chico mirando a la señora regordeta y bajita que estaba junto a él -, ¿me podrías decir si esa persona es la nueva esposa de papá? - señaló a la chica que seguía apoyada al otro lado de la cocina y comenzaba a comer helado nuevamente, muy divertida. - Oh no mi niño… - exclamó la mujer -. Ella es su hija, tiene casi su edad - sonreía con verdadera alegría. - ¿No me digas? - dijo él irritado mientras se volvía a poner de pie para mirar con odio a la chica frente a él -. Tengo una hermana también… - Si te importó una mierda saber sobre la vida de la mujer con la que tu padre se casó, no es mi problema - dijo ella dejando el helado en el freezer nuevamente para luego pasar a su lado -. ¡Hola hermanito! - sonrió falsamente y siguió su camino a la sala para subir las escaleras y encerrarse en su habitación con una enorme sonrisa en su rostro.
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