capítulo 4

1631 Words
Doce años después, mil novecientos sesenta; Carlos está comenzando su tercer año de educación media, Karina está comenzando el primer año, y valentina, cursa su último año. Karina llego algo nerviosa  al instituto; aun era temprano, se sentó en uno de los asientos de cemento, que esta distribuidos alrededor de la institución educativa. Miro a su alrededor, y observo, que al igual que ella, habían varios jóvenes que caminaban con timidez, en los espacios abiertos de dicho instituto; era el primer año y todos estaban desorientados, por ser el primer día de clases para ellos, en educación media. Le llamo la atención, un joven que se veía más tranquilo, se notaba que era de otro grado, por la forma de comportarse con más seguridad. Karina se movía inquieta en su asiento, al darse cuenta que aquel joven la miraba con insistencia, y cuando ella lo miraba, el apartaba la mirada, para luego volver a mirarla, ella fingía que estaba leyendo en una libreta que tenía en sus manos, para que él no notara que estaba nerviosa.  Estar en un lugar desconocido le producía incertidumbre y seguramente, ya se había dado cuenta, que era una nueva estudiante «seguro que se estará dando cuenta de mi nerviosismo y estará disfrutando en silencio, riéndose de mí; quizás vino temprano para divertirse con los nuevos y el muy estúpido me ha elegido a mi como blanco de sus burlas»;  «otra vez me está mirando el muy idiota»  instintivamente se arregló el cabello y se aseguró de que su uniforme estaba en  orden; antes de salir de su casa, se había cerciorado de que su presencia estuviera impecable «de repente no se está burlando de mí, sino que se ha dado cuenta que soy bella ¿ y si lo miro y le sonrío? Quizás se convierta en mi primer amigo en este lugar, parece un chico muy agradable y es raro que este solo, de repente es tan tímido como yo» Karina, respiro profundo y saco ánimos para mirarlo directamente, levanto la cara y se quedó mirándole; el levanto la mirada y sorprendido por aquella sonrisa directa, volvió a bajar la mirada apenado, «que lindo es; le ha dado pena como a mí, perdón por decirte estúpido; le seguiré sonriendo a ver si se anima a hablarme». Ella espero un rato, peo él no se atrevió a volverla a mirar; «voy a acercarme a él, con el pretexto de preguntarle algo» Carlos, llego muy temprano, como siempre lo hacía, era el tercer año que hoy comenzaría en este lugar; se sentó a esperar que llegara la hora de clases, miro a su alrededor, y se dio cuenta, que todos los que habían llegado, parecían nuevos; siempre llegaban muy temprano el primer día —sonrió— recordaba que así había llegado el,  en su primer día de clases. Vio cuando llego una jovencita de cabellos rubios rizados;   parecía un Ángel, tenía los ojos negros y su nariz era primorosa y sus labios se veían encantadores «debe tener una sonrisa muy bella, pero se ve un poco tensa; quizás no la vea sonreír», cuando se sentó en la silla que estaba frente a él, se quedó contemplándola fijamente, se dio cuenta que ella lo miraba, y el bajo la cabeza, para  que no se diera cuenta, que el también la miraba; ella bajo la vista con timidez, hasta parecía que se había sonrojado claro, a esa distancia no podía confirmarlo; otra vez, volvió a sentir su mirada sobre él y esta vez, además de bajar la cabeza, se movió inquieta en su asiento, se había dado cuenta que el la seguía mirando con insistencia y eso la había puesto nerviosa, y para disimularlo, estaba fingiendo que leía algo en su libreta, pero él sabía que no leía nada, porque el primer día uno siempre trae la libreta en blanco; el volvió a bajar la cabeza cuando se percató, que ella lo había vuelto a mirar; espero unos momentos y cuando volvió a subir la mirada , ella lo sorprendió con una encantadora sonrisa que lo hiso enrojecer; esto no se lo esperaba, y ahora era el, quien se movía inquieto en su asiento; ella se dio cuenta que lo había sorprendido, y ahora ya no bajaba su mirada, parecía que lo estaba retando a sostenerle  aquella mirada directa; con toda su timidez, esa chica era valiente y ahora se daba el lujo de quedarse mirándolo, sabiendo que lo  había impresionado,  ella sabía que era linda y ahora se arreglaba el cabello con coquetería «ahora viene para acá: que linda es esa chica, creo que voy a comenzar con una nueva amiga» —Buenos días chico —le dice ella con una tímida sonrisa— ¿tienes un sacapuntas; olvide traer el mío. —Por supuesto que si —le dice Carlos, apresurándose a sacar un sacapuntas del bolsillo de su camisa— ¿ hoy es tu primer día en este instituto? —Sí, hoy es mi primer día —le dice Karina, pero esta vez con una sonrisa más amplia— ¿se me nota mucho? —No, no; es que nunca te había visto aquí —le dice el muy entusiasmado— bienvenida pues; yo siempre vengo muy temprano, si alguna vez necesitas alguna ayuda, estoy a la orden. —Ay, gracias; no soy muy buena con las matemáticas —le dice ella muy animada—seguro que si te buscare para que me ayudes; ¿qué año estas estudiando? —Estudio tercer año; es decir; estoy comenzando el tercero —le explica Carlos— aquí me encontraras siempre si vienes temprano; siempre me gusta llegar primero para tomar los puestos de delante. —Seguramente, eres muy inteligente —le comenta ella— a mí me da terror que el profesor me haga preguntas, por eso prefiero sentarme atrás, donde no me vea mucho. —No te lo creo; tú lo que tienes es miedo escénico —le dice el, mirándole el rostro— tienes cara de ser muy inteligente. —¿De verdad te parezco inteligente? —Pregunta ella emocionada— gracias; primera vez que me lo dicen. —Por supuesto que si —le dice el, arqueando una ceja— desde que te vi sentada allá me dije: Esa muchacha además de bella debe ser muy inteligente. —¿Siiiii? —le dice ella, fingiendo estar sorprendida— ¿y qué otras cosas te dices a ti mismo? —A bueno, ya que lo preguntas, te diré que también me dije a mi mismo, si esa chica se acerca a mí, le pediré que sea mi amiga —le dice el muy divertido— pero me parece que no quiere, porque ni siquiera me ha dicho como se llama. —Perdona, tenía que haber comenzado por ahí —le dice ella tendiéndole la mano— mucho gusto mi nombre es Karina. —El gusto es mío, Karina —le dice el, aceptando la mano que ella le ofrecía— no me has dicho si quieres ser mi amiga. —Claro que sí, Carlos —se apresura ella a responderle con una dulce sonrisa— nunca me habían pedido amistad de esa manera. —Es que quiero que me recuerdes, como tu primera amistad en este instituto —le dice el muy entusiasmado— me gusta ser el primero en todo. —Me imagino que con tres años aquí, tendrás muchas amigas —le dice ella— cuando te vi me parecías que eras tímido, pero creo que me equivoque. —La verdad, es que tengo una sola amiga —le dice el, divertido— la acabo de conocer y se llama Karina, y claro que soy tímido, pero no sé porque contigo se me ha soltado la lengua. —Te confieso que yo si soy tímida —le dice ella— y no tengo muchas amistades; me alegra que tu seas una de ellas; estoy un poco nerviosa, porque no sé dónde me toca ir; me imagino que tendrán una lista por ahí. —Ya están por abrir, pero no te preocupes — le dice el, tranquilizándola— apenas abran la puerta, sube al primer piso, ahí están las aulas de primero. —Gracias Carlos; te devuelvo tu sacapuntas; nos vemos mañana por aquí, a mi también me gusta venir temprano. —Fue un placer, Karina;  te espero mañana en este mismo lugar. Karina, se fue buscando las escaleras, para subir al primer piso, Carlos la siguió con la mirada hasta que se perdió por la  escalera, estaba muy sonreído, Karina con esa expresión angelical, se lo había ganado «esa muchachita es encantadora, tiene una sonrisa muy dulce y tiene una vocecita musical» la espontaneidad de aquella dulce jovencita, lo había impresionado, y hasta lo había echo hablar  más de lo que acostumbraba, y hasta se había puesto muy creativo, como si quisiera impresionarla. Estuvo toda la mañana en su clase, pero como siempre, el primer día era de explicaciones sobre las materias que verían en todo el año escolar, en general, nada importante; lo más interesante de ese día en el instituto había sido aquel encuentro con Karina, quien se había dado el lujo de pasar toda la mañana revoloteando como una mariposita en sus pensamientos. Karina, asistió a su primera clase, emocionada, estaba comenzando un nuevo sistema de educación y eso la había mantenido a la expectativa; había conocido y compartido, con unos cuantos compañeros de clases, pero lo que más le había gustado, había pasado antes de entrar a clases; le había encantado conocer a ese joven de tercer año, que le había parecido muy simpático y que se había interesado mucho en ser su amigo. Extrañamente, le entusiasmaba la idea de que iba a volver a ver a la mañana siguiente.  
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