CAPÍTULO DIECINUEVE

1782 Words
ELINA   Para el momento en que el auto arranca, ya un silencio incómodo se ha instalado en el asiento trasero del vehículo en dónde únicamente nos encontramos sentados el rey y yo, no obstante, después de que han pasado unos minutos y la curiosidad por saber qué vamos a hacer me está matando, no puedo contenerme más y girándome hacia el rey le pregunto:   “¿Hacia dónde nos dirigimos?”   Él me observa por un momento antes de responder con tono frío: “Vamos a ir a visitar a todas las manadas del reino, debo presentarte con los alfas y también aprovecharé la oportunidad para presentarme como el nuevo rey,”   “¿Presentarme a mí? ¿Por qué?” pregunto con incredulidad.   “Porque eres la nueva integrante de mi guardia personal, eso te pone en una posición superior a todos los alfas del reino, inclusive aquellos que están en el grupo élite, por lo tanto, es prudente que ellos te conozcan,” él me responde encogiéndose de hombros.   “Si me vas a presentar a mí como la nueva guardiana real, y te vas a presentar como el nuevo rey, ¿no debería haber venido August también para presentarse como el nuevo beta?” le pregunto, recordando lo que August me dijo durante el desayuno, pero esto parece molestar al rey, quien me lanza una mirada de exasperación.   “Lo siento por arruinarte lo que estoy seguro habría sido un lindo día junto a mi beta, pero él tenía asuntos más importantes que atender, tendrá tiempo para presentarse durante el banquete final del festival, y tú tendrás tiempo de verlo cuando vayan a dar su tan esperado paseo,” él me dice con tono molesto, y yo quedo confundida tratando de entender qué hice mal para que se pusiera así de furioso conmigo.   “Yo no…” empiezo a decir, pero el me corta casi al instante.   “Hay diecisiete manadas en el reino, todas llevan el nombre de diferentes piedras preciosas porque así lo quiso mi abuela y mi abuelo la complació con eso, tal como hacía con cada capricho de ella… en fin, visitaremos primero la manada Amatista que es la más cercana, trata de no hablar mucho pues gran parte de sus miembros perdieron seres queridos en uno de los ataques que envió tu abuelo y no creo que vayan a estar muy felices con tu visita, de todas formas no podemos quedarnos más de veinte minutos con ninguno de ellos, algunos incluso tendrán visitas más cortas, por lo que no nos conviene distraernos allí,” él me dice de forma metódica, como si me estuviese enseñando una importante lección de historia.   “Sí, su majestad,” es todo lo que respondo por miedo a decir algo inapropiado que lo saque de casillas nuevamente.   Cinco minutos después el auto se detiene cerca a un pequeño poblado que está conformado por una casa grande de tres pisos, la cual supongo que es la casa principal de la manada y en donde vive el alfa, el beta y sus familias, y a su alrededor hay una docena de casas más pequeñas, así como un par de comercios abiertos, un pequeño mercadillo de frutas y verduras, y una enfermería muy parecida a la que dirige mi madre, pero mucho más grande, de hecho esta manada tiene casi el triple del tamaño que la mía, quiero decir, que la de mi familia adoptiva.   Hay varias personas en la calle, las cuales paran lo que están haciendo y nos observan con atención y curiosidad, pero no es sino después de que el auto se detiene frente a la casa principal de la manada en donde nos están esperando dos hombres corpulentos, uno mucho más viejo que el otro, por lo que asumo que se tratan del alfa y el beta, que la pequeña multitud que se fue formando con nuestra llegada, estalla en murmullos y expresiones de sorpresa tan pronto como nos ven bajar del auto.   El alfa, quien es el hombre más viejo de los dos parados frente a la puerta principal, saluda al rey con una inclinación de su cabeza mientras dice “Bienvenido, su majestad,” y luego asiente levemente hacia mí sin decir una sola palabra, no obstante, el hombre más joven y quien aparentemente es el beta, únicamente saluda al rey con una inclinación de cabeza y masculla sin ganas las mismas palabras que el alfa, pero a mí ni siquiera me determina, sin embargo pareciera estar bastante consciente de mi presencia en el lugar pues su ceño está profundamente fruncido y su cuerpo parece tenso mientras él evita mirar hacia mi dirección.   Después de las debidas presentaciones y la invitación formal al banquete final del festival, el rey se pone de pie con el ceño levemente fruncido, al notar la forma casi grosera como me trataron el alfa y sobre todo el beta, yo también me siento bastante molesta con toda la situación pues parece que el médico real tenía razón y mi temperamento se ha vuelto más difícil de controlar, y aunque estuve conteniendo mi molestia de la mejor forma que pude durante nuestra corta visita, al final cuando noto que ellos no planean despedirse de mí y hacen ademan de dar media vuelta para ignorarme nuevamente, no puedo evitar dejar que el aura de alfa real fluya por un leve instante al mismo tiempo que me dirijo a ellos con una breve despedida, y la reacción es instantánea, ambos voltean de inmediato e inclinan la cabeza levemente hacia mí con una expresión confundida.   “¿Por qué demonios hiciste eso?” el rey me recrimina tan pronto como estamos de vuelta en el auto.   “¿Hacer qué?” le pregunto fingiendo ignorancia.   “Eso, los sometiste con tu aura, ¿por qué lo hiciste?” él insiste levantando un poco la voz.   “¡Yo no hice nada!” le respondo haciendo uso de mi cara de cachorrito, la cual siempre fue efectiva para convencer a mis padres de que me creyeran o aceptaran mis peticiones.   El rey frunce el ceño pareciendo desconcertado, y mi táctica parece funcionar pues él no insiste más en el tema, sin embargo, continúa mirándome de forma extraña durante la totalidad del trayecto hacia la manada Jade, y tengo que hacer un esfuerzo enorme para contener mi risita triunfal, pues aunque fue divertido someter a esos hombres groseros y estúpidos, sé que también me podría causar problemas si él o alguien en el palacio creyeran que puedo desafiar su poder de alguna forma, por lo que tendré que seguir el consejo del médico y tratar de controlar mis emociones, así como también mi aura de alfa.   ---------------------   Las visitas a las manadas Jade, Diamante, Topacio, Esmeralda, Zafiro, Morganita y Ópalo, se suceden tan rápidamente y con una similitud espeluznante, a excepción de la parte en la que los obligo a ser cordiales conmigo, que casi pareciera una repetición de una misma acción de forma aburrida y por eso no es ninguna sorpresa cuando nos subimos al auto nuevamente y el rey parece extenuado además de aburrido con la situación, por lo que cuando llegamos a la casa principal de la manada Piedra de la Luna, el rey permanece un par de segundos más en el vehículo con los ojos cerrados, pero cuando me acerco a él para tratar de despertarlo, sus ojos se abren de repente y me asombro con la profundidad que encuentro en ellos.   “Vamos, nos están esperando,” él dice en voz baja y yo me limito a asentir antes de bajar del vehículo como si estuviera en un trance, del cual despierto tan pronto noto el aspecto de la persona que se encuentra de pie frente a la puerta de la casa principal, quien pareciera se la alfa de la manada.   Es una mujer alta, acuerpada, con aspecto rudo y cuerpo musculoso, pero lo que más sobresalta en ella es la enorme cicatriz que atraviesa la mitad de su rostro, son tres largas líneas como si se tratara del paso de una garra gigante que se llevó consigo parte de su labio superior; ella nota que estoy mirando su cicatriz fijamente y suelta una risa amarga, por lo que miro hacia otro lado rápidamente sintiéndome avergonzada por la forma tan grosera en que la estaba observando.   “¿Quieres saber quién me la hizo?” ella me pregunta con una voz rasposa, después de haberle dado la bienvenida al rey.   “Lo siento, no quería ser grosera,” le respondo de inmediato.   “Tu padre me la hizo,” ella responde a su propia pregunta, ignorando por completo mis disculpas, una corriente fría me recorre la espalda y siento al rey ponerse tenso junto a mí.   “Lo siento,” mascullo de nuevo y ella se vuelve a reír, pero esta vez más fuerte que antes.   “¿Por qué te disculpas? No fue culpa tuya, además, esta cicatriz es uno de mis más grandes orgullos, dime, ¿cuántas personas pueden decir que lucharon contra un rey alfa y sobrevivieron para contarlo?” ella me dice, pareciendo bastante orgullosa de su hazaña.   “Mi padre era un príncipe,” le respondo confundida.   “Oh, chiquilla, se nota que nadie se ha tomado la molestia de contarte todo lo que sucedió en la guerra, tu abuelo murió primero, lo que quiere decir que, aunque hubiese sido tan solo por unos minutos, tu padre fue rey y eso es algo que nadie puede negar,” ella me dice encogiéndose de hombros.   Después de ello la visita no pareció tan tensa ni aburrida, pues la mujer, llamada Corina, fue bastante amable con los dos y me contó varias anécdotas de la guerra, algunas tristes, otras macabras, pero en su mayoría fueron divertidas, por lo que aún me seguía riendo en el auto cuando íbamos de camino a la manada Granate, la cual queda un poco más allá de las fronteras del reino y es la única que tiene su territorio por fuera de la seguridad del reino, lo que la hace la más feroz y grande de todo el reino; no obstante, mi risa muere en el momento en el que el auto se detiene de forma abrupta y cuando el chofer se baja para revisar qué hay afuera bloqueando la vía, un rugido fuerte se escucha justo antes de que veamos a una bestia enorme arrancarle la cabeza de un mordisco.   Mi corazón se detiene por un momento cuando veo afuera de las ventanas y me doy cuenta con horror de que nos encontramos rodeados de lobos que por su aspecto parecen ser Rogues.
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