FLEURVILLE. La fama de Lady Valtieri no era infundada. A pesar de que su residencia en Fleurville era de campo y posiblemente muy alejada de su hogar principal, no defraudaba en lo absoluto. Tenía enormes candelabros dorados decorando su salón, meseros caminando de un lado a otro para servir más vino y otros licores y sobre todo, mesas repletas de comida que denotaban un poco la ostentosidad, pues tenía algunas aves sobre bandejas doradas, que solo los muy ricos se podían dar el poder de degustar. —¿No piensas en que va a escapar? —No lo hará—respondió Ivannia—. Tiene a varios guardias sobre ella y además, no tiene a donde ir. Las puertas de la residencia se han cerrado y su carruaje fue despachado. Tiene quedarse a esperar que yo decida que hacer con ella, así que no te preocupes.

