—Vamos —dijo Airam, jalando al pelirrojo a una parte del cuartel un tanto desconocida para él, y para la mayoría de los habitantes sin rango de ese lugar. —No creo que sea buena idea —alegó el joven, deteniendo sus pasos y los de la chica que lo arrastraba a un lugar que no le habían dicho le estaba permitido entrar—. Airam, nos meteremos en problemas si alguien se entera. —Pero nadie va a enterarse —aseguró la mencionada con una sonrisa, y Gamaliel decidió creerle. Cuando el joven dejó caer los hombros mientras miraba al cielo y suspiraba, Airam supo que esa ronda la había ganado ya, así que se apresuró a realizar lo prometido antes de que el otro volviera a recordar que no le gustaba nada ser Se escuchó la llave rodar y, luego de dos rechinidos por la pesada puerta moviéndose al ab

