CAPITULO 1| LA ABDICACIÓN

2349 Words
ELEGAR, CAPITAL DE ALSTEN. «Derick Edevane está en la capital, Alteza.» La princesa Ivannia se quedó rígida al escuchar esa información por parte de su dama de compañía, Elara. Parpadeó mientras la mujer le ayudaba con su vestido aquella mañana de otoño. Se aferró al dosel de la cama y dejó que apretara el corsé lo más que pudiera. No es como si una tela pudiera asfixiarla más de lo que ya estaba. No quería ver a su exmarido. Ni siquiera sabía si contaba como uno, pero debía de serlo, después de todo, en su mano aún tenía la manca del corte en su dedo cuando sus sangres fueron mezcladas en la copa. ¿Habia cambiado en casi diez años? La sola mención de su presencia en la capital la puso nerviosa. No quería que fuera al palacio. No quería verlo por mucho que la curiosidad la llevara a ello y sobre todo, quería mantenerlo lo más alejado posible de la corte. No confiaba en él y menos en las buenas con las que su padre, se habia acercado a su corte de ministros. Tenía más de una semana que Darko Edevane estaba en Alsten. En compañía de los ministros, organizaba lo que a sus ojos era la mejor estrategia para recuperar Abbey. Estaba formulando todo un mapa logístico que resaltaba, no sería él quien comandaría, pues con lo único que podía apoyar era con su experiencia. Ivannia sentía que lo que Darko esperaba, era que se arrodillara para pedirle que le ayudara, pero no pensaba hacerlo. Sabía que mostrar esa clase de debilidad haría que los lobos de su corte, la hicieran pedazos. Las palabras de su padre sonaban en su cabeza; Si tienes miedo, estás muerta. No debía mostrar su miedo nunca. —No importa que esté aquí. Hace más de ocho años que no se para en esta corte y eso ha sido lo mejor para mí. Si la gente comenta a mis espaldas lo fatídico de nuestro matrimonio ¿Qué no harán con él? Edevane, es orgulloso, no le gusta que la gente hable de él si no es para alargarlo y pararse en mi corte daña su ego, Elara—comentó la princesa intentando que su dama de compañía no se diera cuenta que su presencia sí que le afectaba. —Dicen que es más atractivo. Una risa amarga brotó de Ivannia. —¿Acaso no sabes que los buenos cazadores tienen cualidades físicas hechas para atraer a su presa? El desgraciado siempre ha tenido una cara bonita, pero por dentro está más que podrido. Elara terminó de acomodar el vestido que usaría esa mañana para su cita con los ministros. Debía verse bien, al igual que el maquillaje, pues no deseaba que se dieran cuenta que llevaba más de cinco noches sin dormir bien. Mientras Elara continuaba con su maquillaje, intentó obtener información solo por curiosidad. —¿Qué más se dice en la capital? —Que ha estado en Eldoria todo este tiempo. —¿Con su abuelo materno? Derick era nieto del rey Nicholas e hijo de una princesa, pero no tenía el título de príncipe, porque no deseaba seguir las reglas de la corte de su madre y se negó a recibirlo. Se enfocó en mantener el apellido de su padre en alto, así como todos los beneficios de ser un Edevane. Al parecer el propio Derick pensaba “Hay más príncipes en Eldoria, pero solo hay una casa Edevane en Alsten”. —Parece que aunque se negó a poseer el título de príncipe, el viejo rey le mantiene en estima. No podemos olvidar que es hijo de una princesa y nieto de reyes. Ha comandado sus ejércitos en algunas conquistas como su nieto favorito en estos años, pero en Alsten ya resuena que fue él quien tomó Valoria e hizo más basto el territorio de su abuelo. El pueblo ya lo da por hecho y eso es lo que más se rumora, pues usted sabe que se mantenía en secreto quien comandaba esa conquista. Ivannia vio su reflejo en el espejo. Hizo un gesto despectivo con el rostro. Le perdió el rastro luego de su fallido matrimonio cuando abandonó la corte sintiéndose humillado. Darko se mantuvo fuera de la capital también como un castigo para ella y especialmente para darle problemas, pero parecía que ambos habían estado acrecentando su fama y poderío en otros lares. La princesa no quería seguir con esa conversación. Pidió a Elara que terminara de arreglar su cabello y después salió rápidamente en compañía de sus guardias hacia la sala del trono, donde escucharía el informe de los acontecimientos del dia. Durante todo el trayecto no pudo evitar pensar en la presencia de Derick en Elegar y si las razones que lo llevaron a volver. Suplicaba a los Dioses no verle la cara. No quería verlo, maldita sea. Cuando las puertas de la sala del trono se abrieron, los ministros y el propio Darko Edevane ya se encontraba allí. Con la confianza que le brindaron años sentándose en esa silla que desde niña consideró suya, se sentó en trono. Las reverencias terminaron cuando la princesa levantó la mano para indicar que era suficiente. —Espero que las noticias esta vez sean mejores. No tuve oportunidad de decirlo la última vez que nos vimos, pero espero que esas reuniones a espaldas de la corona, no se vuelvan a repetir. Es indigno y puede malinterpretarse. Supongo que ninguno de ustedes quiere ser acusado de traición y perder la cabeza por ello ¿O me equivoco? Su primer comentario fue abrasivo. —No lo hicimos con mala fe. —No, claro que no parecía eso. Su sarcasmo al hablar provocó nerviosismo en todos. El ministro de estado dio un paso al frente para aclarar la situación y limpiarse las manos sobre su poca lealtad y aparente insubordinación. Ivannia clavó sus ojos en él. —No ha sido como la princesa piensa. —¿Entonces como ha sido ministro? —El rey va a abdicar—soltó el ministro, provocando un murmullo ensordecedor en la sala teniendo en sus manos una orden real sellada y firmada por el propio rey—. Recibí esto hace un par de días y me temo que aunque es una decisión arriesgada, es el camino que su majestad, el rey desea tomar. Todo el mundo sabe que está enfermo y un rey débil, hace a un reino propenso a peligros. Pero también hay razones para oponernos a ello y aconsejar un camino diferente. La noticia no se sorprendio, pues su padre ya se lo habia insinuado. La quería como reina, pero quien debía forjar su camino, era ella. —¿Cuáles son esas razones? —La princesa no está casada—dijo Darko con una sonrisa burlona en sus labios—. ¿Que caso tendría darle la corona a una mujer que no tiene manera de dar un heredero? El matrimonio asegura la supervivencia de una dinastía y si su alteza no tiene un esposo con quien engendrar un heredero, será como darle el trono a una flor seca. Lo que su majestad busca hacer no solucionaría nada. —Mi padre y yo acordamos que no necesitaba un matrimonio. En todos estos años nunca he necesitado a un hombre para ser regente. He tolerado en peso de la corona en mi cabeza aun sin el título, pero cumpliendo con todos los deberes de una reina. ¿Cuál es la diferencia cuando llevo reinando este país desde hace muchos años? —La diferencia es que ya no tiene un rey detrás. Ahora estará sola y toda la responsabilidad caerá sobre usted. No es lo mismo ser una regente, que ser una reina. Así como la principal responsabilidad de un rey es dar un heredero, también lo es para la reina. No hay manera que eso cambie, cuando las monarquías llevan rigiéndose por esa regla durante varios siglos—exclamó Lord Sallow, el ministro de estado con una voz contundente—. Si la princesa quiere un consejo sincero de esta corte, es que no acepte la abdicación si no está segura de poder mantener la corona. Una risa brotó de la boca de Ivannia. Por dentro estaba muriendo de rabia. Estaban buscando encerrarla así que ella decidió hacer una jugada maestra para quitarlos de encima sin que pareciera que la estaban controlando. Su rostro mostró tranquilidad. Afirmó su espalda en el trono y se sentó con comodidad. —Claro que puedo mantener la corona. Si casarme es un requisito para ustedes puedo hacerlo, pero solamente porque es algo que ya estaba considerando. Seré una reina, pero también soy mujer y la soledad eterna no parece darme una buena perspectiva del futuro. Después de todo parece que consideran que una mujer sin un hombre, es una mujer marchita. No quiero ser esa clase de reina. Cada palabra que salió de su boca, lo hizo de manera voraz, provocando una sensación amarga en el estómago de los hombres quienes se movieron inquietos cuando la vieron ponerse de pie. Acababa de decir que iba a casarse. —¿Eso quiere decir que va a casarse? —Debo dar un heredero a la corona ¿No es cierto? Darko mantenía una expresión divertida en su rostro. —Aconsejo a la princesa, no como un vasallo de su corte, sino como su tío, porque es lo que soy, que busque un marido apropiado que pueda ser de apoyo a la corte y que sobre todo, sea un digno apoyo para su alteza. Vividores hay en todo el reino y lo que se busca es un consorte fuerte. Ivannia sintió que la saliva se le convertía en hiel. No tenía caso discutir. Era mejor sonreír y fingir que mantenía el control de las cosas aunque todo se fuera a la mierda. Estaba cansada de esos comentarios sutiles que no hacían más que enterrarse en su espalda como dagas. —Lo tomaré en cuenta, tío. —Siendo así, creo que lo mejor es que comencemos a hablar de las soluciones al problema que nos reúne hoy. Esta mañana he hablado con su majestad y parece interesado en que la ayude lo más que pueda a solucionar lo de Abbey. Necesitamos conocer a Khasar y hay un hombre que tiene mejor conocimiento de ellos que nadie. Darko hizo una señal a los guardias para que abrieran la puerta y dieran entrada a su invitado. Los pasos comenzaron a resonar en el suelo de mármol y conforme Ivannia iba levantando la mirada, su cuerpo se quedaba más rígido. El imponente traje elegante que el visitante llevaba consigo era n***o, con bordados de hilo de oro y piedras preciosas encajadas en la espada que llevaba bien ceñida al costado. Zapatos lustrosos, brillantes ojos verdes y esa expresión que a pesar de que los años habían pasado en ambos, seguía siendo exactamente igual. Derick Edevane se habia hecho más atractivo. Cuando era joven tenía una belleza sin igual, pero era jovial, obviamente. Ahora tenía unos ojos de fiera jodidamente seductores. Una barba delicada corta y bien delineada decoraba su barbilla marcada y varonil. Rodeaba de manera perfecta esos labios carnosos. Cejas pobladas, pestañas abundantes y sobre todo una nariz perfilada que completaba toda esa fisonomía masculina que debía ser consideraba pecado en todas partes. —Un placer verla de nuevo, Alteza. Por unos segundos Ivannia pensó que le llamaría “Vannie” y se encontró deseando que lo hubiera hecho, pues su voz, parecía haberse hecho mucho más ronca. La princesa tomó asiento con confianza, aunque en el fondo las piernas le estaban temblando. Hubo cosas en el pasado que regresaban a ella con el propósito de hacerla desear, que nunca hubieran pasado. Las imágenes de lo vivido vinieron a ella como una avalancha de nieve en Mountland durante el invierno. Antes de poder responder a su saludo, recordó lo bien que besaba y como esa boca fogosa había conocido la suya, como esas grandes manos se colaron en su vestido y como habían tocado donde ningun hombre lo hizo antes. Sus pezones se pusieron duros al recordar como los habia sacado de su vestido aquella noche donde le comprobó que tenían lo apropiado para casarse—claramente antes de que cometiera la estupidez de llamarla títere.—Se deseaban. Tenían una pasión desbordante entre ambos propia del éxtasis de la juventud. Derick habia besado sus pechos y visto su desnudez de forma descarada mientras le mostraba el lado pasional que la sociedad solo a los hombres les permitía explorar. —Imagina nuestras noches, Ivannia—le susurraba mientras buscaba mostrarle lo que vendría luego del matrimonio.—Imagina lo que puedo hacerte sentir en la alcoba cuando estemos solos, desnudos. Sintió la boca seca y tuvo que apretar las piernas pero de la manera más sutil posible. Su sonrisa no se borró, aunque el fondo quería ser enterrada viva, porque estaba segura, una vez que hizo contacto visual con él, que Derick, imaginó exactamente lo mismo que ella. «Está casado Ivannia. No puedes recordar eso.» Se sintió como una trepadora nada más por recordarlo, pues si bien estaba en el pasado y cosas que ocurrieron mucho antes de su matrimonio con Anastasia Greenway, ahora era el presente y por alguna razón que desconoció, en la imagen donde la besaba, su mente lo imaginó justo como esta ahora. Dios, debía controlarse. Tragó saliva y respondió su saludo manteniendo el contacto visual, cosa de la que se arrepentiría. —Una sorpresa verlo en mi corte, Lord Edevane. El hombre dibujó una sonrisa seductora en sus labios. A la par sus ojos emitieron una chispa que contenía cierta lascivia y que comprobó lo que Ivannia ya pensaba. Él habia recordado exactamente lo mismo que ella. EL PRIMER CAPITULO DE PASIÓN Y PODER ES DEDICADO A: DANY MARTINEZ. DANIELA HENAO. M SICEL S SANTOS. ENA ROSSY DE LA HOZ. SABRINA ROSETTO. ANDREA E. SARRIA. UN ABRAZO ENORME POR ACOMPAÑARME EN ESTA NUEVA AVENTURA. BIENVENIDAS A PASIÓN Y PODER. BESOS A DISTANCIA.
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