Tan solo media hora más tarde Marcela y Mario regresaron de su reunión improvisada. Parecían complacidos, lo que lo hizo suponer que las cosas habían salido tal como esperaban. —Ha sido un placer, hermosa dama —se despidió Mario y besó la mano de Marcela. —Espero verte pronto en México. Tengo un par de trabajos que tal vez te interesen. —Me encantaría. Por supuesto que te tomaré la palabra. —Luego se dio la vuelta hacia Max, quien sostenía la tercera copa de vino—. Qué estés muy bien, muchacho. Y sigue persiguiendo lo que quieres. Sin duda el hombre era el tipo de compañero del que le encantaría aprender y conocer sus anécdotas. El interés que mostró por su jefa le hizo saber que ella le gustaba o hasta que en el pasado mantuvieron una relación amorosa, pero eso era algo que no tenía f

