ELINA
No puedo disimular el asombro que me causan las palabras que acabo de escuchar y mis ojos se abren de golpe mientras mi cabeza se gira hacia ellos casi como por inercia, noto que Iris tiene una pequeña sonrisa triunfal en el rostro, pero contrario a lo que pensaba, el rey no parece compartir la dicha de su prometida sino que su cara parece contraída en un gesto extraño, como si él estuviese al mismo tiempo sorprendido e incómodo con la pregunta que ella le acaba de hacer.
Su mirada se posa fugazmente sobre mí y yo me giro rápidamente, esta vez dando vuelta hacia el costado para que mi espalda quede vuelta hacia ellos, ignorando el dolor en la pierna cuando mi peso queda sobre ella, trato de calmarme para no revelar lo mucho que me sorprendió y molestó la pregunta, pero al mismo tiempo contengo mi aliento mientras espero a escuchar lo que él tiene que contestarle, no obstante, el rey le dice en un tono extraño:
“No es momento para hablar de ello,”
“Pero…” ella empieza a protestar, no obstante el rey la interrumpe de forma casi grosera.
“Necesitamos descansar, Iris, te dije que después hablamos de ello,” él le dice con tono firme, y cuando ella parece querer protestar nuevamente, un toque suave en la puerta la interrumpe.
La puerta se abre levemente y mi madre sonríe tan pronto me ve, pero al notar que no estoy sola, su cara palidece y ella empieza a cerrar la puerta nuevamente, sin embargo el rey le dice en voz alta y clara:
“Pueden pasar,”
Mi madre me mira con expresión dubitativa y yo le sonrío levemente para indicarle que está bien, así que ella abre la puerta del todo y entra seguida de mi padre y mis dos hermanos, los ojos de todos se posan en el rey y en Iris, quien ya se encuentra de pie y parece estar lista para irse, mi familia hace una reverencia ante el rey y mi padre dice:
“Lo sentimos mucho, su majestad, no sabíamos que también se encontraba aquí, pensamos que Ellie… quiero decir, Elina, estaba sola en la habitación, no era nuestra intención molestar,”
“No se preocupen, pueden entrar a visitarla sin problema, no me molesta en absoluto,” el rey les responde en tono amable, y luego dirigiéndose a Iris añade: “Te veo después,” con un tono que no dejaba lugar a discusión alguna, no obstante, Iris tiene sus ojos fijos en mi hermano mayor Elijah y cuando escucha la voz del rey, simplemente asiente de forma distraída y sale rápidamente de la habitación sin decir una palabra más.
Marcus, siendo el que más se preocupa por mí, como siempre lo ha hecho, se acerca a mi cama de inmediato y sentándose con cuidado en una orilla, toma mi mano y pregunta con voz tenue: “¿Cómo te encuentras?”
“Bien, creo que estoy sanando bien aunque el acónito no permite que lo haga tan rápidamente como debería, pero ya no duele tanto,” le miento, y él se da cuenta de inmediato cuando ve una pequeña mancha de sangre en la venda de mi pierna, producto de mi anterior movimiento.
“Ellie, ¿te están tratando bien?” él insiste, lanzando una mirada rápida al rey, quien tiene el ceño profundamente fruncido y los labios apretados, pero no nos está mirando.
“Sí, más que bien, no te preocupes Marcus,” le digo de forma tranquilizadora y él asiente, no muy conforme con mi respuesta, pero él sabe que no es sabio insistir.
“Pensé que ibas a volver a casa después de la competencia,” Elijah interviene con su actitud despreocupada de siempre.
“Iba a ir a visitarlos tan pronto se terminara el festival, cuando ya me hubiesen sanado más las heridas,” yo le respondo y él suelta una risita.
“Pero ahora que tienes heridas más serias ya no vas a volver nunca,” él responde a modo de chiste.
“No, por supuesto que sí voy a ir a visitarlos, lo haré tan seguido que se terminarán hartando de mí,” le digo y mi madre aprieta los labios con desaprobación.
“No digas eso cariño, nunca nos cansaríamos de verte,” ella responde, acercándose también a mi cama y revisando la herida de forma superficial, luego ella empieza a levantar el vendaje de forma metódica y profesional.
“No tienes que hacerlo mamá, el médico vendrá pronto y le pediré que lo haga,” yo le digo, pero ella golpea mi mano levemente cuando trato de quitar la suya.
“Tonterías, llevo veintiún años curando tus heridas, las cuales por cierto no han sido pocas, no va a haber problema si reviso una más,” ella me dice y yo me siento ligeramente avergonzada de que el rey esté escuchando esto.
“Es cierto, tienes un talento para meterte en problemas, que si hubiese habido un premio para ello en el festival, seguro que también lo ganabas,” mi padre interviene mientras se ríe con su voz profunda y potente.
“De hecho sí lo ganó, sólo alguien con ese talento para los problemas es capaz de meterse en una competencia sin saber siquiera cómo transformarse completamente,” Elijah interviene riéndose y Marcus lo golpea con fuerza en el hombro.
“No la molestes que ella lo ha pasado muy mal en los últimos días,” él le dice.
“¿Cuántas veces te he dicho que no puedes pegarme? Yo soy tu hermano mayor y no al contrario,” Elijah le responde con un golpe igual de fuerte, que le rompería los huesos a cualquiera que no tuviera la enorme complexión de Marcus.
“Pues compórtate como tal,” Marcus le responde girando sus ojos.
“Ya paren los dos, ¿no les da vergüenza pelearse como chiquillos en frente del rey?” mi madre los regaña, y luego añade con tono apenado: “Lo siento, su majestad,”
Pero el rey no parece importarle en absoluto, y hace una seña con la mano para indicar que no hay problema, luego sus ojos se posan en mí, que aún sigo riendo como tonta al ver la pelea de mis hermanos, y él parece sonreír como por reflejo, haciendo que mi corazón se acelere de nuevo y la maquina que monitorea mi pulso empieza a emitir unos leves pitidos, que causan un rubor repentino en mis mejillas por la vergüenza de saber que todos en la habitación se acaban de dar cuenta de ello.
Oh no, qué vergonzoso.
¿Pero qué me está pasando?