Capítulo 6

841 Words
AITANA Su mirada, oscura como la melaza, se derritió sobre mí; sus labios se entreabrieron mientras tomaba una respiración temblorosa. Podía sentir la tensión de su contención en su cuerpo duro y musculoso, suspendido sobre el mío. Su piel se volvía resbaladiza. Una gota de sudor rodó lentamente por su sien; me pregunté si la cámara lo habría captado. Me aferré a él, mis uñas hundiéndose en su espalda mientras sus caderas me presionaban contra la cama. Se movió sobre mí, empujando su dureza contra la suavidad de mi muslo interno, con solo la delgada tela de su ropa interior entre nosotros. Luego lo hizo de nuevo. Más fuerte. Más lento. Mi respiración se cortó cuando la punta de su m*****o rozó mi clítoris a través del encaje de mis bragas. Comenzó a sonar Rude Boy de Rihanna. Abrí los ojos de golpe. A mi lado, mi perro se acurrucaba en el hueco de mis rodillas. Maldición. Lo estaba haciendo otra vez. Reviviendo cada momento húmedo, sin aliento y lleno de mordidas de labios de mi falso encuentro con Elijah Colton durante la grabación de su video… en mis sueños. Solté un suspiro fuerte y me froté los ojos. Al menos esta vez no había terminado teniendo un orgasmo dormida. Mi perro seguía lamiendo con entusiasmo mi rodilla al ritmo de Rude Boy. —Ugh. Max —me quejé, revolviéndole las orejas y empujándolo suavemente fuera de la cama. El tono de llamada de mi mejor amiga se detuvo de golpe. Busqué a tientas mis gafas sobre la mesa de noche, luego mi teléfono. Cami me había enviado un mensaje cuando no contesté su llamada. Decía simplemente: ¡Número uno, bebé! Cami había estado siguiendo incansablemente todo lo relacionado con el video Dirty Like Me desde su lanzamiento, hacía dos semanas. Si algo, aunque fuera remotamente vinculado a mi aparición en ese video, era mencionado en algún rincón olvidado de internet, Cami tenía una alerta de Google para ello. Y no, el video no era “número uno”. No exactamente. Pero… Abrí el mensaje que me había llegado anoche de Ximena, quien también me mantenía al tanto, aunque de forma más casual pero precisa. Su texto incluía un enlace de YouTube y un informe más específico. Acaba de superar a November Rain. Mi corazón hizo ese extraño golpeteo, algo que últimamente hacía muy seguido. Caí de espaldas en la cama y me quedé mirando la gran grieta del techo de mi habitación, esa que a veces goteaba y que mi casero seguía prometiendo arreglar. Juraría que se movía un poco. Todo el cuarto vibraba, como si un tren diminuto diera vueltas dentro de mi cabeza, lo cual era básicamente como siempre me sentía después de beber vino tinto. Me parecía un poco prematuro celebrar, considerando que aún no éramos realmente “número uno”, pero Cami ya tenía la excusa perfecta para preparar varias jarras de sangría anoche. —s***h —decía mi mejor amiga borracha—. Le ganaste a s***h. Estaba totalmente emocionada con el hecho de que, según Ximena, November Rain de Guns N’ Roses era el video de rock más visto en YouTube, hasta que un cierto video protagonizado por Elijah Colton y, ejem, yo, apareció. Ahora, Dirty Like Me tenía ese título. Le respondí a Cami: Trabajo ahora. Hablamos luego. Su respuesta llegó antes de que pudiera soltar el teléfono: ¡Nos vemos allá! ¡¡¡Eres una estrella!!! Eso fue seguido por unas cincuenta caritas felices con estrellas en los ojos. Gruñí y arrojé el teléfono a un lado. Luego estiré mi cuerpo adolorido, probablemente todavía un poco ebrio, y me senté. A diferencia de Cami, que ya estaba soñando con todos los fabulosos trabajos de modelo que debería probar, yo estaba en negación con todo esto. Era demasiado para asimilar que ahora compartía lugar con gente como Rihanna y Adele; mujeres cuyos videos eran tan vistos como el mío y que, oh sí, eran tan famosas que bastaba con un solo nombre. Algo así como la verdadera novia de Elijah Colton, Elise. No es que yo fuera tan famosa, pero igual. Una maldita locura. Al menos todas esas mujeres tenían talento real. No solo no quería ser famosa, sino que menos aún quería serlo por no haber hecho absolutamente nada más que ponerme un conjunto de encaje y dejar que un rockstar me toqueteara. Y, pues sí, eso era básicamente lo que había pasado. Mientras pensaba en eso, Max gimió y me olfateó el pie. —Sí, Max. Lo sé. Pipí y comida. Me di tres segundos más para asimilar todo eso y luego arrastré mi trasero fuera de la cama. Porque aunque ahora fuera una especie de sensación viral en internet, en la vida real seguía siendo una chica común, con cuentas por pagar, sin novio —ni rockero ni de ningún tipo— y con un trabajo que cumplir. Un trabajo de mierda, pero trabajo al fin. Y un perro al que sacar a hacer sus necesidades.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD