Capítulo 5

1673 Words
ELIJAH Ella parpadeó con sus grandes ojos azul-verde. Al comenzar la grabación, susurró en mi oído: —¿Qué demonios significa eso? —Corten —gritó Liv—. Aitana, se ve cómo mueves los labios. Guarda las palabras para entre tomas, por favor. Vamos a empezar de nuevo, desde el principio. La canción empezó otra vez y seguimos las indicaciones de Liv mientras pretendíamos besarnos. A medida que Aitana se sentía más cómoda, sus manos se movieron por mi espalda. Sus uñas se clavaban en mi piel, enviando pequeñas punzadas de placer directo a mi polla. Y cada vez que apretaba su trasero y la hacía jadear, o rozaba mis labios sobre su piel y la hacía estremecerse, mis testículos se tensaban. Mis pezones se endurecían. Se me erizaba la piel. Joder. —Significa —dije, acercándola en el siguiente descanso— que no deberías haber metido tu sombrero en el ring a menos que estuvieras lista para montar con los toros grandes. —Eso es un extraño y mixto metáfora —dijo en tono de maestra de escuela desaprobando, lo cual estaba extremadamente sexy en ella. Solo le faltaban unas gafas y me ponía duro al instante. En cuanto comenzamos a grabar de nuevo, mis manos regresaron a su trasero, retomando exactamente donde las había dejado. Lo apreté tan fuerte que sus panties bajaron una pulgada y ella me lanzó un ceño fruncido. Le guiñé un ojo. —Corten —llamó Liv—. Aitana, ahora estamos contigo, así que cuida tus expresiones faciales, ¿de acuerdo? Queremos ver el calor. Estás locamente enamorada, este es el mejor amanecer de tu vida. ¿Y Elijah? —Sí, jefa. —Deja de jugar, lo que sea que estés haciendo. Sonreí. —Sí, señora. Aitana entrecerró sus lindos ojos hacia mí. No me detuve. Seguí haciendo todo lo que creía que podía salirme con la mía para incomodar a Aitana Bloom, y posiblemente excitarla. Llámame inmaduro, pero sí, era ese mocoso en la escuela que jalaba el cabello de la chica que le gustaba. Algunas cosas nunca cambian. Fingí enganchar mi pulgar en sus panties y mostré toda su mejilla trasera a la cámara. Accidentalmente mordí su lóbulo mientras susurraba cantando en su oído. Jalé tan fuerte la tira de su sostén mientras nos tocábamos que su lindo pezón rosa salió por completo. Eso en realidad fue un accidente, pero no iba a creerlo. Nadie lo vio excepto yo, ya que su espalda estaba hacia la cámara cuando pasó, así que simplemente lo acomodé, deslizando la encaje elástico sobre el perfecto brote rosa antes de que pudiera reaccionar. Cuando volví a mirarla, había una chispa. Una chispa de indignación, tal vez. Al menos tenía toda su atención. Las siguientes tomas se convirtieron en una especie de discusión táctil, una batalla silenciosa por quién podía irritar más al otro, o en mi caso, aumentar el deseo. Para mi frustración, ella estaba ganando rápidamente. Al menos nuestra pequeña lucha corporal debía verse bien en cámara, porque a Liv le encantaba. Seguía diciendo cosas como: —¡Más! Sí, así. Agárralo más fuerte, Aitana. Piensa en todas las chicas que querrían estar donde estás tú y haz que valga. Desgárralo. Jesús. En un momento, cuando Aitana jaló mi cabello y mordió mi cuello, Liv aplaudió. Comenzaba a apreciar los rodajes de videos musicales. Pero mientras yo me excitaba, estaba casi seguro de que Aitana solo se estaba enojando. Porque entre las siguientes tomas cada vez más sudorosas, tuvimos una discusión forzada, que fue algo así… Ella (con mirada sucia): —No metí nada en ningún ring, ¿sabes? Ni siquiera quería estar aquí. Yo (tratando de ignorar mi semi-incómodo estado): —Ajá. Ella: —Solo estoy aquí porque mi mejor amiga es una increíble agente de talentos y tan buena en su trabajo que me convenció de hacer esto. Yo: —¿Qué? Ella: —Ni siquiera soy modelo. Ella: —Nunca he hecho algo así antes. Ella: —Así que si no te gusta lo que hago o quieres que me vaya, puedes despedirme. Ella: —Espera. ¿Eso significa que mi agente no cobrará? Yo: —¿En serio no querías este trabajo? Ella (entrando un poco en pánico): —Olvida lo que dije. ¿Mi agente todavía cobrará si renuncio a mi pago y decimos que estamos a mano? Yo: —¿Solo estás aquí porque ella te obligó? Ella: —Sí. Quiero decir… no. Eh. Ella (titubeando): —Quiero decir… pareces… popular… y todo… Yo: —Corten. Liv me lanzó una mirada negra. Odiaba cuando decía “Corten” en su set. Lo cual hacía mucho, pero me importó un carajo. Ni siquiera estábamos grabando cuando lo dije, pero estaba jodidamente distraído por el divagar de Aitana Bloom. —Necesito hablar con Aitana —gruñí—. Hablen entre ustedes. Mientras el equipo se ocupaba, acerqué a Aitana hacia mí, moviendo sus caderas sobre mis muslos hasta estar casi ingle con ingle. Ryder subió la música. Esta vez era AC/DC, “You Shook Me All Night Long”, porque Ryder era un maldito listo y sabía que ningún hombre podría escuchar esa canción con una chica medio desnuda así en su regazo sin excitarse a morir. —¿Sabes quién soy? —exigí, con la nariz a una pulgada de Aitana. Ella tragó saliva. —Eres Elijah Colton. —Correcto. ¿Qué significa eso para ti? En blanco. Sus grandes ojos azul-verde parpadeando hacia mí. —Eh… ¿qué quieres decir? —¿Sabes. Quién. Soy? —Eh… sí —dijo ella, su voz haciéndose más pequeña—. Eres Elijah Maldito Colton. Tocas la guitarra principal en Pecado Ardiente y acabas de sacar un álbum solista. —Se veía avergonzada, a la defensiva y tal vez un poco molesta—. ¿Hay algo más que deba saber? La miré, totalmente jodidamente desconcertado. Tal vez porque hacía mucho que no tenía a una chica en mi regazo que no estuviera completamente deslumbrada, los pechos arriba, por mí. En realidad, no estaba seguro de haber tenido alguna vez a una chica en mi regazo que no estuviera deslumbrada, ya que ya era músico para cuando empecé a tener chicas en mi regazo. Joder, hasta Elise tenía estrellas en los ojos cuando follábamos, y probablemente ella era más famosa que yo. —Pensé que estabas completamente deslumbrada, cariño —dije, intentando descifrarla como el demonio—. Esa mirada que le diste a Zander, la he visto como un millón de veces. —¿Deslumbrada? —Me miró algo perdida otra vez—. ¿Qué quieres decir con deslumbrada? —Ya sabes, boquiabierta. Deslumbrada por una estrella. Deslumbrada por un pene. Sus mejillas se sonrojaron de rosa y se movió un poco en mi regazo como intentando poner más distancia entre nosotros. Ni madres. Mis dedos se clavaron en sus dulces caderas, manteniéndola ahí. —Eh… no —dijo. Y joder, pero le creí. Aunque respiraba más rápido, y ese sonrojo que estaba empezando a gustarme un montón se le estaba esparciendo por el pecho. Se veía terriblemente agitada. Y de repente estaba erecto. ¿Qué demonios estaba pasando? —¿No? —Mis manos se tensaron, apretando sus caderas más fuerte. Probablemente le estaba dejando moretones. —Lo siento —traga saliva—. Que no estoy… deslumbrada por un pene. Me lamí los labios como un maldito cachorro. Esta chica le daba un nuevo significado al término. Porque mi pene sí estaba deslumbrado. Estaba duro como el infierno. Por suerte, la chica todavía me miraba a los ojos y no había notado la erección a solo un respiro de la encaje que cubría su clítoris. —Eh… estoy confundida —dijo—. ¿Es el pene de Zander o el tuyo por el que debería estar deslumbrada? Luego sus dientes atraparon su grueso labio inferior rosa y casi gemí en voz alta. ¿Acaso era estúpido? ¿Estaba tan cínico? Porque ni siquiera se me ocurrió que la chica no estuviera interesada en al menos uno de nosotros. —¿Daniel? —dije, tragando saliva. —Eh… me gusta el kilt y todo, pero no —se inclinó, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello, respirando sus pequeños y calientes alientos cerca de mí—. Antes de la semana pasada —susurró, toda entrecortada, como pidiéndome que me la comiera— no sabía que ninguno de ustedes existía. Joder. ¿Tenía idea de cuánto me estaba excitando? —Elijah —llamó Liv—. ¿Podemos empezar a grabar? —Sí —dije, sin apartar la vista de Aitana. La más mínima sonrisa asomó en las comisuras de su boca rosa. No tenía idea de lo que estaba viendo en esos grandes ojos azul-verde. Creía tenerla completamente descifrada. Me equivoqué. Tan jodidamente equivocado que me hizo palpitar la polla. Aparentemente, me gustaba estar jodidamente equivocado. —¿Bien, Aitana? —preguntó Liv—. Muéstranos un poco más de ese calor. Aitana sonrió por encima del hombro, hacia la cámara, y dijo: —Sí, señora —tan dulce como podía ser. Luego se giró hacia mí y susurró en mi oído: —Tal vez si canalizo lo de “deslumbrada por un pene” la haga feliz. Y tan pronto como volvimos a grabar, levantó sus caderas y presionó su coño contra mí como si de repente no pudiera soportar nada entre nosotros… aparte de mi polla, sobre la que se había sentado directamente. Mi increíblemente dura polla, que claramente no esperaba. Sus ojos se abrieron enormes y su boca se quedó abierta, pero no retrocedió. Lo cual estaba bien para mí. Entonces comenzó Pecado Ardiente Like Me y, justo a tiempo, abrí la boca… y me atraganté. No salió nada. Por primera vez en diez malditos años, olvidé la letra. Olvidé la letra. Aitana Bloom me miró, sus labios rosas y llenos abiertos en sorpresa, y no pude evitarlo. Me incliné y la besé. Con fuerza.
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