Me quedé muda, atónita, perpleja, no podía reaccionar. Había pensado mucho tiempo lo que le diría al idiota de Calvin cuando lo tuviera de frente nuevamente, la manera en la que le reclamaría, la forma madura en la que me alejaría sin dirigirle la palabra nuevamente haciéndole entender que él ya no significaba nada para mí, pero ahora, aquí estaba yo; congelada después de haber intentado curar mi corazón durante ocho malditos años.
Podía escuchar mi corazón y mi mente retorcerse al recordar lo que sentía cuando descubrí en los mensajes de su teléfono de la apuesta donde debía enviar una foto mía desnuda, la manera que la rabia me carcomió y lancé el teléfono por la ventana soltando un profundo grito de frustración por haber sido tan estúpida, por haber creído en su “estoy enamorado de ti”, por su culpa tenía problemas para confiar en los hombres, por él tenía el corazón mutilado.
Te odio, te odio, te odio.
—Hola Maxi —saludó Denver dándole un saludo de manos amistoso.
¿Maxi? De ninguna manera, él era Calvin, la forma en la que sus ojos verdes se entrecerraban era inigualable, su maraña de rulos no estaba tan desordena posiblemente porque su cabello había crecido al igual que los rasgo de su rostro, parecían más definidos.
Ahora estaba condenadamente hermoso ese desgraciado.
—Ella es Santa —dijo Denver dedicándome una sonrisa—, es mi futura esposa.
Forcé una sonrisa ante su broma, pero cuando Calvin me miró, tuve que tragar en seco, él no parecía reconocerme, me miró como si solo fuera una chica más, ni siquiera con esa picardía que siempre tenía o esa pequeña sonrisa que me volvía loca, simplemente parecía serio o antipático.
Aunque claro, si venía con uno de sus amigos, me imaginaba que no iba a coquetearme descaradamente.
—Mucho gusto —se limitó a decir Calvin y se apartó para dejarnos pasar—, ya perdí la cuenta de las veces que he escuchado esa frase venir de ti.
Pude ver la mirada de Denver un poco enojada por el comentario que había hecho Calvin.
—Pero esta vez lo digo en serio —dijo Denver y me dio un beso en el reverso de la mano—, no le hagas caso, Maxi es todo un señor amargado.
Nos dirigimos hacia la sala para poder llegar al patio, sin embargo escuché cuando Calvin dijo en voz baja: “También perdí la cuenta de las veces que he escuchado eso.” Pero preferí no decir nada para no hacer sentir incomodo a Denver o hacer algún tipo de escena, apenas llevábamos dos días saliendo.
Escuché los pasos de Calvin y nos alcanzó a mitad de la sala.
—Todos están en el patio. Siéntanse cómodos, si quieren usar el baño —dijo Calvin señalando un sitio al fondo del pasillo—, la cocina, o las habitaciones.
No pude evitar volver a mirarlo, sin duda tenía muchos más músculos, parecía haber crecido más, incluso era más alto que Denver y eso era mucho decir.
De repente Calvin me miró, posiblemente porque yo estaba observándolo, y frunció el ceño como si por fin me hubiera reconocido.
Maldición.
Bajé la mirada e intenté cubrirme con el cuerpo de Denver, sin embargo el pánico me estaba invadiendo, no entendía qué diablos ocurría conmigo, todos estos años me había vuelto una mujer fuerte e independiente, sin embargo aquí estaba; queriendo huir.
—Voy al baño—murmuré soltando la mano de Denver.
—Está bien, te esperaré en el patio —dijo Denver cuando prácticamente ya yo estaba corriendo a la puerta del fondo que Calvin había señalado antes.
Mierda, mierda, mierda.
Me apoyé del lavamanos y me miré en el espejo, todo mi rostro estaba rojo, mi corazón resonaba en mis oídos y estaba segura que mi perfecta coraza de mujer fuerte y autosuficiente estaba quebrándose.
No, no vas a llorar Claus.
Tocaron la puerta dos veces.
—Está ocupado —dije, maldición, necesitaba privacidad para poder recuperar el aliento.
Volvieron a tocar dos veces.
— ¡Dije que está ocupado...! —repetí, sin embargo la puerta se abrió, tuve que echarme para atrás y me quedé paralizada al ver a Calvin ahí.
Sus ojos analizaron mi rostro más de cerca, parecía que intentara descifrar un complicado algoritmo o algo así, di unos pasos hacia atrás y él entró al baño cerrando la puerta a sus espaldas.
Así permanecimos durante varios segundos, pero me parecieron horas eternas, solo observándonos mutuamente.
¿Esto es un sueño? No, debe ser real.
— ¿Qué se supone que haces aquí? —murmuró Calvin, su mirada todavía perpleja y confundida.
¿Que qué yo hacía aquí? No lo sabía, debí haberme ido apenas lo vi abrir la puerta.
—Tú eres el que se metió al baño aun cuando te dije que estaba ocupado —refuté y agregué con sarcasmo: — Maxi.
El pareció un poco confuso, debía abofetearlo, debía ahorcarlo o intentar asfíxialo con mis manos, pero no podía ni siquiera dejar de temblar.
Necesito un cigarro, no, necesito diez cigarros.
— ¿No recuerdas quién soy? —Murmuró frunciendo el ceño— ¿o yo soy el que te confunde con alguien más?
¡Claro que recuerdo muy bien quien eres idiota!
— ¿Con quién me confundes? —Fingí demencia—, ¿Te recuerdo a alguien de tu pasado? A muchas personas le recuerdo a esa persona que hicieron sufrir.
—Claus —dijo, pero más que una afirmación, pareció una pregunta—, me recuerdas a Claus Harrison.
Permanecimos otra eternidad solo viéndonos fijamente, parecía que el amplio baño se redujo y el aire se había extinguido.
— ¿Le hiciste daño a esa tal Claus? —murmuré por fin, sintiendo de repente que me asfixiaba, las lágrimas estaban a punto de asomarse.
Mi foto desnuda enviada a Louis, mi preciada virginidad siendo entregada a él para que se burlara diciendo que solo había sido un polvo.
—Ella me hizo daño a mí —lo miré sin poder creer lo que decía—, ella desapareció y nunca me respondió las llamadas o los mensajes, simplemente desapareció.
Una lagrima rebelde se escurrió por mi mejilla y la ira se encendió en mi cuerpo, tomé lo primero que alcancé; un frasco de champú y se lo lancé, sin embargo con reflejos rápidos él lo esquivó, tomé todo lo que estaba a mi alcance mientras las lágrimas de rabia me nublaban la vista.
— ¡Tú fuiste el que me usó! —Grité— ¡Tú me destruiste!
Cuando ya no había nada que lanzarle, me acerqué a él y comencé a darle puñetazos descontrolados, Calvin se levantó y pegándome a la pared del baño, me tomó de las muñecas colocándolas arriba de mi cabeza.
Pestañé un par de veces para poder aclarar mi visión y vi sus ojos cristalizados, él no tenía derecho a sentirse mal, él no tenía derecho ni siquiera a tocarme.
Todo mi plan de actuar maduramente diciéndole todo lo que me había hecho y pedirle una explicación como la adulta que era, se había ido al desagüe.
—Tú nunca me respondiste —dijo—, nunca quisiste volver a establecer contacto conmigo, me bloqueaste de tus r************* .
Claro, lo bloquee de cualquier lado que me hiciera recordar la vergüenza que me hizo pasar.
— ¿Cómo te atreves a reclamarme? —Dije— ¡tú le enviaste esa foto mía desnuda a Louis! Después que dijiste que estabas enamorado de mí, ¡le dijiste a Louis que solo había sido un polvo! tú me destruiste...
Mi voz se había perdido, él parecía enterarse de todo aquello, como si nunca hubiera esperado que yo supiera el despiadado juego, como si no recordara que había dejado su teléfono en mi poder con esa conversación abierta.
Fijé mis ojos en los suyos observándolo como lo soñé en mi mente miles de veces y susurré:
— Te odio, te odio más de lo que es humanamente posible.
Calvin soltó mis manos y yo le di una bofetada tan fuerte que volteó su rostro, él cerró los ojos con fuerza, no parecía haberlo esperado, lo empujé y salí del baño.