El reloj marcó las cinco con cuarenta y cinco minutos y partieron hacia el lugar donde Illescas citó a Marcela. Maximiliano se puso de nuevo un traje formal y su jefa salió con un conjunto azul oscuro más discreto de lo acostumbrado. Supuso que lo hizo para evitar propuestas indeseadas. Por voz de Marcela, supo que Esteban Illescas era un productor y director español experto en propaganda de gobierno. Ella le confirmó que tenía que conseguir que trabajara para la importante campaña que les traería un jugoso contrato a la productora, así que le tocaba fungir como su guardaespaldas. Entraron a la agradable cafetería donde se podía respirar el delicioso aroma del café. Un aroma que le recordó a sus padres. Ellos bebían café por las mañanas, antes de irse a sus respectivos trabajos. Por uno

