AITANA
Cuando regresamos al hotel, Elijah ya había ido y venido. Ximena dijo que él y su séquito se habían adelantado al recinto. Aun así, se había tomado el tiempo de “ensuciar” mi dibujo, haciendo que los ojos de la pequeña caricatura de Elijah se salieran de su cabeza en dirección a la pequeña caricatura de Aitana y agregando un bulto en la entrepierna de sus pantalones.
Me reí, pero guardé el dibujo en mi cuaderno para que no se quedara atrás.
También había una bolsita sobre la cama con mi nombre.
Dentro, envuelto en papel de seda, había un conjunto de brasier y pantis increíblemente hermosos. De seda negra con encaje en los bordes. El brasier tenía pequeños cristales brillantes incrustados en el encaje, lo que lo hacía a la vez bonito y audaz. Tenía copas demi súper escasas y, cuando me lo probé, no solo me quedó perfecto, sino que hizo maravillas monumentales con mi escote.
Me puse las pantis también, porque ¿por qué no?
Después de superar los miles de dólares que Ximena había gastado en ropa para mí esa tarde, decidí aceptar que las cosas que parecían extravagantes en mi mundo —el mundo normal— eran normales aquí, en el mundo de Elijah, y más me valía acostumbrarme.
Así que llevé la hermosa, súper sexy y sin duda costosa ropa interior, comprada para mí por un rockero —o más probablemente, uno de los miembros de su séquito—, bajo el vestido rosa champaña súper sexy, también pagado por dicho rockero, me puse mis botas caras y mi vieja chaqueta de la suerte, retoqué mi maquillaje y me encontré con Ximena en el lobby.
Flynn nos llevó al recinto en un auto de alquiler y, cuando aparcamos atrás, dentro de una puerta de seguridad y al lado de los autobuses de la banda telonera, mi corazón comenzó a latir como si fuera a subir al escenario.
Lo cual, de alguna manera, era cierto.
Pasamos por seguridad sin problemas gracias a Flynn, y Ximena nos guió por los pasillos del arena como si hubiera estado allí una docena de veces, que tal vez lo había hecho. Terminamos frente a la puerta de un camerino, que estaba abierta, y nos unimos a Raf, Letty y Pepper adentro. Estaban sirviéndose tragos de una botella de bourbon.
Había visto a Jeff en el pasillo, pero no vi a Elijah hasta que apareció detrás de mí y me rodeó con sus fuertes brazos por la cintura.
Lo miré, y mi mirada se cruzó con la suya en el espejo de la pared.
—Hola, hermosa —susurró en mi oído.
—Hola, guapo —respondí. El estruendo del público sacudía el edificio, pero juraría que podía escuchar el trueno de mi corazón sobre todo eso.
La banda telonera había terminado su set, y el público parecía deseoso de ver a Elijah Colton en carne y hueso. No es que pudiera culparlos. Desde donde estaba, su cuerpo se veía increíblemente delicioso con un par de pantalones de cuero marrón de tiro bajo con cordones en la entrepierna, y una camiseta sin mangas que mostraba sus fantásticos brazos.
Sus manos bajaron y se aferraron a mis caderas. Me giró hacia él tan abruptamente que agarré sus hombros para mantenerme estable, y él aterrizó uno sobre mí antes de que pudiera pensar.
El beso fue largo, intenso, profundo y hambriento. No tenía idea de de dónde salió, pero pronto olvidé todo excepto ese beso, el cuarto disolviéndose hasta no quedar nada más que Elijah y yo, atrapados en un lento, caliente y alucinante intercambio de labios.
Cuando nos separamos, todos nos miraban, aunque fingiendo no hacerlo.
Alguien carraspeó.
—¿Elijah? —Pepper sostenía un trago de bourbon hacia él. Raf y Letty tenían cada uno un trago en la mano. Elijah tomó su trago y me lo pasó. Raf tomó la señal y le dio uno a Ximena, luego sirvió otro para Elijah.
Todos tomamos nuestros tragos, Elijah me besó de nuevo rápidamente, y luego se fueron, los cuatro chicos dirigiéndose a la puerta para subir al escenario.
Cuando me volví hacia Ximena, me estaba mirando con una pequeña sonrisa curvando la comisura de sus labios. El bourbon —y ese beso— me habían dejado con una sensación cálida y agradable, y sí, excitada. Sacudí la cabeza mientras ella me tomaba de la mano.
—Vamos, hermosa —dijo, imitando la voz grave de Elijah mientras me arrastraba al pasillo, donde Flynn nos esperaba.
Nos apresuramos a seguir a la banda hacia el escenario, manteniéndonos atrás para no estorbar mientras Elijah, Raf y Letty se colocaban las guitarras. Elijah intercambió unas palabras con el técnico de guitarras que no pude escuchar y ambos rieron; su ánimo estaba increíblemente alto, lo que era intoxicante estar cerca, y no solo por ese beso. El hombre tenía una energía eléctrica que parecía disparar chispas en el aire, y era más que electrizante; era magnética.
Quería acercarme, pero me pegué a Ximena como pegamento.
A partir de mañana, tendría que hacer esto sola. Esta noche, no tenía prisa por dejar su lado.
Mientras ella charlaba con Jeff y Ryder, yo me quedé allí observando a Elijah. Algún locutor de radio local estaba en el escenario animando al público, anunciando la inminente aparición de Elijah Colton en francés y luego en inglés. El público se volvió loco al escuchar su nombre, y luego los chicos subieron al escenario.
Elijah giró, barriendo con la mirada a la pequeña multitud que se había formado. Cuando me encontró, caminó hacia mí, todos se hicieron a un lado para dejarlo pasar. Tomó mi rostro con una mano, rozó mis labios y dijo:
—Nos vemos después de que haga esto.
Luego se giró y caminó con soltura hacia el escenario. El telón cayó, Pepper marcó un compás en el bombo, la locura del público se elevó un octavo más y la banda arrancó con Come Lately.
Mi corazón latía tan fuerte que podía sentirlo sobre las vibraciones de la música a través del concreto bajo mis pies.
Ximena chocó hombros conmigo, y cuando la miré, sonrió.
—Hora de ver a tu hombre en acción.
Me abrió paso entre la pequeña multitud; ni siquiera sabía quiénes eran todas esas personas ni qué hacían. Algunos llevaban pases de prensa y otros obviamente eran del equipo o de la banda telonera. Quienquiera que fueran, ninguno pestañeó cuando Ximena y yo, flanqueadas por Ryder y Jeff, nos dirigimos al área lateral del escenario para ver el show.
Lo cual era increíble.
Elijah me dejó sin aliento.
No tenía nada que ver con el show VIP en Vancouver, que era pequeño, íntimo y casi acústico.
Esto era enorme, hacía vibrar el concreto, te movía el cabello, una locura eléctrica de rock, y Elijah estaba totalmente en su elemento. El hombre era eléctrico detrás del escenario, pero en el escenario estaba en llamas. Esto era claramente su pasión. Lo sentía en su música.
Su voz llenaba el recinto, de alguna manera por encima de su guitarra y la de Raf. Pepper era un loco en la batería, pero él, Letty y Raf no intentaban opacar a Elijah, y hasta yo podía notar que a veces apenas podían seguirle el ritmo. Los dedos del hombre volaban sobre su diapasón, tan rápido y fuerte que juraría que realmente iba a ver chispas salir. Tocaba covers sucios de Dirty y las canciones más melódicas y conmovedoras de su álbum solista, su voz era una con la música, intensa y cruda.
Me encantaba su música.
Me perdí tanto en ella que olvidé todo lo demás a mi alrededor. Dejé de sentirme conspicua o preocuparme si alguien pensaba que no debería estar ahí o cuestionaba quién demonios era. Olvidé a Ximena, Ryder y Jeff.
Me perdí tanto que me sorprendió cuando Elijah anunció que iban a tocar la última canción.
Luego la banda arrancó con Try Me On, la canción más pesada de Sunday Morning, y Ximena se inclinó hacia mí.
—Vamos a verla desde el otro lado —dijo.
🎸🎸🎸🎸🎸🎸
Era extrañamente etéreo caminar por el área exterior, la zona pública, del arena mientras la banda tocaba los últimos acordes de Try Me On. La música estaba amortiguada, mi cabeza sentía como si estuviera bajo el agua, y me hice una nota mental de conseguir tapones para los oídos antes del próximo show. Cuando la canción terminó, el estruendo del público también estaba amortiguado, latiendo como un corazón irregular.
La gente empezó a salir por las muchas entradas del arena, y pronto el goteo se convirtió en una multitud interminable. Dentro, miles de personas seguían coreando el nombre de Elijah, pidiendo un encore.
Los pasillos se llenaron, y Ximena me tomó de la mano mientras avanzábamos entre la multitud. Flynn nos seguía a distancia, como siempre. Lo miré de reojo, su cabeza oscura visible entre la multitud. Todos los guardias de seguridad de Elijah eran altos; ahora entendía por qué.
Curiosa, me incliné hacia Ximena de manera conspirativa.
—Oye. ¿Podemos escaparnos de él?
—No —dijo Ximena, y me lanzó una mirada sin rodeos—. Y no vas a intentarlo.
La multitud se había engrosado hasta casi no poder pasar, y de repente todos estaban corriendo de vuelta hacia el arena. Podía escuchar la voz de Elijah; hablaba en el escenario, pero no podía entender lo que decía. Intentaba no dejarme arrastrar por la estampida y me pegué contra la pared. Traté de evitar el contacto visual con las personas que pasaban junto a nosotros. ¿Era eso efectivo para no ser reconocida?
¿Qué tan famosa era yo ahora?
Ximena rió, llevándome hacia un conjunto de escaleras que conducían bajo el arena, bloqueadas con una cuerda con cadena. Pasamos por encima de la cuerda, con Flynn cerca detrás. Escuché a la banda arrancar Dirty Like Me. La multitud alcanzó un nuevo nivel de locura, y solo esperaba que pudiéramos llegar tras bastidores antes de que terminara el show.
Bajando las escaleras, era lo mismo que subir, con menos gente deambulando. La música estaba aún más amortiguada, pero podía distinguir el lento y pesado golpe de Dirty Like Me. Realmente me hubiera gustado ver a Elijah tocar esa canción, pero Ximena se había topado con Jeff y estaba charlando con él. Me acerqué a una gran puerta doble con un guardia de seguridad sentado frente a ella; cada vez que se abría, la música se colaba. Escuché la voz de Elijah, dejándome llevar por la canción.
—Hola, cariño.
Me giré. Un par de roadies con camisetas del crew se habían acercado y estaban mirándome. El tipo de adelante tenía una gran sonrisa en el rostro. El otro, que parecía bastante sospechoso, me observaba por encima del hombro de su amigo,
con una gorra vieja de Slayer bien gastada puesta baja en la cabeza.
—Hola —dije.
—Si quieres hacerle una mamada a mi amigo, te llevo al backstage.
Eh… correcto.
Antes de que pudiera responder a esa generosa oferta, una sombra se posó sobre nosotros y los ojos del tipo se abrieron de par en par. Me giré y vi a Jeff de pie sobre mí, con Ximena a su lado.
—Vamos, Aitana —dijo Ximena, rodeando a Jeff, agarrando mi brazo y jalándome hacia la puerta doble. Cuando miré hacia atrás, Flynn y Jeff estaban hablando con los roadies. El guardia de seguridad abrió la puerta para nosotras y Ximena me hizo pasar rápidamente.
—No te separes así, ¿vale? Y ponte esto —me dio un pase de backstage como el que ella llevaba ahora.
—¿Por qué todos se ponen nerviosos porque esté sola? —pregunté mientras la seguía detrás del escenario, pero mi corazón seguía latiendo a mil. El frenesí del público, que estaba enloquecido tras la versión alucinante y arrebatadora de Dirty Like Me de Elijah, no ayudaba. —Me está asustando.
Nos detuvimos al final del área lateral del escenario, fuera del camino mientras los chicos empezaban a salir; vi a Pepper lanzar sus baquetas a la multitud.
—Supongo que es difícil entender el nivel de locura que viene con la fama hasta que lo experimentas —dijo Ximena—. Suceden cosas locas en los conciertos de rock.
—Ajá. Como que un tipo me pidiera hacerle una mamada a su amigo.
—¿Qué tipo?
Me di vuelta. Elijah, todo sudado y con deseo escénico, me levantó en brazos, sosteniéndome tan cerca que sentí el latido de su pulso a través de su cuerpo y su erección contra mi entrepierna. Evidentemente, sí se excitaba en el escenario.
Me besó, largo, intenso, hasta que casi se me doblaron las rodillas. Sabía a sal y sudor. Cuando relajó un poco su agarre y pude mirarlo a los ojos, los tenía entrecerrados.
—¿Qué tipo?
—Eh… uno de tus roadies me pidió hacerle una mamada —no sabía por qué salió como pregunta, excepto que mi cabeza aún daba vueltas por ese beso.
—¿Qué roadie? —No parecía divertido. Aunque eso debía pasar todo el tiempo en su mundo. Para mí era rarísimo, pero como este día me había dejado claro, yo no era del mundo de Elijah.
—Eh, el tipo con el cabello loco —busqué ayuda en Ximena, pero solo levantó una ceja, sin meterse en esto—. Ya sabes… el que tiene las piernas arqueadas. Miré a los ojos de Elijah, que se oscurecían por segundos.
Pepper y Raf se acercaron, y Pepper le dio una palmada a Elijah en la espalda.
—Gran show, amigo.
Elijah los ignoró, aún centrado en mí.
—¿Una mamada?
Pepper y Raf tomaron la señal del tono de Elijah y se retiraron. Me hubiera gustado unirme, pero él aún me tenía en brazos y no aflojaba su agarre.
—Eh… en realidad, me pidió hacerle una mamada a su amigo creepy. Patético, ¿no? —Demonios. Se veía molesto.
Ni siquiera había hecho nada malo.
—Ajá. ¿Qué amigo creepy? —Ok. Definitivamente molesto. Y también sexy, incluso molesto.
Empezaba a darme cuenta de que no era a mí a quien estaba molesto.
—Oh. Eh, el mudo con la gorra de Slayer.
Volví a mirar a Ximena, que por primera vez no tenía nada útil, ingenioso o de manager que decir. No era una buena señal.
—¿El último? —llamó Raf, cambiando su guitarra.
—En un minuto —dijo Elijah, secándose el sudor de la cara con una toalla que alguien le lanzó—. Espérame aquí.
Tiró la toalla a un lado, me besó otra vez y se dirigió al escenario.
El técnico de guitarras le pasó una de sus guitarras y se la colgó. Lo seguí hasta donde pude y me quedé con Ryder al lado del escenario, observando.
Un solo haz de luz blanca iluminaba a Elijah mientras subía al escenario. El estruendo del público era ensordecedor cuando tomó su lugar, en el centro. Bajó un poco el volumen al tomar el micrófono, y poco a poco guardó silencio mientras empezaba a hablar.
—Esta es para Aitana —dijo, y la multitud volvió a estallar mientras la banda arrancaba con una canción que nunca había escuchado antes.
Para cuando llegaron al coro, lo entendí.
Era la canción nueva. Mi canción.
La que dijo que iba a tocar para mí durante la gira. Realmente pensé que estaba bromeando. Coqueteando.
Pero la canción era real. Y era increíble. Dulce. Sexy. Pegajosa como nada.
Al final, ya tarareaba el coro. Si Ryder no hubiera estado justo a mi lado, la habría cantado en voz alta.
Hay una chica nueva, y es justo de mi tipo…
Encontré una chica nueva, y voy a hacerla mía.