"Día de suerte"

1422 Words
Dos semanas después… — ¿Aló? –Alice daba por terminada una importante reunión de negocios para poder atender la insistente llamada de Sofía, una de sus mejores amigas — Alice no te olvides de llevar tu hermoso cuerpecito al pub, esta noche es la despedida de soltera de Susan y todo parece indicar que Marcus también hará una pequeña fiesta con sus amiguitos –Sofía estaba emocionada ¡la morocha se nos casaba! — Tranquila tengo todo listo para ésta noche, te veré después besos –se despidió y caminó tranquilamente por los pasadizos de su empresa. Desde hace dos años la vida de Alice cambió completamente, ahora ella estaba al mando de las empresas de su padre y gracias a la ayuda de Marcus pudo lograr abrir una sucursal en la “Ciudad D´Miranda”. Donde se aventuró a tomar parte de un nuevo mercado, enlazando relaciones con grandes empresas como Maxwell, R&A, MENDOZA y otras más, con la finalidad de iniciar con éxito este negocio. Aquella ciudad la había cautivado con su cálido clima y las hermosas playas, además de ser el lugar perfecto para olvidar su pasado: Said Johnson. Su círculo de amistades había crecido un poco, manteniendo contacto con sus grandes e inseparables compañeras, Susan y Sofía. — Baby ¿almorzamos? –Alice entra a la oficina del castaño con una enorme sonrisa — Claro preciosa ¿Qué deseas comer hoy? –ese hombre como todo un caballero se va acercando hasta donde está la rubia, tan galante y sexy… — Sabes cuánto detesto esa palabra ¿no? –ante su mala cara, Samuel le sonríe con cariño — ¡Cómo podría olvidarlo! –aunque estaba claro que lo había dicho de manera inconsciente, la sola mirada de Alice  parecía encantarlo… Samuel se pone su blazer y la toma de la mano, llevándola a un lugar especial, a su lugar favorito. El restaurante es muy elegante, todo en base a madera clara, desde los pisos hasta las mesas, combinando a la perfección con el gris del techo y el acolchado de las butacas. Una hermosa señorita los lleva a su mesa y se sientan a disfrutar de un delicioso almuerzo junto a la hermosa fuente de agua del jardín. Desde ahí se puede tener una amplia vista a todo el restaurante incluso a gran parte de la calle gracias a sus grandes ventanales. — Podría darle las gracias al Chef de mi parte, todo estuvo exquisito –le dice Alice a la amable señorita sirviendo su copa de vino — Como siempre –agrega Samuel con una sonrisa satisfecha, mientras disfruta de su copa de vino — Muchas gracias señorita Rodrich, le haré llegar el mensaje a nuestro chef –la chica se retira en dirección a la cocina Unos minutos después, alguien con un traje blanco impecable aparece frente a ellos, no era la primera vez que Alice enviaba sus felicitaciones al chef y eso había llamado la atención de Austin. — Señorita Rodrich, es un placer conocerla me alaga escuchar que disfruta de cada platillo de mi restaurante –Alice se encuentra con unos azules ojos como los suyos y le sonríe de manera educada mostrando admiración- mi nombre es Austin Martinelli — Por fin tengo el gusto de conocerlo señor Martinelli –ella parece sonreír como una niña complacida — Muy cierto, ella muere y pena por su exquisita sazón –añade Samuel con una gracia elegante, propia de su buena educación A unas mesas de distancia de la amena escena, una joven estaba sentada completamente sola, tenía un aura desoladora y sombría mientras observaba fijamente una imagen en su celular. El traje que lleva puesto no era de una marca conocida sin embargo cada platillo y bebida sobre su mesa, costaban unos cuantos miles de dólares. Pagó la cuenta  con una llamativa tarjeta negra y dejó una fuerte suma como propina a la mesera. Pidió un último vaso con agua y se quedó ahí sentada, en silencio, hasta escuchar el sonido de su celular. “Esto se acabó, fue un error involucrarme contigo” aquel mensaje resonaba en su cabeza una y otra vez, aun cuando la llamada había terminado y el celular estaba a sus pies. Por su rostro se curvó una sonrisa dolorosa y llena de ironía por haber creído en ese hombre. Alguien había terminado con ella y no podía superarlo, con el corazón roto y sin ganas de continuar con su vida aquella mujer tomó la peor decisión… Todos regresaron a mirar el barullo formándose en aquel restaurante, la imprudente  mujer salía corriendo a toda prisa del lugar y sin intenciones de detenerse — ¡No mires! –alcanzó a decir Samuel tomando de la cintura de Alice y girándola hasta cubrir el rostro de la hermosa rubia en su pecho. El fuerte sonido del patinar de las llantas del auto ante el frenado en seco del conductor rechinaron en todo el lugar, así como las marcas se acentuaron en la berma de la calle. Todos estaban en shock, quien se podría imaginar ser testigo de una escena tan descabellada de autodestrucción. Tan solo unos minutos después una ambulancia se llevaría a la joven, al parecer hoy era “su día de suerte”, quedaría con algunas secuelas pero ninguna tan mala como la culpa por haber causado la muerte de un hombre. El cuerpo inerte fue llevado a la morgue central para su respectiva autopsia, Alexis Távara de 52 años había fallecido instantáneamente cuando el vehículo por evitar atropellar a la muchacha girara bruscamente el timón e impactara contra el susodicho al intentar cruzar la calle. Aquel hombre dejaba una familia, una esposa y un hijo sin amparo alguno. Quizá su muerte hubiese significado dolor, pero en este caso había sido un alivio para aquellas personas. * Dentro de una empresa, la secretaria, nerviosa, se quejaba por el desorden en el que se encontraba la oficina de su jefe, habían muchos fragmentos de vidrio regados por el piso y los papeles de igual forma. Rápidamente llamó al servicio de limpieza y enviaron a una señora, la más ágil del departamento para poner todo en orden por si el dueño de aquella empresa regresaba pronto. — Pilar, el jefe te está esperando en la oficina –una mujer del área de limpieza le avisa a su compañera. — En un minuto bajo –le informó y prosiguió con la limpieza de la oficina principal del grupo A&R, aparentando tranquilidad. Cuando su compañera se fue, Pilar miró el miró el reloj colgando en aquella oficina “Tres en punto”, sentía temor de haber cometido alguna torpeza y ser despedida, eso solo podía significar una buena golpiza de su marido. En cuanto terminó bajó inmediatamente hasta el área de mantenimiento, al entrar a la oficina de su jefe lo encuentra con un gesto consternado. Aquella mujer camina pausadamente hasta sentarse sobre la silla sin comprender la situación. — Pilar, lamento informarte sobre la muerte de tu esposo –dijo el hombre en un tono suave, casi resquebrajado. — ¿Es.. Es… Está seguro? –las palabras se hicieron un nudo en la garganta de aquella mujer —  Así es, me llamaron de la policía. Debes acudir de inmediato a la morgue – El rostro de Pilar palideció, sus ojos se llenaron de lágrimas sin hacer ni un solo movimiento brusco más que el de su pecho por el insistente llanto naciendo. El hombre corrió a conseguir un poco de agua para intentar calmar los nervios de Pilar, aquella mujer se quedó con la mirada perdida y los ojos brillando mientras contenía el llanto que poco a poco se estaba convirtiendo en una dolorosa sonrisa. Como una lunática que siente felicidad y dolor al mismo tiempo… Hoy es mi "Día de suerte" pensó. —  El karma existe… ¡Maldito desgraciado!  -murmuró y lloró con fuerza ante la inminente paz llegando a su vida.  Aquel hombre no era más que el verdugo de aquella mujer. Las constantes golpizas y todo el abuso de estos años, fueron sobrellevados como una forma de penitencia por su gran pecado, pues ella había sido demasiado incrédula al confiar y enamorarse de ese sujeto. Ahora solo falta hacerse cargo de todos los gastos para su entierro; tal parece que ese fin de mes sería complicado para ella y su hijo. Pero su tranquilidad y el tener nuevamente su vida devuelta… valía la maldita pena. 
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