El sonido de los motores del avión se dejó escuchar. Maximiliano se quedó en silencio después de acomodarse varias veces el cinturón de seguridad. Sentía que el aire le faltaba cuando el despegue dio inicio, y rogó porque el sudor no recorriera su frente. —¿Sucede algo? —le preguntó Marcela al verlo bajar la mirada y entrelazar las manos que tenían un ligero temblor. Ella ocupaba el asiento de a lado y para su mala fortuna le tocó la ventanilla. —Lo que pasa… es que… esta es la primera vez que me subo a un avión —le confesó apenado. Lo último que quería era importunarla porque su seriedad con la que se mantenía le indicó que quería guardar distancia con él. —¡Oh! —Se quedó pensativa un par de segundos, como si tomara una decisión sobre los planes que tenía para el viaje; al

