Estaba demasiado nerviosa, así que junto a Kyleigh decidí salir a pasear a Rocky, mi mascota. Era un precioso Rottweiler que mis padres me regalaron por mi quince cumpleaños. Su presencia siempre me tranquilizaba, como si su energía pudiera absorber parte de mi ansiedad. Lo acaricié con cariño detrás de las orejas mientras caminábamos hacia el parque canino. Él movía la cola como si supiera que estaba haciendo algo importante solo con acompañarme.
—¿Qué vas a hacer? —me gritó Kyle al ver que soltaba la correa de Rocky.
—Estamos en un parque canino, Kyle. Hay muchos más perros sueltos. ¿Por qué ellos pueden divertirse y Rocky no? ¿Sólo porque alguien dijo que su r**a es peligrosa? ¡Él no lo es! ¡No le haría daño a nadie!
—Voy a soltarlo —añadí, más para mí misma que para ella.
Apenas le
