NARRA LEYLA HAWTHORNE Mis dientes castañeaban y mi cuerpo temblaba sin cesar. El frío se colaba por todas partes y, como al principio, no había nada que pudiera calentarme. Ni siquiera el montón de colchas y sábanas. Volvía a encontrarme en el infierno del frío y tal parecía que el único que podía ayudar a mi cuerpo a coger calor y a olvidar aquella terrible temperatura, era mi esposo, pero él estaba lejos. Se había ido a solamente Dios sabe dónde, después de la discusión que habíamos tenido y después de que yo misma le había pedido que se fuera y que me dejara sola para poder pensar las cosas y aclarar mi cabeza. Había pasado toda la tarde tratando de recordar algo de mi vida, cualquier cosa que me mostrara cómo había sido yo y que me confirmara todo lo que Braden había dicho. Estaba se

