AITANA
El ambiente del club se estaba volviendo cada vez más ruidoso a medida que aumentaba la anticipación por la presentación de Elijah y la multitud crecía. R U Mine? de Arctic Monkeys retumbaba por los parlantes y yo estaba por terminar mi tercera cerveza cuando Cami llegó. Se dejó caer en el asiento junto a mí —Ryder se levantó para dejárselo— y Daniel fue rápido para pasarle una cerveza. Esa canción siempre me provocaba un calor insoportable, así que no ayudó cuando vi a Elijah regresar entre la multitud con Jeff… usando pantalones de cuero.
Dios santo. Tuve que morderme la lengua para que no se me cayera de la boca.
Tuve tiempo justo para poner a Cami al tanto de lo que había pasado hasta el momento, incluyendo el hecho de que las chicas —las del tipo bomba sexy— se habían multiplicado a una velocidad alarmante desde que llegué. La proporción de mujeres a hombres en la zona VIP era de tres a uno. Zander, Daniel y Ash estaban cubiertos de chicas. En parte me aliviaba que Elijah se hubiera ido a ocuparse de algunos asuntos; no sabía qué tan dispuesta estaba a ver mujeres trepándose encima de mi cita falsa.
Bebí un sorbo de cerveza mientras lo veía abrirse paso entre la multitud, siendo manoseado en el camino. Todavía llevaba el saco de terciopelo sobre la camiseta suelta con escote redondo que dejaba ver su sexy clavícula. Y sí… pantalones de cuero n***o.
Intenté con todas mis fuerzas no mirarlo, pero ningún hombre había lucido tan bien en pantalones de cuero.
Nunca.
También llevaba gafas de sol, dentro del club, y en la oscuridad… y de alguna forma no se veía ridículo haciéndolo.
Caminó hacia mí, asintió saludando a Cami y se agachó junto a mi silla.
—¿Cómo va todo, hermosa? —dijo, empujando las gafas hacia su cabeza, entre sus rizos sedosos.
—Bien —respondí, tratando de no atragantarme con mi lengua. Apenas—. Tus amigos son muy agradables.
Él soltó una carcajada.
—Deben de estar comportándose. Quieren impresionar a mi chica nueva.
Mi corazón se aceleró. Me gustó cómo sonaba eso saliendo de su boca. Demasiado.
—Le conté a Ximena lo del, eh… d**k pic —era cierto. Me había preguntado cómo habíamos empezado, y se lo dije. Se rió y puso los ojos en blanco, pero al menos pareció creérselo. Ya era bastante malo mentirle; al menos la mentira había funcionado—. Creo que me creyó.
—¿Ves? —dijo Elijah con una sonrisa—. No hay problema.
—Claro. Excepto que todos han sido tan amables conmigo que me siento una imbécil mintiéndoles.
Sus ojos se entrecerraron un poco, con una media sonrisa que casi era peligrosa.
—No eres una imbécil, Aitana Bloom —se inclinó hacia mí—. Tengo que ir a prepararme detrás del escenario.
Entonces me besó en la boca, así, sin más.
Contuve el aliento; sus labios se quedaron un poco más de lo que esperaba. Luego se apartó lentamente.
—Deséame suerte —dijo.
—No la necesitas —respondí sin aire. Ese hombre no necesitaba nada de mi ayuda.
Sonrió y se alejó. Lo observé mientras él y los demás músicos se dirigían al fondo, acompañados por Jeff y varios guardias. Cuando lo perdí de vista, volví la atención hacia Cami.
Mi mejor amiga tenía en el rostro la sonrisa más grande y maliciosa que jamás le había visto.
—¿Qué? —pregunté, sonando mucho más molesta de lo que pretendía.
Levantó las cejas, muy alto.
—Nada —su sonrisa se volvió provocadora al decir, imitando su voz—. No eres una imbécil, Aitana Bloom.
Tomé un trago de cerveza, ignorándola.
—¿Qué fue eso? —insistió.
Suspiré.
—Estamos diciéndole a sus amigos que me mandaron una foto del p**o y que así empezamos. Solo estaba tratando de hacerme sentir mejor al respecto.
—Asqueroso —dijo Cami inclinándose hacia mí—. Enséñamelo.
—No hay ninguna foto del p**o, pervertida. Es solo una broma.
Varias canciones después, y a mitad de otra cerveza, ya estaba impaciente porque empezara el show. Mi corazón aún no había vuelto a su ritmo normal después de ese beso inesperado, y estaba al borde del asiento por ver a Elijah tocar en vivo. Había escuchado su álbum solista como cien veces desde que acepté esta “cita”, y Dolly tenía razón: la música de Elijah Colton era preciosa. También era cruda, con tintes de blues, sucia, oscura y retorcida, sin mencionar lo sexy y adictiva que resultaba.
Podría haberme levantado a bailar para liberar algo de energía nerviosa; un grupo de chicas había improvisado una pista de baile en la esquina del área VIP que daba vista al escenario de abajo. Pero tenía una vista perfecta del centro del escenario, y no iba a renunciar a mi asiento por nada.
Un tipo estaba tratando de ligar con Cami junto a mí, pero no podía mantener una conversación, así que me dediqué a observar a la gente. Mi pierna vibraba de los nervios, así que tardé unos segundos en darme cuenta de que mi teléfono estaba vibrando en el bolsillo de mi chaqueta de cuero. Dos veces.
Lo saqué y deslicé el dedo por la pantalla, abriendo la app de mensajes… para encontrarme con una foto de un pene mirándome de frente.
¿Qué demonios…?
Escondí el teléfono bajo la mesa, verifiqué que nadie me estuviera mirando y le eché una ojeada rápida. Contra mi mejor juicio, toqué la imagen para ampliarla.
Sí. Acababa de recibir una foto de un m*****o erecto, sostenido por una mano masculina con un par de anillos plateados grandes.
Tragué saliva.
Pasé al siguiente mensaje, que decía simplemente: Ahora no tienes que mentir.
—¡Aitana!
Salté casi una pulgada de mi asiento y golpeé la mano contra la parte inferior de la mesa. —¡Jesús! —cerré la aplicación y guardé el teléfono. Cami estaba de pie frente a su asiento, mirándome fijamente.
—¿Qué demonios estás haciendo ahí abajo? Dije tu nombre como ocho veces.
—Nada. Revisando mis mensajes. ¿Qué pasa?
—Decía que estos caballeros nos están invitando unas bebidas. —Me presentó a los dos chicos que estaban junto a ella, pero honestamente olvidé sus nombres en cuanto los dijo.
—¿Aitana, verdad? —dijo uno de los chicos—. Un gusto conocerte.
—Igualmente. —Le estreché la mano que me ofrecía, pero no me levanté. Cami me lanzó una mirada significativa. Conocía esa mirada, pero ni loca iba a ligar con un tipo random estando aquí como la cita de Elijah.
—Un segundo —les dijo a los chicos y se inclinó para susurrarme al oído a gritos—. Ellos van a una fiesta después de esto. Deberíamos ir.
Le susurré de vuelta, también a gritos: —¡Ya estoy en una cita!
—¡Una falsa!
—¡Shh! —miré a mi alrededor, pero Black Dog de Led Zeppelin estaba reventando el lugar, demasiado fuerte para que alguien escuchara lo que decíamos—. Se supone que es real. ¡Despídelos!
—Ni loca. Yo sí voy a ligar. —Luego sonrió, me pasó uno de los cosmos que acababan de llegar —su trago favorito— y se levantó para unirse a los chicos otra vez.
El que me había dado la mano se inclinó sobre la silla vacía de ella. —¿Te molesta si me siento contigo?
—Oh… eh, en realidad estoy aquí con alguien.
—¿Ah, sí? —Sonrió con amabilidad genuina. Tenía unos ojos azules brillantes y parecía bastante agradable—. ¿Y quién es ese tipo que te deja aquí sola?
—Eh… ¿Elijah Colton? —No había forma de decirlo sin sonar como una presumida. Me di cuenta en cuanto las palabras salieron de mi boca.
La sonrisa del chico vaciló, justo cuando un brazo se extendió entre nosotros. Un brazo musculoso con un tatuaje n***o de manga completa: un árbol con raíces largas y retorcidas. Una gran mano, con un anillo plateado de calavera en el dedo medio, dejó un trago sobre la mesa. Era una copa de champaña llena de burbujas relucientes, con un remolino de licor rojo en el fondo.
Levanté la vista y me encontré con el rostro de Jeff. —De parte de Elijah —dijo con un gruñido más intenso de lo necesario. Por suerte, el gruñido no era para mí.
Miré al chico de ojos azules, que se había echado hacia atrás, saliendo de mi espacio. Ya no quedaba rastro de sonrisa. Miró de Jeff a mí, luego asintió. —Cuídate, Aitana. —Se inclinó para decirle algo a su amigo, que seguía conversando con Cami, y luego se fue.
Wow.
Repelente de tipos, potencia máxima.
—Gracias —le dije a Jeff, algo dudosa. Probé el trago, y estaba increíble.
Él asintió, y alcancé a ver apenas una ligera curva en la esquina de su boca. Le entregó un cóctel de champaña idéntico a Cami y volvió a su puesto de vigilancia junto a la baranda.
Y mientras bebía el trago que Elijah me había enviado, no podía dejar de pensar en esa foto de su pene. Luché contra la tentación de sacar el teléfono y mirarla otra vez.
Porque aparentemente yo, Aitana Bloom, era una pervertida total.
Por suerte, la imagen ya estaba grabada en mi cabeza: ese pene duro como una roca tensándose en la mano de Elijah, el grueso m*****o llenando su puño fuerte… y sí. Era jodidamente grande.
Tragué saliva y di otro sorbo, mirando alrededor con culpa, pero nadie parecía notarlo mientras cruzaba las piernas para apretar los muslos. La carne entre ellas latía con necesidad. Dios, había pasado demasiado tiempo. Solo pensar en Elijah sacándose el pene, envolviendo su mano alrededor…
¿Dónde demonios tomó esa foto? ¿En el baño?
¿Pensó en mí cuando se puso así de duro?
¿Se masturbó?
—Qué carajos —escuché decir a Cami, arrancándome de mis pensamientos sucios.
Parpadeé, alejando la niebla de lujuria, mientras ella volvía a su asiento junto a mí. El tipo con el que hablaba ya no estaba, seguramente fue por más tragos o algo así. Sus labios rojos estaban entreabiertos en una expresión de horror. Giré para ver qué estaba mirando, pero me agarró del brazo para detenerme.
—No —susurró—. Finge que te estás divirtiendo. —Entonces mostró su brillante sonrisa de Cami y soltó una carcajada.
—Me estoy divirtiendo.
—¡Solo hazlo! —dijo entre su sonrisa.
—Está bien. Esta fiesta está increíble. Juro que acabo de ver al tipo de The Walking Dead allá.
—No era él —dijo Cami distraídamente, aún sonriendo—. Lo conocí en una fiesta una vez. Es mucho más bajito. —Seguía echando miradas furtivas hacia un punto de la sala, y eso me estaba poniendo nerviosa. Bebió un sorbo y lanzó su cabello hacia atrás con una sonrisa más amplia, como si acabara de decir algo fantástico—. No puedo creerlo.
—¿Qué carajos pasa? ¿Quién está allá? —Miré en la dirección de su mirada, por encima de la cabeza de Dolly.
La mano de Cami se aferró a mi brazo. —¡Despacio! —dijo—. Y no lo hagas obvio.
—Okay. —Miré alrededor de nuestra mesa y la de al lado, fingiendo que observaba los rostros de los presentes. Luego eché una mirada más allá, siguiendo la línea de la mirada furtiva de Cami, donde Ryder estaba hablando con un tipo—
—¡No lo mires fijo! —dijo Cami, y giré de nuevo hacia ella.
Porque oh.
Dios.
Mío.
Era Josh.
Mi ex prometido, Josh.