ELIJAH
Cerré la puerta antes de que pudiera decir algo y regresé a la cocina, donde Aitana estaba comiendo con cuidado su omelet. —Esto está realmente bueno —dijo—. Entonces, ¿qué más aprendiste de mí mientras estaba borracha y vulnerable?
Me subí a un taburete y me senté a su lado en la barra. —No mucho. Solo que te gusta acurrucarte. —Se sonrojó intensamente y decidí dejarla libre de eso—. Ya descubrí todo lo que necesito saber de todos modos.
—¿Como qué?
—Lo estándar. Antecedentes penales, verificación de datos, conocidos cercanos.
Aitana empezó a reír, pero luego entendió que hablaba en serio. —¿De verdad?
—He investigado sobre ti.
—¿Cómo?
—Hice que Jeff hiciera una revisión de seguridad sobre ti. También sobre tu ex prometido. —Desafortunadamente, el tipo estaba limpio, criminalmente hablando. Flexioné los dedos, jugando con mis anillos, distraído por la idea de ese idiota rondando a Aitana en el club, abrochándose el maldito cinturón.
Ataqué mi omelet, molesto porque no había atrapado al tipo cuando tuve la oportunidad.
Aitana me miraba. —¿Por qué harías eso?
—Porque hay cosas que necesito saber antes de involucrarme contigo. Puede sonar cínico, pero es mi realidad.
—Podrías haberme preguntado. Te diré lo que quieras saber.
—No funciona así —dije—. Si hacemos esto, lo hacemos a mi manera.
Hizo un pequeño resoplido adorable que la hacía sonar como una anciana estricta. —¿Quién dice que vamos a hacer esto?
—Si no lo hiciéramos, no estaría aquí. —La miré fijamente unos segundos, luego dejé el coqueteo y fui directo—. Mira, Aitana. Es mucho dinero. Y no veo que tengas problema en decirme que me vaya a la mierda si no quieres que esté aquí, pero aún no lo has hecho. Lo que me dice que ya te he ganado, o al menos estoy a punto de hacerlo.
—Quizá solo quiero los huevos —dijo—. Y este hermoso tocino quemado. —Masticó su tocino y sonrió.
Maldita sea. La chica era linda incluso cuando me estaba tomando el pelo.
Más linda, incluso.
—No lo creas, cariño —dije—. Pero buen intento. —No me encantaba esta parte, pero saqué el sobre doblado de la carta de mi bolsillo trasero y se lo entregué—. Mientras decides decir que sí… no quería ponerte esto encima anoche, con todo lo demás, pero deberíamos revisarlo.
Aitana abrió el sobre sin sellar y echó un vistazo a los papeles dentro.
—Es un contrato. Un NDA —dije—. Ryder insistió.
Examinó los papeles, pasando por el contrato legal.
—Es un Acuerdo de Confidencialidad. Significa—
—Sé lo que es un NDA —dijo, hojeando hasta la última página, donde estaban las líneas para la firma—. No lo voy a firmar. —Me lo devolvió.
Maldita sea. La chica tenía carácter. —A Ryder no le gustará eso.
Comió su omelet en silencio, en pequeños bocados, como si aún tuviera miedo de vomitar.
—¿Te has parado a pensar en lo que me piden? Una gira de seis semanas a otro país, acompañando a un hombre con el que no tengo confianza, haciéndome pasar por su amante y rodeada de su personal masculino. Necesito garantías de seguridad claras. Si algo falla —y si al final eres un acosador— quiero poder acudir a quien corresponda y que me protejan.
Tenía toda la razón.
Doblé el sobre y lo guardé. —Puedo vivir con eso.
—¿Y Ryder?
—Hablaré con él. Ryder tendrá que aceptarlo. No tiene opción, porque voy a llevar a Aitana en la maldita gira. —Quizá deberíamos definir “acosador”. ¿Y si me pongo manoseador y no te gusta?
—Entonces te lanzo un trago a la cara como una perra civilizada.
Sentí que la sonrisa se me curvaba en la comisura de los labios. —Justo. Pero tengo un par de condiciones. No necesitamos tinta. Un acuerdo verbal me basta. Te tomo la palabra.
—¿Está bien…?
—Vendrías a la gira para actuar como mi novia, así que si esa ilusión se rompe porque estás involucrada con alguien más…
—No estoy involucrada con nadie más.
—Bien. Pero si lo estuvieras y los medios se enteraran…
—No me voy a involucrar con nadie. Si hago esto, estoy fingiendo ser tu novia por seis semanas. Ese es el trato. No haré nada que te haga quedar mal.
—Lo que me lleva a mi otra condición. No puedes decirle a nadie que la relación es falsa.
—Supuse eso. Excepto Cami, que ya lo sabe.
No me encantaba, pero estaba bien. —De acuerdo —acepté—. Pero nadie más.
—Entendido. —Se estaba terminando su omelet y dejó el tenedor—. Tengo algunos términos propios, sabes. —Apoyó los codos en la barra y se veía increíblemente seria para una mujer en pijama y sin sostén.
—No esperaba menos.
—Cami quería redactar un contrato propio, pero no creo que sea necesario. Creo que necesitamos un poco de confianza entre nosotros si vamos a hacer esto. Entonces. —Fijó sus ojos azul-verde en mí—. Uno. No puedes decirle a nadie que la relación es falsa.
—De acuerdo —dije—. Con la excepción de Jeff, que sabe todo lo que hago, por razones de seguridad.
—Está bien.
—Y Ryder, que ya sabe —Ryder también estaba molesto porque había ido con Aitana con mi “propuesta indecente”, sus palabras, antes de consultarlo. Ximena tampoco iba a estar feliz con eso—. Lo que significa que Ximena también.
Aitana frunció el ceño.
—Mi imagen pública es su dominio. No puedo mantener a Ximena en la oscuridad.
—Está bien. Número dos. No puedes ver a nadie más.
—De acuerdo.
—Tengo que ser la única —insistió, como si yo hubiera objetado—. Si voy a hacer esto, que todos crean que somos pareja y actuar como la novia adoradora para que el mundo lo vea, confío en que no me humilles.
—Entendido.
Lo entendí. Realmente. La dejaron plantada en el altar. Hace dos años. Y no había besado a ningún chico desde entonces. Excepto a mí, un tipo que le estaba pagando por una relación falsa.
Esta chica estaba en camino de recuperarse de algo que la había marcado profundamente, y aceptar ir en esta gira, confiando en mí, era un gran acto de fe.
—Oh… —dijo, como si estuviera lista para debatir—. Eh… De acuerdo. Entonces… si hacemos esto, ambos nos comprometemos a mantener la ilusión. Lo que significa…
—¿Qué significa?
Rodó los ojos. —Ya sabes lo que significa. Nada de sexo real. Nada de que tu equipo de gira —o quien sea— te traiga groupies a escondidas. Nada de reencuentros con viejas amantes en cada ciudad. Y, sobre todo, nada de enredos con Elise.
—¿Eso es todo?
—Te haces una idea. Nada de comportarte como estrella de rock puta a mis espaldas.
—No hay problema.
Por la expresión en su rostro, realmente tenía que suspender la incredulidad con eso. Lo que me molestó un poco. Pero no era como si fuera la primera mujer que dudaba de mi capacidad para mantener mi polla en su lugar.
Me incliné hacia ella en la barra. —Te equivocaste en una cosa, sin embargo. Como mi mujer, mi equipo también está ahí para cuidarte a ti. Especialmente Jeff y su equipo. Y eso lo tomo muy en serio.
—De acuerdo. —Todavía no parecía convencida—. Número tres. Y tomo esto muy en serio.
—Dime.
—Necesito que me prometas que es solo un acuerdo de negocios —dijo—. Que nada de esto es real. Su expresión era firme mientras sostenía mi mirada—. Tú no tienes novias, y yo no salgo con rockeros que no tienen novias.
¿Eso era todo?
¿Tenía miedo de que la presionara para hacer esto más de lo que le había vendido?
—No es real —dije.
Lo que no significaba que no pudiéramos follar como animales… pero no había necesidad de negociar eso en este momento.
—Y es solo por la gira —dijo—. Seis semanas.
—Seis semanas.
Me miró por un largo, largo momento. —Está bien —dijo.
—¿Está bien?
Asintió y se relajó. —Tienes un trato, Elijah Colton.
¿De verdad?
¿Eso era todo lo que necesitaba escuchar, todo este tiempo? Que no iba a hacer un Romeo con ella y arrodillarme o algo así al final de todo esto?
—¿Entonces lo harás? ¿Vendrás en la gira?
—Sí. Iré en la gira. —Levantó su taza de café Nudge.
Brindé con mi jugo. —Maldita sea, sí.
Ella bebió un sorbo. —Todavía no entiendo por qué te molestaste con todo esto. ¿No habría sido más fácil pagarle a una modelo para que te acompañara por seis semanas?
Incliné la cabeza, cerrando un ojo para escrutarla. —¿Te refieres a esa supermodelo que protagonizó mi último video musical?
Se sonrojó. —Pensaba en alguien con un poco más de experiencia como adorno de brazo.
—Ah, pero aprende rápido —dije—. Y hablando de rápida… —Me puse de pie. Mi celular había estado vibrando en mi bolsillo sin parar; si no me movía, Ryder iba a mandar a Jeff a derribar la puerta y arrastrarme—. Te vas mañana. Ximena se pondrá en contacto contigo sobre tu viaje. Mantén tu teléfono encendido.
—De acuerdo. ¿Y tú?
—Vuelo a Montreal hoy. —Tiré mi plato al fregadero, despertando a Max de su siesta—. Tendrás que lavar los platos tú misma, cariño.
—Que se joda eso —gruñó—. Me voy a la cama otra vez.
Eché un último vistazo a ella en pijama mientras acariciaba a Max con los pies, apoyando la barbilla en la mano. —Probablemente sea una buena idea.
—¿Entonces eso es todo, eh? —Me miró, con una leve sonrisa en los labios—. ¿Sin descanso para los malditos?
—Bienvenida a la vía rápida, cariño. —Le planté un beso en la mejilla y salí por la puerta, con una sonrisa enorme en la cara.