Tomé una muy necesaria bocanada de aire y abrí la puerta. Avancé y salí del baño, sintiéndome tan nerviosa y tan tonta. No podía creer que yo me estaba comportando como una adolescente... Otra vez. Había pasado una semana desde que Braden estaba durmiendo conmigo, en la misma cama, y yo no podía dejar de ponerme nerviosa con su imponente presencia, que no hacía más que destilar sensualidad pura y desestabilizar mis emociones. Mientras caminaba hacia la cama, hice todo lo posible para no desviar mi vista hacia su cuerpo semidesnudo. Sí, al dios del Olimpo le importaba muy poco lo que causaba en mí y continuaba acostándose a mi lado casi en pelotas y tentándome con todo eso que él tenía y que yo deseaba, pero que él seguía negado a darme. Tragué saliva y me metí en la cama, debajo de las

