A Declan y a sus amigos les bastaron solo unos minutos en comprender que no era tarea fácil lo que les esperaba, Ikigaí no se parecía a nada de lo que ellos conocían o así sea pudieran imaginar, pero también descubrieron otra cosa, sus corazones, eso que solo ellos e Ikigaí podían escuchar sin problema alguno, se habían acompasado al de Kalila, quien casi ni los veía, no solo porque les tenía cierto repelús, sino porque estaba maravillada viendo lo que Ikigaí podía hacer y ahora tendrían mucho más que investigar, no solo era descubrir que era una quimera, también era saber porque Kalila los afectaba de esa forma.
— ¿Te gusta así mi hermoso lago de vida? — indago el peli azul, no había despegado los ojos de Kalila, mientras su cabello arremolinaba de un lado al otro, cortando árboles y convirtiendo su madera en una edificación que más se asemejaba a un santuario enorme, que a una cabaña.
— Es maravilloso, es aún más grande que mi hogar. — rebatió embelesada, sin percatarse que algo pasaba a su alrededor, el aire se puso pesado y frio, la niebla se esparcía por el suelo boscoso como si de una serpiente o dragón se tratara, mientras el peli azul bajo los ojos a sus pies. — Ikigaí… — lo llamo Kalila mientras daba un paso hacia él, pero rápidamente el aire la alejó, llevándola a los brazos de Tahiel y causando que Kalila temblara.
— Suéltame. — susurro con pánico la pelinegra, aunque quedo sorprendida de escuchar el ronroneo en el pecho del moreno, era su lobo, el lobo de Tahiel ronroneaba solo por tenerla en brazos… era imposible.
— Te estamos protegiendo. — informo molesto Declan, haciendo temblar aún más a Kalila, algo que al vampiro no le gustaba, no queria verla temblar por solo oír su voz, pero ahora sabía que se había equivocado en lastimar a esa joven.
— Aquí no hay peligro. — rebatió viéndolo con miedo, aun entre los brazos de Tahiel, quien le respiraba en la nuca.
— ¿No notas el cambio en el aire Kalila? — la voz de Ukara la hizo girar, solo para encontrarlo a medio centímetro de su rostro, casi rozando sus narices. — Es él, algo has dicho que lo hizo enojar. — solo cuando el brujo dijo aquello Kalila vio al frente, era incomodo ver el rostro de Ukara, sus ojos siempre la habían embrujado, aunque ese no era el poder del joven, Ukara manejaba el aire, mismo que le decía que algo iba mal.
— Iki. — lo llamo con suavidad provocando que Declan tapara su boca para silenciarla, algo que le hizo cristalizar los ojos, les tenía miedo, les tenía pánico.
— No ahora Kalila, por favor, luego si quieres me matas. — siseo el vampiro, pero la joven observo… dolor, Declan la veía con más dolor que con el que vio a su compañera cuando lo rechazo.
— Este es tu hogar Kalila. — dijo tranquilo Ikigaí, pero sin verla a la cara, mientras la niebla seguía avanzando espesa, como un dragón a punto de engullir a sus víctimas, que trataban en vano de alejarse.
— Esto es hermoso Iki, pero es solo una casa muy grande. — el cielo comenzó a oscurecerse con cada palabra de la joven y Declan lo comprendió, la quimera se sentía rechazada, dolida por lo que su lago de vida decía. — Para que sea un hogar debe pasar un tiempo, debemos conocernos, amarnos, tener hijos. — Kalila no era consciente de lo que sucedía a su alrededor, demasiado humana para estos seres, pero con un enorme anhelo de tener una familia llena de amor como la que sus padres le dieron.
— ¿Hijos? — solo en ese entonces Ikigaí levanto su cabeza, dejando de observar sus pies y fijando sus ojos en ella. — ¿Quieres formar una familia? — pregunto sorprendido y de inmediato el cielo se despejo y la niebla solo se convirtió en un roció que hizo florecer margaritas por todo su recorrido.
— Yo… — las mejillas de Kalila estaban rojas de vergüenza al darse cuenta de lo que había soltado en presencia de sus tres agresores. — Quiero todo contigo. — admitió aun sintiendo como Tahiel la presionaba con más fuerza, tratando de evitar que ella se fuera con Ikigaí, el viento helado azoto su cara y solo le basto con ver el rostro de Ukara para saber que era él y no Ikigaí el responsable de esa ventisca, ni que hablar de Declan, su rostro denotaba espanto y dolor por igual.
— Mi amada. — susurro Ikigaí, y casi floto hasta llegar a ella, viendo a los ojos a Tahiel con la clara orden de que liberara a su compañera. — Por un segundo, creí que no sería suficiente para ti. — Tahiel libero a Kalila, sin embargo, no retrocedió, aun sentía el calor de la espalda de la joven en su pecho, le gustaba, mucho más de lo que debería y cada vez le estaba costando más ocultar aquello.
— Nunca Iki, nunca digas eso, soy yo la que soy poca cosa a tu lado. — tres pares de ojos la vieron como si estuviera loca y es que incluso ellos que no eran sus compañeros podían ver su belleza, su bondad, ella era demasiado para cualquier ser, ella era un sol, una luna, un eclipse que te tentaba y te obligaba a verla, aunque no debieras.
— Eres tan importante, tan fuerte y en ti hay tanto amor, que incluso más de un compañero espera por ti, creo que deje que mis celos me deprimieran, disculpa eso mi amor, pero soy consciente que nada de lo que haga se comparara a lo que te ofrecerá Nuriel.