ELINA
Pasé una noche horrible.
Después del pequeño intercambio con el rey no fui capaz de conciliar el sueño sino hasta bien entrada la madrugada, y cuando finalmente logré quedarme dormida empecé a tener todo tipo de pesadillas, es como si hubiese algo acerca de este lugar que activa en mí los malos sueños, o peor aún, los sueños extraños, pues anoche no soñé con mi familia biológica o adoptiva, sino con los miembros de la guardia real, con la princesa Agatha, con Iris Cross y su hermano August, y también con él, con el maldito rey, aunque el sueño que tuve con él fue el más extraño de todos pues no tenía que ver con enfrentamientos o grandes lobos, sino con una enorme pradera en la que estábamos acostados uno junto al otro sobre la hierba, simplemente mirándonos a los ojos sin decir una palabra, no obstante, cuando él se acercaba a mí y yo cerraba mis ojos creyendo que me iba a besar, sentía una punzada de dolor en el pecho y abría los ojos para ver con horror la mancha de sangre roja sobre mi pecho, rodeando un enorme cuchillo que él aún estaba empuñando.
Me desperté agitada con las primeras luces de la mañana y no pude volver a dormir más, por lo que sólo permanecí recostada mirando hacia el techo y preguntándome si acaso ese sueño significaba que tenía miedo a lo que él pudiera hacerme, pero, sobre todo, preguntándome el por qué en el sueño parecía querer que él me besara.
Cuando noté que ya era hora de empezar a alistarme para mi primer día como parte de la guardia del rey, me levanté y después de ducharme me dirigí al clóset para empezar nuevamente el debate sobre qué debería usar y noté con desagrado que aunque esta ropa es muy costosa, no es del todo de mi gusto por lo que tendré que ir a casa de mis padres y traer mi ropa, y es que aún no he podido ir a visitarlos y hablar con ellos de forma más calmada porque no se me permite salir del palacio sin autorización del rey y dudo que a ellos los dejen entrar aquí, así que mientras soluciono ese asunto, debo conformarme con la ropa que tenga aquí, y ya que la herida de mi pierna ha mejorado bastante, me aventuro a usar un pantalón n***o de tela elástica y suave que aunque queda un poquito ajustado en el área de la cadera, cae suelto por las piernas y por lo tanto no me lastima la herida.
Vuelvo a usar los tenis blancos que me puse para mi visita al médico y también me pongo una blusa blanca de tirantes, pues el clima parece estar muy bien hoy y debería aprovecharlos antes de que llegue el otoño; me peino el cabello y luego lo recojo en una cola alta, pues no sé qué tanta actividad física vayamos a realizar hoy y debería poder hacer las cosas sin tener que estar removiendo el cabello de mi rostro, como usualmente sucede cuando lo dejo suelto.
Tan pronto como termino de vestirme, bajo al comedor para desayunar, ya que el rey dejó muy claro con su expresión molesta de ayer, que no está bien visto que desayune en mi habitación y no con el resto de la guardia, pues después de todo es una de las costumbres más sagradas en una manada, comer juntos, y aunque nunca pensé que la guardia real se comportara como una manada pequeña, lo cierto es que se parece mucho y por lo tanto debo respetar las costumbres que ellos tienen.
No obstante, me asombro al ver que sólo hay un par de personas en la mesa del comedor, uno de los guardias reales y un hombre que sigue a la princesa Agatha a todas partes, como una especie de consejero, pero no me atrevo a preguntar por los demás y me concentro en comer, sirviéndome en un plato panqueques, huevos y tocino, con un poco de café, y cuando estoy a mitad de mi desayuno, el rey, August y su hermana, quien me lanza una mirada odiosa, se unen a la mesa, y aunque en principio el rey se ve molesto cuando August hace ademán de querer venir a sentarse junto a mí, finalmente cede a la súplica silenciosa de su beta y se sienta a desayunar con un evidente malhumor.
“Buenos días, Ellie,” August me dice con una sonrisa.
“Buenos días, August,” le respondo también con una sonrisa, y con mi visión periférica noto a Iris cambiándose de puesto y sentándose junto al rey en el puesto que le pertenece a su hermano.
“Hoy sí tengo permiso de acompañarte,” él dice en tono de broma mientras mira de reojo al rey, quien está mirándonos con el ceño fruncido, ignorando casi por completo lo que sea que le está diciendo Iris.
“Eso veo, ¿también vendrás con nosotros hoy?” le pregunto y su sonrisa se desvanece por un instante.
“Ese era el plan, pero ha surgido algo de último momento y debo ir a encargarme de ello,” él me responde después de mirar brevemente al rey, quien ahora parece estar hablando con Iris y por alguna razón eso me molesta un poco.
“Oh, lamento mucho escuchar eso,” le digo.
“Podremos ir a dar un paseo cuando vuelvas,” él propone y noto como el rey se detiene a mitad de una oración y nos mira con atención, lo cual hace que me ponga incómoda, pero al ver que August está esperando mi respuesta, asiento con una media sonrisa y éste me devuelve a su vez una gran sonrisa antes de lanzarse a comer al menos tres veces más de lo que yo tengo en mi plato.
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Tan pronto como terminamos de desayunar, el rey se pone de pie y me hace una seña para que lo siga, pero Iris se pone de pie al mismo tiempo y empieza a caminar con nosotros, lo cual me hace preguntarme si ella también nos acompañará a donde sea que vayamos a ir, no obstante, mi pregunta silenciosa es respondida cuando llegamos a la entrada principal del palacio en donde nos está esperando una gran camioneta negra, y contrario a lo que esperaba, el rey simplemente se despide de Iris con un gesto demasiado formal para tratarse de su novia y sube al auto, ella parece bastante molesta y me lanza una mirada mordaz antes de dar media vuelta y volver a entrar al palacio.
“¿Vienes o no?” el rey me pregunta molesto mientras el conductor mantiene la puerta abierta para mí.
Así que me apresuro a subirme al auto y noto que no hay más personas dentro aparte del conductor, y que tampoco hay otro auto, ni más guardias, por lo que, sin poder contener mi curiosidad por más tiempo, le pregunto si no van a venir más personas y él responde con un simple:
“No, hoy sólo estaremos tú y yo,”